60 casos de sarampión en Austria (y subiendo)

En Austria hay ya este año sesenta casos de sarampión. Si eres de los que no vacuna a sus hijos, quizá deberías leer este artículo.

15 de Febrero.- Mi historia de hoy empieza en Fuente de Cantos, Extremadura, España, alrededor de 1912. Un chaval guapo, simpático, despierto, está en una cama y tiene fiebre, el cuerpo cubierto de pústulas. Tiene sarampión.

En 20 de cada 100 casos el sarampión provoca complicaciones en el oído medio, así que no es extraño que, cuando el niño de nuestra historia se cura, sus padres se dan cuenta de que se ha quedado sordo. Como una tapia. Por suerte, la sordera le ha sobrevenido cuando ya habla bien, pero le causará muchos problemas en su vida futura. Por ejemplo: años más tarde, el niño, convertido en un joven adulto, entra en quintas. Como sucedía entonces, un rico pagó para librar a su hijo, lugar que tomó un pobre, nuestro hombre y, a pesar de que sufría una minusvalía evidente, que apenas le permitía seguir las órdenes que le daban, el médico le consideró apto para el servicio (tampoco estaba el ejército español para muchos melindres)

El servicio, por cierto, era pegar tiros en el norte de África. La historia se repetiría más tarde, en 1936, cuando este hombre sordo tuvo que pegar tiros (a la fuerza ahorcan) contra sus propios paisanos, durante la guerra civil.

En 2021, su nieto, quien esto escribe, aburrido como un mono durante el confinamiento por la pandemia de CoVid, pidió al Archivo General Militar los documentos digitalizados de la cartilla ídem de su abuelo.

Son un resto diminuto de la Historia de España, apenas uno de los pocos rastros físicos que quedan del paso de Sebastian Bernal Rosario por este mundo, pero explican crudamente lo cruel que es la vida con los que nacen sin medios de fortuna (o con quienes tienen cerca a uno más rico que ellos).

Cito textualmente del informe médico en el que se certifica su utilidad para la milicia, fechado en Melilla en junio de 1922. Dice la anónima voz funcionarial:

Manifiesta que hace once años que no oye nada y que solo se entera de lo que le dicen por el movimiento de los labios, por las señas que le hacen o por la escritura de lo que se le quiere decir”

No obstante todo lo anterior, el médico considera que “exagera notablemente” (sic) a pesar de que solo “a grandes voces junto al oído contesta y no siempre a lo que se le dice” y le declara útil para el servicio.

Mi abuelo hubiera podido llevar una vida perfectamente normal si, en su infancia, hubieran existido las vacunas.

Aunque, por supuesto, la existencia de vacunas no sirve de nada si hay personas tan absolutamente atrasadas, supersticiosas y, en una palabra, analfabetas, como para poner en peligro la vida de sus hijos al no vacunarles. Es uno de los contrasentidos de este país: en una de las economías más grandes del mundo, en un país desarrollado, que tiene un sistema escolar que cubre a toda la población, hay gente de imprudencia incalificable que sigue pensando cosas estúpidas sobre las vacunas, como que producen autismo, y queriéndose curar con agua con azúcar (la homeopatía).

En los últimos días se han detectado en Austria sesenta casos de sarampión (y subiendo). Según los expertos, la reaparición de la enfermedad, que podría erradicarse muy fácilmente por medio de una pequeña inyección absolutamente segura que se puede administrar a partir del noveno mes de vida, se debe a la baja cobertura vacunal y a la caída de la inmunidad subsiguiente.

¿Por qué la gente no vacuna a sus hijos? Hay varias razones. La primera, por pura y simple incultura científica. Después, por superstición, ya que hay muchos mitos alrededor de las vacunas (si hay gente por ahí que sigue pensando lo del chip, pues para ya de contar) y por último, por un prejuicio absolutamente infantil que rechaza las cosas que no son naturales y que olvida que el cianuro, la cicuta y el ricino son productos que se dan en la naturaleza.

Si eres de esa gente que no vacuna a sus hijos, has llegado hasta aquí, por favor, por favor, por favor, vete al médico mañana mismo. Como decíamos con la CoVid, vacúnales por ellos, por ti, pero sobre todo por todos nosotros (porque sí, el sarampión es supercontagioso y pasarlo de adulto no es ninguna broma).

 

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