Fun, fun, fun

Una amenaza terrorista, los discursos de dos reyes, Austria con CoVid y una señora cegada de amor que es treinta y dos mil euros más pobre. Navidad en Austria.

26 de Diciembre.- Hoy es el día de San Esteban, puerta de entrada a esa semana, un poco tontainas, que es la última del año.

Detrás de nosotros, gracias a Dios, dejamos la navidad.

En Austria, ha estado un poco nublada (solo un poco) por las detenciones de un grupo de cafres islamistas que, según la policía, tenían intenciones de atentar en el transcurso de las festividades navideñas. No solo aquí, sino también en Madrid y otras ciudades europeas.

Debido a estas detenciones, se reforzaron las medidas de seguridad en las iglesias católicas, especialmente en la catedral de San Esteban, la cual había sido mencionada expresamente por los cuatro cabestros detenidos. Ya fuera por eso, o porque los terroristas eran unos ineptos (por suerte) lo cierto es que no pasó nada y las celebraciones navideñas transcurrieron en paz y tranquilidad.

En algunos casos, demasiada paz y demasiada tranquilidad.

hombre enfermo en la cama con coronavirus

Fue el de mi hermano, en España, que pasó la nochebuena viendo películas y bebiendo cosas calentitas, porque estaba enfermo de CoVid (el pobretico). En Austria también muchísimas personas (algunas me leerán) habrán pasado estas noches entrañables con más ganas de cama y paracetamol que de jolgorio. Desde aquí, nuestros deseos de pronta mejoría.

Y hablando de deseos, los del Rey Felipe, nuestro señor, el cual se asomó como hace todas las nochebuenas a los hogares de los españoles (y de algunos que, siéndolo, no vivimos en España).

Más allá de lo que dijera o dejase de decir, la verdad es que es un gusto ver cómo el Jefe del Estado ha ganado en naturalidad ante las cámaras (se nota que hay una profesional en la familia). Ahora solo falta que alguien le convenza de que, en televisión, un cuarto de hora son quince minutazos.

Los Reyes Felipe y Leticia en el palacio de oriente
Hace diez años de esto

Lo bueno, si breve, pues eso.

Como somos muchilíngües, también vimos al Rey de Inglaterra, a Carlos III (este resolvió el tema en ocho minutos y luego se fue a disfrutar de sus palacios y a ponerse como Las Grecas, como es tradición en su familia).

Era curioso ver a uno de los hombres más ricos del mundo (el cual, incluso, se apropia las herencias de las personas que mueren sin parientes) hablar de servicio a los demás y de generosidad y de esto y de lo otro. Aunque, bien pensado, de su familia no podía hablar mucho, que luego arde Troya. Compensa, eso sí, que una vez al año escucha uno un acento inglés fuera de este mundo. En cualquier caso, donde nuestro Felipe perdió en brevedad ganó en sustancia. El discurso del rey Charles fue intercambiable con el de cualquier director general de cualquier empresa (aunque, de , visto como está el Reino Unido, si hubiera entrado en honduras se hubiera formado la mundial).

Hablando de generosidad, también ha habido gente en estas fechas que ha ejercido esta sana virtud en contra de su voluntad.

Una señora de Vorarlberg ha sufrido una estafa que le ha costado más de treinta y dos mil euros.

La buena mujer (y en este caso se ha pasado de buena) estaba sin pareja. Los timadores entraron en contacto con ella a través de una de esas plataformas que prometen novios ingenieros, altos, con ojos azules y todas las habilidades amatorias incorporadas de serie desde la comodidad del hogar.

El caso es que el novio cibernético empezó a decirle a la señora de Vorarlberg que si qué bonitos ojos tienes, que si encima las montañas tengo un nido que nunca ha visto nadie cómo es, que si me puedes hacer una transferencia de cinco mil euros, que la vida está muy mala (venga, va, cariño, te hago la transferencia) que si me puedes dar un achuchoncillo de diez mil, que me viene la contribución y tengo que pagar el número del coche (venga, mi amor, pero tú mándame una foto para que yo pueda idolatrar tu retrato) y así, hasta treinta y dos mil euros.

La mujer mandó dinero a estos canallas a una cuenta austriaca, una turca y otra húngara. Tú fíate de Elite Partners y no corras.

En fin, termino ya: a mis lectores les deseo que el Christkind se haya portado con ellos tan bien como se merecen. A aquellos que trabajen en el comercio, mi más sentido pésame, porque ya se sabe que el 27 empieza la olimpiada de las devoluciones y los cambios. Feliz día de San Esteban a todos.

 


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