La desaparición casi total del “usted” en la conversación española, le resulta a los austriacos bastante desconcertante.
27 de Mayo.- Los usos sociales son como las cucarachas de aquel anuncio, nacen, crecen, se reproducen y con Cucal, mueren y desaparecen.
En 2025 celebraré si Dios quiere mi primer medio siglo andando por este valle de fábricas de tristeza y para otra gente, si digo la frase “cuando yo era chico” empezará a sonar al periodo precámbrico.
En ese periodo ya cada vez más remoto de nuestra historia, se nos inculcaba a los críos el tratar de usted a las personas mayores, o a las personas desconocidas, o a las personas “de respeto” (así se decía). Es un uso que se ha perdido completamente en casi todos los casos. Solo unos pocos nos resistimos a tratar de tú a personas que nos imponen o a las que, simplemente, reconocemos un valor superior al nuestro propio. Los que seguimos haciéndolo, porque se nos escapa, o porque nos parece un sindiós lo contrario, quedamos como lo que somos: gente anticuada que sigue conservando una reliquia del lenguaje mandada retirar.
Recuerdo, por ejemplo que, aunque ella me insistía mucho y aún a riesgo de ser maleducado, a mí se me escapaba sin darme cuenta el usted con Alicia Jiménez Bartlett, una de las personas más…indescriptiblemente entrañables e inteligentes que yo he conocido nunca. Cuando ella me lo recordaba, yo la tuteaba un par de frases, y luego… ¡Pimba!, se me volvía a olvidar y otra vez de usted. Y es que, a su lado, yo me sentía muy pequeño y muy insignificante y muy poca cosa, y me daba muchísimo apuro sugerir siquiera con el tuteo que yo pudiera estar a la misma altura que la madre de Petra Delicado.
Como sabe quien me lea con un poquito de frecuencia, yo soy un oyente inveterado de radio. Más específicamente, de Radio Nacional. Me superencanta (o me “putoencanta” ) la radio pública. Me siento representado por sus programas y por su línea editorial y por sus valores de servicio público.
Me levanto todos los días con Iñigo Alfonso, un hombre que es buen periodista y mejor persona (y que, un día, por mediación de un amigo, me mandó un audio de whatsapp que tengo guardado como oro en paño, porque me hizo sentir la persona más especial del mundo). Siempre que puedo, oigo en directo a mi Toño Pérez, ese hombre que obra el milagro de ser gracioso sin interrupción quince minutos todos los días. En podcast escucho a Carles Mesa y los sábados por la mañana no falto a la cita con el de Documentos Radio Nacional, con Modesta Cruz.
Una de las cosas que más me gusta de RNE es que siguen conservando el usted cuando entrevistan a ciertas personas, aunque la fórmula que se va generalizando lentamente es lo que yo llamo el “tuteo falso”. O sea, le tratas de tú a quien sea, pero con tono de usted. Esta extraña fórmula se articula mencionando primero el cargo de la persona de que se trate y luego atizándole el tú. Por ejemplo: “Alcalde, como tenéis pensado hacer este año con las luces de navidad?”.
Yo, como soy de la vieja escuela, encuentro esta fórmula chirriante y, sobre todo, hipócrita. Como cuando decían que el rey padre, Campechano I, era muy ídem. Y yo contestaba: “No te jiba! Porque es una campechanía de arriba abajo, imagínate si alguien se atreviese a usar con el rey la familiaridad que él usa”.
Según mi experiencia, este sistema nuestro que ha laminado los diferentes escalones de comunicación antiguos, que eran tan eficientes, les resulta un poco raro a los austriacos los cuales, como todo el mundo sabe, conservan el “Sie” (usted) salvador, útil en tantos engorros de la vida diaria.
Porque, aceptémoslo, en determinadas situaciones de nuestra existencia es muy, pero que muy útil, querer tener una distancia con gente que nos aborda con intención, por ejemplo, de sacarnos los cuartos. O con gente que pretende involucrarnos en dinámicas que…!No, hija, no! Ahí, en alemán, le pones al pelandrusco que sea un “Sie” / Usted por delante y le dejas en su sitio. Porque haces como mi gata Sofía cuando no quiere compartir mi cama con mi gato Timi. Un zarpazo a tiempo, se mire por donde se mire, es una victoria.
Cuando se pierden palabras, se pierden matices de la vida. Se ganarán otras cosas, no digo que no, pero es lícito echar de menos lo que ya no se puede decir.
Deja una respuesta