Derrotar al enemigo con sus mismas armas

Foto generada artificialmente (Leonardo)

Recorte de prestaciones sociales, más vigilancia en internet y más. Así quiere el ÖVP reconquistar el territorio cedido a la extrema derecha.

23 de Enero.- Centroeuropa tiene un problema en estos momentos. Un problema muy gordo. Todavía más agudo en Austria que en Alemania. Ese problema es la extrema derecha, un tumor canceroso que ha crecido justo en el centro de su sistema político, alimentado por los rescoldos del descontento de la pandemia y por la acción distorsionadora de las redes sociales.

En estos momentos, la extrema derecha austriaca capitaneada por el venenoso Herbert Kickl, pertrechado con lo más apestoso de la retórica neonazi, es líder en intención de voto. Hoy por hoy, solo es posible formar una coalición viable de dos partidos contando con los ultras y, como es lógico, nadie en su sano juicio quiere tener nada que ver con un tipo desquiciado como Herbert Kickl.

Las próximas elecciones serán, como muy tarde, en septiembre, y la democracia austriaca, en peligro, necesita de manera urgentísima algo que la salve del populismo de extrema derecha.

De momento, la receta mágica ni está ni se la espera. Lo mejor que se les ha ocurrido a los ideólogos de los dos grandes partidos ha sido facturar versiones más o menos populistas de sus idearios, para intentar competir en el caladero en el que los ultras pescan sus votos. Básicamente, las clases trabajadoras.

Babler, nuestro marxista de peluche, se ha acogido a lo que podríamos llamar el paradigma Robin Hood, o sea, quitarle a los ricos para dárselo a los pobres; en tanto que los conservadores tratan de puntuar con diferentes ocurrencias.

EL PLAN AUSTRIA

Se sabe que el viernes, durante un discurso en Wels, el canciller Nehammer presentará el así llamado “Plan Austria” (Österreich-Plan) el enésimo intento de devolverle la ilusión al (algo mustio) electorado conservador.

Para abrir boca, hoy se ha filtrado que el canciller Nehammer pretende prohibir el lenguaje inclusivo (lo que se llama “binnen I” ) en su jurisdicción, esto es, en la burocracia pública y en las universidades.

En cuanto a lo demás, la derecha austriaca toma prestado de la extrema derecha un fantasma muy querido por los ricos de todas las épocas, y es el del inmigrante vago que parasita el sistema social.

La supuesta existencia de este especimen, el Partido Popular austriaco, tomando supuestamente como modelo el sistema danés, quiere recortar drásticamente las prestaciones sociales del Estado austriaco. No solo a los extranjeros.

En principio, se quiere que solo se tenga derecho a las prestaciones sociales (como el subsidio de desempleo) después de cinco años de residencia en Austria. Los tratados internacionales suscritos por Austria, como la convención de Ginebra o los tratados de adhesión a la Unión, prohíben que se trate a los extranjeros de una manera distinta que a los nacionales, de manera que estos recortes afectarían (afectarán) también a los nacionales.

Por cierto, esto de los cinco años no es la primera vez que se oye aunque, hasta ahora, todos los intentos de implantar este sistema han fracasado estrepitosamente.

foto generada artificialmente (Leonardo)

RECORTE DE LAS PRESTACIONES SOCIALES

El ÖVP, según parece, también pretende sustituir las ayudas en forma de dinero por ayudas en especie. Asimismo, se pretende también que todos los que perciban ayudas del Estado estén también obligados a hacer trabajos en bien de la comunidad. Esto de los trabajos en bien de la comunidad también es un arma de doble filo y jurídicamente también algo difícilmente aplicable. Las leyes austriacas prohíben de manera taxativa los trabajos forzados, así que los juristas del Gobierno tendrán que encontrar una manera de llevar esto a la práctica sin quebrar la legalidad.

En cuanto a la inmigración, el Partido Popular austriaco toma prestadas las ocurrencias más macabras de la extrema derecha, como la posibilidad de deportar a los solicitantes de asilo a países terceros (recordará quizá el lector el caso del primer ministro inglés, Richi Sunak, que quería llevar a los pobres refugiados a Ruanda).

Se prevé también la implantación de prisiones especiales para personas extranjeras dentro del territorio de la Unión (hasta ahora solo se puede extraditar a los convictos a sus países de nacimiento).

También se pretende que las fuerzas de seguridad austriacas puedan confiscar aquellos objetos de valor que los solicitantes de asilo lleven consigo “para cubrir los costes” de manutención y demás.

Por cierto, si el lector está escandalizado (comprensiblemente) sepa que ya existe esta posibilidad con el dinero en efectivo hasta un montante de 840 Euros.

MUCHA, MUCHA POLICÍA

El “Plan Austria” supuestamente prevé también más vigilancia. Por ejemplo, que los policías lleven cámaras en los uniformes. Lamentablemente, serán ellos quiénes decidan voluntariamente cuándo se ponen a grabar. También habrá más instrumentos para vigilar las comunicaciones por internet, amparándose en la lucha antiterrorista.

Por supuesto se piden más medios y penas más duras para los activistas contra el clima.

Con todas estas medidas y otras que seguramente vendrán, pretende la derecha austriaca reconquistar el terreno perdido.

¿Lo conseguirá? Eso solo el tiempo lo dirá.

 

 

Encuentro con Lorenzo Silva

Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.