La cultura dominante

¿Qué hace de los austriacos lo que son? ¿Qué valores tienen (tenemos) que aceptar los inmigrantes cuando venimos a Austria?

 

¿En qué se parece la ORF a la Bella Dorita?

12 de Abril.- Como quizá recuerden mis lectores, hace unas semanas el ÖVP afrontó el que seguramente será el primer acto de la precampaña electoral. Se trataba de la presentación del llamado Österreich Plan (o Plan Austria) que fijaba los objetivos de los conservadores austriacos de aquí a 2030, muy en la línea de ese lenguaje empresarial que se ha impuesto, lleno de “visions”, de “misions” y de esas mandangas.

Uno de los puntos del plan ha llamado especialmente la atención de los medios austriacos ha sido el objetivo de fijar el concepto de “Leitkultur” o “Cultura dominante”.

O lo que es lo mismo, definir qué hace de los austriacos lo que son, o sea el terreno de juego filosófico en el que se mueve la gente dentro de las fronteras de Esta Pequeña República.

Naturalmente, esto de la Leitkultur es una manera del ÔVP de posicionarse frente a su competencia más directa, la extrema derecha, a base de intentar comerles la merienda en uno de los terrenos en los que los ultras son especialistas: los emigrantes.

El objetivo de este invento de la Leitkultur es, sin caer en el nacionalismo cazurro de la extrema derecha ni en su islamofobia militante (no menos cazurra), darle un revoque de modernidad a esa frase que todos los que vivimos aquí hemos oído más de una vez, bien dirigida a nosotros o bien como modelo para nuestra conducta.

Aquello de “Si ellos -los inmigrantes- quieren vivir aquí, tendrán que seguir nuestras reglas”.

De esta frase se deduce, por supuesto, que las reglas que reinan son de diamantina perfección.

Estos días, los medios austriacos han revelado que la Ministra de la Mujer y de Integración (ambas cosas muy conexas) Sra. Susanne Raab, se va a ayudar de criterios de expertos de reconocido prestigio (conservadores, por supuesto) para hallar, como uno de esos expertos ha dicho, “un consenso” de manera que la delicada responsabilidad de encontrarlo no recaiga sobre sus hombros.

Va de suyo, por supuesto, que esto de la Leitkultur tendría como objetivo teórico, que los inmigrantes, cuando lleguen a estas tierras, no se engañen a propósito de las condiciones de vida que reinan aquí. Y claro, que al que no le gusten o haga cosas malas y sea un fistro sessuarl de la pradera, puerta.

Todo esto del consenso, naturalmente, pinta muy bien en la teoría. Por ejemplo, una de las cosas que se supone que podrían formar parte de esa “cultura dominante” sería el convencimiento de que hombres y mujeres merecen las mismas oportunidades, el mismo trato y el mismo salario.

Carece de importancia que muchos austriacos pata negra piensen que están mal “los excesos del feminismo” y que una cosa es la libertad y otra el libertinaje.

Si lo piensa un austriaco, bien. Si lo piensa una persona de fuera, mal.

De cualquier manera, si uno se molesta en examinar los aspectos concretos de lo que el ÖVP considera “cultura dominante” se topa pronto con los lugares comunes de los clichés ultras.

Por ejemplo: según los ejemplos propuestos por el Partido Popular austriaco, la “cultura dominante” sería aceptar las festividades tradicionales de los austriacos.

A pesar de que esto pueda sonar inofensivo, es una clara señal (o intenta serlo) para los votantes ultras. Todos los años, sin excepción, aparece alguna noticia de que en algún colegio o guardería, se han reducido al mínimo las festividades navideñas (por ejemplo, la aparición del Nikolo -San Nicolás-) porque muchos niños son musulmanes y en su cultura de casa no tienen algo semejante).

Esto, por supuesto, a los señores del ÖVP les parece un sindiós, porque consideran que San Nicolás es una parte infaltable de la cultura austriaca, tan importante como los niños cantores de Viena, el Concierto de Año Nuevo o las películas de Sissi.

Y es que, querides lectores, para el ÖVP la cultura dominante en Austria es, no solo religiosa, sino además, religiosa y católica. Estaría bueno. Y el resto de las culturas son…(no se dice, pero se desprende de todo lo anterior) culturas defectuosas. Y el extranjero que no quiera aceptar la verdad amarga de su inferioridad lo que tiene que hacer es coger la puerta e irse.

En fin: lo mismo que dicen los ultras, pero dicho con lenguaje de consultoría pija.

En honor a la verdad, hay que decir que ya ha habido algunas organizaciones (por ejemplo Caritas) que han puesto pies en pared y han denunciado el racismo y la xenofobia latentes en el mismo concepto de “Leitkultur”.

Personalmente, uno piensa que este, como todos los intentos del ÖVP de adoptar un lenguaje que se mimetice con el de los ultras, está abocado al fracaso. En esto, como en todo, la gente se queda con el original si lo tiene a mano y rechaza las imitaciones.

Por otra parte, es un ejemplo perfecto de que la toxicidad liberada por el ideario ultra, que va permeando por todas las capas de la sociedad, termina marcando la agenda política.


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