¿En qué se parece la ORF a la Bella Dorita?

La radiotelevisión austriaca ha hecho públicos los salarios de sus estrellas y se ha montado la mundial. Un poco injustificadamente, creo yo.

 

Razones para amar la UE (1): libertad de circulación y residencia

5 de Abril.- la Bella Dorita era una señora más bien pequeñita pero que, según sus palabras “lo tenía todo muy bien repartido”.

En la época anterior a la guerra civil, fue la reina del Paralelo barcelonés. Se cuentan de ella mil y una anécdotas que demuestran que, aparte de estar muy buena, era una persona con la cabeza muy bien amueblada. Murió centenaria y rica.

Si la traigo a estas páginas es por una anécdota suya de la que me he acordado estos días.

Cuando estalló la guerra civil, la Bella Dorita trabajaba en Barcelona. Había tenido que volver a las tablas después de una pausa durante la cual se había esforzado (sin mucho éxito, esa es la verdad) en convertirse en lo que, en su época, se consideraba una señora respetable. Barcelona, como es notorio, quedó en la parte republicana y en la ciudad de Gaudí, los comunistas y los anarquistas pensaron que lo de ganar la guerra estaba muy bien, pero que era una excusa tan buena como otra para hacer la revolución.

Como primera medida, los anarquistas instauraron el salario único. También en El Molino, el local del paralelo en donde Bella Dorita “ponía cachondo” (de nuevo, son sus palabras) al respetable todas las noches. Con esta nueva medida, Bella Dorita pasó a cobrar, de la noche a la mañana, lo mismo que la señora de la limpieza.

La escultural almeriense (de Cuevas de Almanzora) sabía lo que era el frío de vivir en una chabola, así que se plantó. Vistió a la señora que limpiaba los baños con sus ropas de vedette, la hizo salir al escenario y se marchó a su casa. Al poco tiempo, los anarquistas, muy bragados para la pólvora, pero no tan preparados para enfrentarse a las que tiran más que dos carretas, se pensaron lo del sueldo de la vedette y Bella Dorita volvió a cantar su éxito “la vaselina” cobrando el sueldo de antes de la guerra.

Como quizá recuerden las personas que me leen, con la última campanada de 2023 entró en vigor el nuevo sistema de financiación de la ORF. La cadena pública austriaca blindaba su independencia económica, pero pagaba un precio. La coalición exigió que, siguiendo el ejemplo de casas con tanto prestigio como la BBC, se hicieran públicos los sueldos de los peces más gordos y se detallara el dinero que cobraban por actividades ajenas a su cometido en Küniglberg.

El plazo terminaba el 31 de marzo y la ORF, como era previsible, apuró hasta el último momento.

Y cuando cayeron los velos, como los que tapaban la virtud de la Bella Dorita, se montó la mundial, porque no hay empresa que resista indemne un estriptis salarial de esas características, a no ser que se encuentre en un país nórdico, en donde se toman estas cosas con frialdad calvinista.

Se supo entonces que la persona que más ganaba en aquella Santa Casa era (es) Robert Kratky, el locutor que despierta a los austriacos todas las mañanas desde radio Ö3. El buen hombre se lleva a su casa 443.894,39 euros por temporada. Yo he calculado y esto viene a ser como unos dosmil euros por emisión.

Más o menos por la mitad de ese sueldo le sale a la ORF Armin Wolf y mister Eurovisión, Andy Knoll, viene a salir también por eso.

Después de recibir amenazas de muerte, Robert Kratky ha dicho que, cuando termine la temporada, dejará su programa de radio para centrarse en otros proyectos (o para pulirse el dineral que ha ganado estos años al estilo de cualquier estrella del reguetón con bien de cadenas de oro de un dedo de gordas y de chicas en bikini).

La gente se ha escandalizado por lo que cobra Kratky, pero yo creo que, en parte, no tienen razón.

Creo que la cosa, por lo menos, merece comentarse.

En primer lugar, el sueldo de Kratky, si bien altísimo, se puede decir que le sale a cuenta a la ORF. La temporada pasada, el “despertador” que dirige y presenta este locutor le trajo a la ORF cincuenta y ocho millones de euros (solo) en publicidad.

Luego está, claro, el argumento de la Bella Dorita.

Por supuesto, la señora Hannelore Nomeconocenigott haría el programa cobrando mucho menos que Robert Kratky, lo mismo que la señora de la limpieza del Molino probablemente hubiera enseñado las lolas a cambio de menos dinero que la diva de Cuevas de Almanzora. El problema, claro está, es que ni a la señora Hannelore ni a la mujer de la limpieza de El Molino, hubiera querido verlas nadie.

¿Es lícito que una cadena de radio pública contrate a estrellas? (en España tenemos ahora un caso muy parecido, con David Broncano). Pues personalmente, tengo el corazón partío. Pienso que hay argumentos a favor y en contra. A favor, porque pienso que una cadena pública tiene que tener audiencia para ser rentable o, por lo menos, no perder dinero y poder dedicar ese excedente a otras tareas de servicio público. Esto es: podría decirse que los 58 millones de euros que Kratky trajo en publicidad pagan también Orientierung, el programa de la ORF que se ocupa de la religión, o las retransmisiones de ópera de los domingos por la noche. O los deportes minoritarios.

Asimismo, una tele y una radio públicas deben de ser de calidad, y la calidad solo se consigue captando talento, y el talento cuesta dinero. A veces, incluso mucho dinero.

En contra, hay que decir que, lo mismo que en los teatros públicos, no parece muy decoroso que se utilice el nombre de una estrella como gancho, quitándole a los medios comerciales un “argumento de venta”.

Uno está en contra, eso sí, de utilizar el dinero público para la especulación. O sea, a mí me parece fenomenal que la ORF pague por Armin Wolf (igual que me parecía maravilloso que le pagaran a Ana Blanco en TVE lo que ella quisiera, o que le pusieran un piso en la Gran Vía) pero no está de acuerdo en que se use dinero público para fichar a personas cuyo éxito puede ser una cosa de meses, como lo de David Broncano.

En el fondo también hay otra cosa: la gente, piensa que ponerse delante de un público y entretenerle lo puede hacer cualquiera, que no hace falta trabajo, ni profesionalidad, ni talento.

Es el error en el que caían, mutatis mutandis, los anarquistas, con la Bella Dorita.

 

La Bella Dorita – La Vaselina (1933) [subtitulado]

Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.