El caso Ott: el incidente más grave de la seguridad austriaca en décadas (2)

El escándalo de Egisto Ott revela el enorme agujero que los servicios secretos rusos han conseguido hacer en la seguridad europea

 

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7 de Abril.- En diciembre de 2017, Herbert Kickl, actual líder de la extrema derecha austriaca, notorio prorruso y con un largo historial de conexiones con Moscú, fue nombrado Ministro del Interior y, por lo tanto, jefe de los servicios secretos austriacos. Egisto Ott y el que había sido su jefe, Weiss, ya no estaban en el BVT. Sin embargo, se sospecha que desempeñaron un papel muy importante en esta etapa. A principios de 2018, las fuerzas de seguridad austriacas, en un movimiento inédito, asaltan la sede central de los servicios secretos austriacos, siguiendo las pistas aportadas por un informe anónimo que, presuntamente, había redactado Egisto Ott.

Las consecuencias de esta acción insólita, la de que un Estado pusiera patas arriba a sus propios servicios secretos, tuvo unas consecuencias brutales. Todo el resto de los servicios secretos europeos, casi sin excepción, pusieron en cuarentena a los austriacos y suspendieron su colaboración con la inteligencia austriaca. Al interrumpirse la colaboración de lucha contra el yihadismo, se hizo posible el atentado de noviembre de 2020 que le costó la vida a siete personas.

Lo que no sabía nadie es que, ya para entonces, Egisto Ott había (de nuevo, persuntamente) sustraido los volcados de los teléfonos móviles de tres altos cargos de la seguridad austriaca y, al no poder romper el encriptado, había pasado por lo menos dos de ellos a los servicios secretos rusos.

Durante 2018, al parecer, Ott espió para Weiss a cientos de personas que trabajaban en Wirecard para Marsalek, muchas de ellas con vínculos con Rusia. Por ejemplo, el periodista de investigación Christo Grozev, cuya casa en Austria se asaltó y de la que se robaron diversos equipos informáticos que fueron a parar a Moscú.

En enero de 2021 las investigaciones clandestinas de Ott se vuelven en su contra. Seis meses antes, Jan Marsalek había huido para escapar de las consecuencias legales de la quiebra de Wirecard. Su huida había sido facilitada por Weiss, el exjefe de Marsalek. Ott es detenido y comete el error de admitir que, siguiendo instrucciones de Marsalek había realizado registros personales. La policía registra su casa y encuentra lo que hoy son varios miles de páginas llenas de chats.

Mientras Ott es detenido, Weiss se las arregla para que la policía (inexplicablemente) le permita viajar a Dubai, en donde vive ahora. Los círculos de seguridad estiman que las posibilidades de que Weiss sea juzgado algún día en Austria son tendentes a cero. Entretando, desde Dubai, ha concedido diferentes entrevistas a medios de comunicación, seguro de su impunidad (cosa bastante insólita, lo de conceder entrevistas, para un agente secreto, por cierto).

A pesar de las intensas investigaciones, Egisto Ott y Weiss siguen aparentemente como antes. O, mejor dicho: aún peor. Según informaciones aportadas por el servicio secreto británico, en la primavera de 2023 fueron capturados seis agentes de orígen búlgaro que viajaban por Europa trabajando para los servicios de inteligencia rusos. Se incautan 80.000 chats de telegram que demuestran que Jan Marsalek, desde Moscú, dirige una red de espías de la que Ott es, presuntamente, la cabeza en Viena.

El 10 de Junio de 2022, los espías búlgaros recogen el contenido de los teléfonos inteligentes que Egisto Ott había robado en 2017. Unas semanas más tarde, Ott les entrega un portátil fuertemente encriptado, de los que usan las agencias de seguridad alemanas.

Se cree que los soportes informáticos llegan a Moscú vía Bulgaria y Turquía. En Ankara los recoge una vieja conocida de Marsalek: Tatyana Spiridonova, con fuertes vínculos con el FSB, los servicios secretos rusos.

Poco antes de semana Santa Egisto Ott es detenido y puesto a buen recaudo. Aún así, se desconocen las fronteras exactas del agujero en la seguridad europea que han provocado los tres espías: Ott, Marsalek y Weiss.


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