En la última década, Austria ha perdido veinte puestos en el ranking mundial de la libertad de prensa. Las causas son variadas.
3 de Mayo.- Los medios de comunicación representan uno de los pilares de las democracias liberales (no en vano se les llama “el cuarto poder”, siendo los otros tres el legislativo, el ejecutivo y el judicial).
Solo una sociedad bien informada puede tomar las decisiones que sean ventajosas para la colectividad. Todos nosotros tenemos derecho a exigirle a los medios que publiquen una información veraz, de calidad y, si no objetiva (la objetividad total no existe, como es natural) sí que sepamos “de qué pie” cojea cada periódico, cada televisión y cada web y, sobre todo, quién financia cada medio.
La organización sin ánimo de lucro Reporteros Sin Fronteras ha publicado hoy, día de la libertad de prensa, su clasificación de los países atendiendo a este criterio y, desgraciadamente, si tienen razón, en Austria no van las cosas bien a este respecto.
En la última década, Esta Pequeña República ha pasado de ocupar un honorable puesto doce a caer hasta el treinta y dos.
Las causas de este desastre son varias.
Reporteros sin Fronteras pone el acento en las conflictivas relaciones de algunos grandes medios austriacos con los partidos políticos (particularmente el ÖVP). Alargada ha sido la sombra de la corrupción durante los últimos años, con políticos como Sebastian Kurz o Sophie Karmasin, el primero bajo sospecha y la segunda encausada por haber utilizado fondos públicos para comprar a diversos medios, como el conglomerado perteneciente a la familia Fellner o el Kronen Zeitung, al objeto de “convencerles” de que publicasen informaciones favorables sobre Sebastian Kurz.
En estos días, también sobre la extrema derecha del FPÖ recae la sospecha de haber utilizado subvenciones encubiertas, mediante publicidad institucional, para que diversos medios publicasen informaciones acordes a sus intereses.
Durante el último año han venido repitiéndose también agresiones físicas o verbales a periodistas que trataban de cubrir determinados sucesos. Agresiones que alcanzaron su punto máximo durante la pandemia, pero que han continuado como por ejemplo en el caso de un reportero de la ORF que fue maltratado por los miembros de la seguridad durante un acto de la extrema derecha.
En los últimos tiempos también se ha puesto de moda descalificar la labor de ciertos periodistas tachándolos de presuntos activistas, cuando cubrían determinados asuntos polémicos (por ejemplo, las manifestaciones de protesta contra la política del Gobierno para luchar contra el cambio climático).
El tribunal constitucional austriaco también ha fallado este último año contra la, en su opinión, excesiva influencia del Gobierno en los asuntos internos de la ORF, deficiencia que hubiera debido ser subsanada con una modificación legal. En vez de eso, el Partido Popular austriaco ha promulgado una ley que impide a los periodistas citar directamente de sentencias y procesos legales.
Reporteros Sin Fronteras también ve de forma muy crítica que el ecosistema de los medios austriacos se ha hecho más pobre durante el último año. De los catorce periódicos que se publicaban el primero de enero de 2023 solo doce llegaron al treinta y uno de diciembre. El Wiener Zeitung pasó a mejor vida después de más de doscientos años de impresión ininterrumpida y el periódico, vinculado al ÖVP, “Oberösterreichisches Volksblatt” también se dejó de publicar en papel y ahora solo es accesible en forma de página web.
Reporteros sin Fronteras también advierte de que la llegada de la extrema derecha al poder supondría una catástrofe para la libertad de prensa. Los planes del FPÖ ya pasan por despiezar y reducir al medio o conglomerado de medios públicos, la ORF, dejándola en la raspa.
En el informe de Reporteros sin Fronteras también se menciona a los periodistas fallecidos este año en el cumplimiento de su deber. Encabezan por derecho propio la lista los cien periodistas palestinos muertos por el ejército israelí, el cual, lógicamente, no quiere tener testigos en la escabechina que está haciendo (como, por otra parte, todos los ejércitos). En Rusia, por razones también obvias, los periodistas tienen una sospechosa propensión a morirse. 162 personas dedicadas a la información “han sido fallecidos” este último año. Mucho peor están en Eritrea (180 informadores muertos), Siria (179) y Afganistán (178).
Como todo no va a ser llorar, en Polonia, una vez se han librado del Gobierno de extrema derecha que les afligía, los periodistas han podido trabajar más en condiciones.
En la Unión Europea los peores países en cuanto a la libertad de prensa son Hungría (no es ninguna sopresa), Malta y Grecia. El Gobierno ultra de nuestros vecinos eslovacos incluso se ha cargado la radiotelevisión pública, dejando a la población a merced de intereses privados, muchas veces poco confesables.
En lo tocante a Viena Directo, los lectores pueden tener dos seguridades: la primera que, como no hay publicidad, ni me paga nadie (o sea, soy mi propio jefe) digo lo que considero, honradamente. La segunda que, como voy siempre con la verdad por delante, también tienen por delante mis sesgos. Es más de lo que la mayoría de la gente puede asegurar.
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