Heimkehr: la vuelta a casa

¿Qué pasa cuando no son las personas, sino los territorios, los que “vuelven a casa”? Hoy nos acordamos de una siniestra película austriaca.

Heimkehr

19 de Marzo.- Ayer, Vladímir Putin se dio un baño de masas en la Plaza Roja de Moscú. Ante un público entregado en el que solo había fanáticos suyos (para entrar era necesaria invitación) Putin, actuaciones musicales, tuvo una corta intervención que, para quien sepa un poco de historia, revela lo peligroso que es. Según cita el diario español El País, estas fueron sus palabras exactas:

El camino a casa de Novorrosiya [el nombre que el imperio ruso dio la zona de Crimea tras ser arrebatada al imperio otomano hace menos de 300 años] ha sido más difícil, trágico, pero lo hemos hecho”

Al leer esto del “camino a casa” me fue inevitable acordarme con un escalofrío de una de las películas de propaganda nazi más asquerosas de todos los tiempos, que se llama precisamente así, Heimkehr (vuelta a casa). En el filme, estrenado en 1941, y que se rodó en parte en Viena, estuvieron implicados varios austriacos que, a pesar de sus obvias simpatías, no tuvieron ningún problema en seguir trabajando después de la guerra. Se trata del matrimonio formado por Paula Wesely y Attila Hörbiger y el director de la película, el austriaco Gustav Ucicky.

Paula Wessely y Attila Hörbiger eran actores muy famosos en la Centroeuropa de entre guerras. Los dos saludaron con júbilo la entrada de Hitler en Austria y, casi inmediatamente, se pusieron al servicio de la propaganda para el “referendum” que se programó para el 10 de abril de 1938 (tan parecido al referéndum pantomima que consagró la anexión de Crimea a la Federación Rusa o, más tarde, la de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk). Naturalmente, el régimen nazi recompensó a Paula Wessely y a su marido por los servicios prestados, dándoles presencia en los medios de comunicación de masas y trabajos en los principales teatros de Viena y de Berlín, en papeles y funciones concebidos para su lucimiento.

La culminación de su carrera al servicio del tercer Reich llegó año 1941. En esa fecha, los dos protagonizaron el film propagandístico, antisemita y de ideología nazi, Heimkehr, del que hablábamos más arriba. Pero, ¿A qué se referían con la “vuelta a casa”?

En una cláusula secreta del pacto de no agresión germano-soviético, se especificaba la desmembración de Polonia en dos partes: una para los soviéticos y otra para los nazis. Problema: en la parte que le había tocado a la URSS vivía una minoría de habla alemana compuesta por 60.000 personas. Se organizó el traslado (la “vuelta a casa”) de esos alemanes étnicos y se creó para ellos una provincia en el territorio que los nazis habían arrebatado a Polonia (la Warthegau). Para “hacer sitio” se deportó a todos los polacos y a los judíos que vivían en este territorio. Esto fue poco antes de las navidades de 1939.

Heimkehr se estrenó cuando ya había empezado la operación Barbarroja, para hacer propaganda de uno de los objetivos oficiales de la guerra del tercer Reich, o sea, la “liberación” de esos “pobres alemanes” atrapados en las garras del comunismo. En el caso ruso actual, mutatis mutandis, el objetivo oficial de la guerra de Ucrania es “liberar” a las minorías de habla rusa “atrapadas” bajo la brutalidad de Kiev (Donetsk y Lugangsk) o de Moldavia dentro de poco (el caso de Trasnistria). Recordará el lector cómo los territorios de habla rusa del este de Ucrania “pidieron ayuda” a Moscú para que les protegiera.

En la película nazi, los polacos, los comunistas, son presentados como unos seres brutales que oprimen a unos angelicales alemanes encabezados por una Paula Wessely que hace una interpretación magistral de una nazi fanatizada (naturalmente es “la buena” de la película), especialmente en una escena en una mazmorra que hacía tener a Goebbels sueños húmedos. Al final, después de pasar mil penalidades, los personajes de la película consiguen abandonar la Polonia comunista y cruzar las fronteras del Tercer Reich.

Desde que empezó la guerra, la industria cinematográfica rusa está produciendo películas “patrióticas” de este estilo, por ejemplo “Testigo” (Svidetel, 2023) que fue un fracaso de taquilla. Pero también hay otras como “El puente de Crimea”

El objetivo de “Heimkehr” era convencer a la población alemana de la inevitabilidad de la guerra (la propaganda rusa y prorrusa actual también insiste en que la invasión de Ucrania es en realidad “en legítima defensa”).

Los interiores de Heimkehr se rodaron en Viena entre enero y julio de 1941, en los estudios más lujosos de Europa, que nada tenían que envidiar a los de Hollywood, en Rosenhügel, muy cerca de donde hoy se encuentran los platós de la ORF.

Actores polacos y judíos fueron reclutados para participar forzadamente en la película y luego, en muchos casos, asesinados enviándoles a campos de concentración.

La película se estrenó con todas las alharacas y presencias de los más altos jerarcas nazis. A pesar de ser muy violenta par la época fue calificada para todos los públicos y “de alto valor para la juventud”.

Después de la guerra, los aliados prohibieron la exhibición de Heimkehr, para cuyo visionado aún es necesario un permiso especial.

Tanto Paula Wessely como el director de la película tuvieron prohibido trabajar hasta 1947, debido a su participación en la película. Attila Hörbiger se salvó, probablemente debido a la influencia de su hermano, Paul Hörbiger, a quien quizá se recordará como el amable conserje de El Tercer Hombre.


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