La de hoy es una historia que parece mentira pero, desgraciadamente, es verdad. El caso de Egisto Ott es la filtración más grave del servicio secreto en décadas.
6 de abril.- Mientras Austria se adentra en esta veraniega primavera que traerá la semana que viene a estas tierras unos insólitos treinta grados, siguen apareciendo nuevas informaciones a propósito de un caso, el de Egisto Ott, que es la prueba de que los servicios secretos austriacos estaban infiltrados por la Federación Rusa desde, por lo menos, los años noventa del siglo pasado.
Entretanto, Ott, lo mismo que otros personajes más o menos turbios vinculados a su caso, se pasean con un aplomo no menos sorprendente que las altas temperaturas que nos trae el cambio climático, bastante seguros de su impunidad y concediendo entrevistas a los medios en las que defienden su inocencia.
La pregunta que trata todo el mundo de responder con los datos disponibles es ¿Quién es Egisto Ott y por qué sus presuntos delitos son tan importantes?
Según publican los medios austriacos, el nombre de Ott apareció vinculado a escándalos policiales en la década de los noventa. Después de trabajar como policía, Ott se incorporó en el año noventa y tres al Einsatzsgruppe zur Bekämpfung des Terrorismus o Grupo de intervención para la lucha antiterrorista (EBT), que es el predecesor del Verfassungsschutz (BVT) los servicios secretos austriacos.
Una especie de informe que se encontró en poesión de Ott afirma que en aquella época era “responsable de “contraespionaje para los estados de la CEI”, es decir Rusia y otros estados ex soviéticos. La CEI (Comunidad de Estados Independientes) fundada en 1991 tras la caida de la URSS y que viene a ser una especie de copia pirata de la Unión Europea.
Durante ese periodo y los años posteriores, Ott se ganó fama de ser un tipo complicado. Según parece, al objeto de librarse de él, nuestro hombre fue enviado al extranjero. Primero fue oficial de enlace en 2001 en Italia, luego le mandaron a Turquía y allí permaneció entre 2010 y 2012, de donde parece ser que también tuvo que marcharse de mala manera, al meterse en medio de Red Bull y un socio turco, lo cual provocó las quejas de la compañía del toro rojo.
A su regreso de Ankara, Egisto Ott se convirtió en ese hombre al que nadie quería tener en su equipo. La patata caliente que fueron pasándose sucesivos jefes, de manera que incluso ahora es difícil saber a qué diántres se dedicaba exactamente (a lo mejor fue en ese momento cuando los rusos le empezaron a hacer ojitos). Entre 2013 y 2015 investigó el yihadismo en el BVT.
Según quienes conocen los detalles del caso, en 2015, Ott entabló relaciones profesionales (y presuntamente criminales) con otra pieza (nunca mejor dicho) del caso, un tal Martin Weiss. Según los investigadores del caso, los dos formaron una “célula de inteligencia” (es un decir) y se pusieron al servicio de los rusos. Ott se hizo asistente personal de Weiss, formó parte del personal de migración y dirigió a tres investigadores encubiertos en los servicios secretos austriacos (el antiguo BVT).
Dos años más tarde, los servicios secretos austriacos reciben un chivatazo de unos servicio secretos europeos. Según parece, Ott está espiando a un exagente del servicio secreto ruso, FSB y está pasándole esa documentación al FSB.
Según chats de móvil encontrados en el de Ott, parece que él y Weiss, en aquella época, ya espiaban para los servicios secretos rusos. Weiss, del que Ott era asistente, estaba al frente de uno de los departamentos claves de los servicios secretos austriacos, el departamento 2. Estuvo varias veces de baja por enfermedad, mientras se dedicaba a preparar la siguiente etapa de su peligroso viaje.
Jan Marsalek, el ex gerente de la empresa alemana Wirecard, hoy viviendo en Moscú bajo nombre supuesto y huido de la justicia, está a punto de aparecer en escena.
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