Lena al desnudo

La candidata de Los Verdes al Parlamento europeo, Lena Schilling, tiene problemas. Muchos problemas ¿Una cuestión de Karma?

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8 de Mayo.- Una de las mejores películas del Hollywood clásico y que, de hecho representó el renacer de la carrera de Bette Davis, es “Eva al Desnudo” de Joseph Leo Mankiewicz. Trata de una joven, en apariencia inocente que corteja a una gran estrella del teatro, hasta que consigue conquistar a todo su entorno y toma su lugar.

Hoy, al leer sobre las revelaciones surgidas del periódico Der Standard, alrededor de Lena Schilling, la candidata de Los Verdes a las elecciones europeas, uno no podía por menos que acordarse de aquella película.

Schilling, 23 años, surgida del entorno de los activistas en contra del cambio climático, guapa (con cierto parecido a otra Lena, la cantante que ganó Eurovisión por Alemania hace años), no contaba -ni cuenta- con gran simpatía dentro de las propias filas de su partido. Esto no tendría nada de particular, ya que la política, igual que el mundo del teatro, es un ecosistema en donde las puñaladas traperas y las envidias están a la orden del día. Lo resumió perfectamente un político de la antigua UCD española “Dinero no había, pero cuando pregunté cuántas cabezas de cartel teníamos, en cada provincia se ofrecieron tres o cuatro”. O sea, que todo el mundo quiere ser el que ocupe el lugar de honor en las listas.

Según investigaciones del Standard las cuales, según el periódico, están respaldadas con los testimonios de unas cincuenta personas, que no se conocen entre sí, Lena Schilling sería una persona de esas que, cuanto más las conoces, más quieres a las babosas (pobres animalicos).

De hecho, la gente cuenta y no para.

Se dice de ella que tiene una relación por lo menos “peculiar” o “problemática” con la verdad y que, a sus 23 años, ha inventado todo tipo de mentiras para llegar al punto en donde está, fabricándose un personaje más atractivo sin reparar (o quizá reparando pero sin que le importase mucho) en que sus embustes podrían resultar muy dañinos para personas inocentes. Por ejemplo, hace algún tiempo, en sus tiempos de activista, parece ser que Lena Schilling tenía contacto regular con un periodista. De un día para otro, le dio por afirmar que el hombre la había acosado sexualmente. El medio para el que trabajaba el periodista le puso en cuarentena e inició una investigación que al final quedó en nada.

Una de estas mentiras ha llegado a los tribunales. Lena Schilling afirmó que una de sus mejores amigas había sido agredida por su marido de tal manera que, a causa de la paliza recibida, había perdido el hijo que esperaba.

La mujer denunció a Lena Schilling ante los tribunales y, según investigaciones de Der Standard, la político verde ha sido condenada a pagar una indemnización de 20.000 euros en el caso de que vuelva a mencionar a la demandante.

Sin cortarse un pelo, Schilling, según parece, ha inventado una relación amorosa con un periodista de televisión al que, por lo visto, también le ha adjudicado alegremente líos amorosos con otras políticas de Los Verdes (por supuesto, todo trolas). Todas estas historias tienen potencial para hundir una carrera o sumir a la persona en el descrédito.

En octubre pasado, Schilling también estuvo implicada en la dimisión de un diputado verde, Clemens Stammler.

Incluso Sigrid Maurer declaró que Stammler se había retirado porque había herido a una chica a la que había acosado sexualmente en la discoteca U4 y también a un periodista que había intentado ayudarla. Ahora se ha sabido que la presunta acosada había sido Schilling. Muchos creen reconocer en el comportamiento de Schilling un patrón y, en cualquier caso, voces de Los Verdes que quieren permanecer en el anonimato piensan que los controles sobre la idoneidad de Schilling no han sido suficientemente estrictos o que se “han ignorado las señales”.

Los mismos periodistas de Der Standard afirman que han dejado fuera muchas acusaciones por ser demasiado privadas o, simplemente, por no tener medios suficientes para demostrarlas.

Para Los Verdes, aún cuando ninguna de las cosas anteriores se refiera a la política, el tener a Lena Schilling en la picota es un problemón. En mitad de la campaña electoral no se puede destapar un asunto semejante, que deja a la candidata con el trastévere al aire.

De manera que para intentar una estrategia de control de daños, se ha organizado una rueda de prensa en la que han estado la misma Lena Schilling, el vicecanciller Kogler, Sigrid Maurer, jefa de Los Verdes en el Parlamento y Leonore Gewessler, la ministra de energía. Los cuatro han respaldado a la acusada e incluso Kogler, utilizando un estilo más propio de una rueda de prensa de un Madrid-Barcelona que del Parlamento, ha calificado todas las revelaciones del Standard de “pedos” o “mierdas” (gefurze) y ha señalado que todo se debe a una campaña orquestada, etcétera, etcétera.

Es poco probable que Lena Schilling dimita (hacerlo sería tanto como admitir que es un bicho) aunque lo cierto es que no ha negado nada. Se ha limitado a decir que las cosas que se dicen de ella “no se refieren a la política” (como si todo no se refiriese a la política, en una campaña electoral o como si tuviera carta blanca para hacer lo que le saliera del activismo cuando no estaba trabajando). También es una incógnita cómo afectarán las acusaciones al resultado electoral de Los Verdes.


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