Austria, el Papa Francisco y el “mariconeo”

El Papa Francisco en una imagen generada por IA

El Papa ha utilizado una palabra bastante despectiva para hablar de los homosexuales, cosa poco típica de él.

28 de Mayo.- Di que estaba Su Santidad, el papa Paco, reunido con unos coleguitas tomándose unas horchatas (cuando estás todo el día celebrando misas y, por ende, pimplando zumo fermentado de uva, tienes que ingerir algo que te asiente el estómago). La reunión, según parece, era “a puerta cerrada” o sea, que no estaba planeado que lo que se hablaba en la reunión saliese de aquellas cuatro paredes. La conversación, es importante decirlo, se desarrollaba en italiano, que es el idioma oficial del Vaticano.

En estas, cuatro de los coleguillas del Papa Paco (los que más tiran a Bertín Osborne) le preguntaron qué pensaba él de que los hombres homosexuales pudieran entrar en los seminarios para estudiar para cura.

La pregunta debió de ser algo como:

Papa Paco, Papa Paco, che cosa pensate dei homosessesuali, per male nome, bujarroni, chi sono in gli seminari, per la gloria de la sua matre? Sono pecatori de la pratera in pecato mortali de mortadela?

El Papa Paco debió coger su vasito de horchata para ganar tiempo, chuperreteó un par de veces y dijo:

Mi pareche molto male che gli homossesuali entren in li seminari. Noi debiamo fare qualque cosa, perche giá c´e molto mariconeo e noi riscono de che c´e un Grindr de curi.

Al escuchar la palabra “mariconeo” (frociaggine, en el original) a muchas de sus eminencias les debió entrar un ataque de tos y se les debió escapar la horchata por las venerables narices. Dado que, en italiano, la palaba utilizada por el Santo Padre y Sumo Pontífice, es bastante despectiva (vamos, como en castellano). El Papa es un caballero de los que se tienen que mirar la próstata hace años, de manera que es poco probable que se haya dado por enterado de que no se puede ir por la vida llamando “maricón” a las criaturas (a menos, claro, que tú mismo lo seas y que quieras descargar el insulto por medio de la broma). De cualquier forma, sospecho que Su Santidad ha sido víctima de un fenómeno que a todos nos ha pasado viviendo en Austria.

Paso a desarrollar.

QUÉ TIENE QUE VER ESTO CON AUSTRIA

El padre del Santo Padre fue un señor llamado José Mario Francisco Bergoglio, procedente de la población de Portacomaro, en el Piamonte, un lugar que hoy tiene poco menos de 2000 habitantes. Siendo mocito, Bergoglio senior se marchó a Turín, en donde trabajó como contable en una pastelería. Allí parece que conoció a la madre del Santo padre (o sea, a la santa madre del santo padre). Como la señora no estaba de acuerdo con el fascismo, el matrimonio Bergoglio emigró a la Argentina. Y allí, el 17 de diciembre de 1936, nació el pontífice.

Según se colige, para Bergoglio el italiano es su lengua materna y es poco probable que hiciera de crío ningún curso de italiano (todos aprendemos la lengua materna sin saber nada de sujetos o predicados). Más tarde no lo sé, pero es muy probable que para Bergoglio el italiano sea, en primera instancia, el dialecto de Portacomaro y, naturalmente, las palabras homófobas de Portacomaro que le debió de escuchar a su santo padre muchísimas veces.

De manera que, cuando quiso hablar con los cardenales utilizando un tono familiar y campechano, el archivo mental de Bergoglio debió de acudir a unos términos que, a buen seguro, había escuchado en su casa, sin reparar en “el peso” que esa palabra pudiera tener para otra gente. Porque para Bergoglio la casa de sus padres era, probablemente, un lugar que él percibía como seguro. Y su idioma también. Un idioma en el que podía ser “él mismo”. En nuestra casa, todos nos tiramos pedos, por ejemplo.

Por otro lado, todos tendemos a utilizar con alegría las palabras malsonantes en otro idioma que no es el nuestro diario con mucha alegría. El alemán no es especialmente creativo en cuanto a los insultos, pero uno ha presenciado varias escenas en las que un hispanoparlante, creyendo hacer algo divertido, ha dicho alguna salvajada. Estoy casi seguro de que el Jorge Mario Bergoglio no utiliza ese tipo de lenguaje cuando habla en español, la lengua en la que fue al colegio y que es su lengua de trabajo (aunque claro, con un argentino, con perdón, vaya usted a saber, véase Milei).

Después de todo lo anterior, quisiera decir que a mí el Papa Paco me cae bien (somos tocayos) y pienso que en el “mariconeo” no hubo mala intención sino desliz verbal. No le pega tener mala intención. Creo que la mala intención se la pusieron otros.

ACTUALIZACIÓN: Después de publicarse este artículo, el Papa ha pedido perdón por sus palabras. Si es que es un cacho’pan, el hombre. Bien está lo que bien acaba.


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