Tres cuartos de las empresas austriacas quieren introducir la IA en sus procesos. Tendrá consecuencias. Las esta teniendo ya.

7 de Febrero.- Nos encontramos en el alba de una nueva era en el mundo del trabajo. Una revolución que es comparable a la que supuso a finales del siglo XIX la introducción de la electricidad.

Ahora, a todos nos parece perfectamente natural comprar cualquier aparato (desde el más pedestre, al más sofisticado) enchufarlo, hacer que funcione y utilizarlo. Dentro de diez años (a mucho tirar) es probable que interactuemos con el propio aparato y que nos comuniquemos con él probablemente utilizando nuestro lenguaje natural. Cualquier chisme llevará una pequeña inteligencia artificial adaptada a su uso, que nos hará recomendaciones o que nos avisará cuando estemos utilizando un juguete sexual para batir claras a punto de nieve y una batidora para…Bueno, para otras cosas que no sean batir las claras.

En el mundo del trabajo no va a quedar piedra sin remover. El uso de la inteligencia artificial (la que genera lenguaje basándose en modelos sofisticados, tipo ChatGPT o la inteligencia artificial que, simplemente, realiza tareas automatizadas) harán que cambie nuestra manera de hacer las cosas.

El otro día estuve charlando con un hombre de 25 años (podría ser mi hijo) y nos reíamos los dos cuando yo le contaba que, cuando empecé a trabajar, a los 22, los pedidos llegaban por fax. Le pregunté si sabía lo que era un fax y me dijo “que le sonaba” pero que no estaba muy seguro.

LAS EMPRESAS AUSTRIACAS QUIEREN IA “A CASCOPORREN”

La empresa Boston Consulting Group ha hecho un estudio preguntándole a 14.000 empresas de todo el mundo por sus intenciones al respecto. Y el veredicto está claro: en Austria, un 75% de las empresas quieren aumentar el uso de la inteligencia artificial en sus procesos.

La pregunta, naturalmente, es qué va a pasar con las personas. La conversación con mi joven amigo surgió a raíz de que está pensando qué rumbo profesional tomar. Y la cosa se presenta complicada, porque estamos en ese momento tonto en el que nos encontramos entre dos épocas

Según el estudio de la BCG, un 39 por ciento de los trabajadores están preocupados por las consecuencias que la aplicación de la inteligencia artificial va a tener en sus trabajos. Además, un 73 por ciento dice que no es bastante con que la empresa les de las herramientas de IA para trabajar, sino que necesitan también el adiestramiento necesario.

Va de suyo: si a un bisabuelo nuestro le hubiéramos dado un aparato enchufable se le hubiera puesto cara de (!) y luego de (¿?).

Solo un trece por ciento de lo trabajadores encuestados ha pasado una formación para el uso de la Inteligencia Artificial (por cierto, autoridades educativas: ¿Para cuándo cursos en las escuelas?).

QUÉ HACER CON LA GENTE QUE (INEVITABLEMENTE) VA A SOBRAR

Una cosa está clara: si la Inteligencia Artificial es aplicada de manera salvaje y sin control, va a sobrar mucha, muchísima gente. En todos los ámbitos. Y si se aplica con control, también. Y, como vengo repitiendo en muchos artículos de esta página, ya no sobrará gente de los extremos bajos de la “cadena trófica” (o sea, gente de expediente académico justito que realiza trabajos monótonos, peligrosos o poco especializados) sino que van a empezar profesionales con estudios (hola, abogades; hola, contables).

¿Surgirán nuevos empleos en la economía verde? Esa es la promesa. Sin embargo, parece que al futuro le están sacando los tractores a la calle.