Hace unos minutos, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ha hecho una llamada desesperada. En Austria sabemos que dice la verdad.
5 de Junio.- El domingo es bastante probable que partidos que niegan el cambio climático (o que niegan que el cambio climático tenga que ver con la actividad humana) obtengan muchos votos en las elecciones al Parlamento Europeo.
Si esto es así, será una catástrofe. Son partidos financiados o apoyados por las granjas de trolls en Rusia, ese país del que alguien dijo que parece un país pero que lo que es en realidad es una gasolinera. En Austria, el FPÖ. Pero también, por un efecto contagio el Partido Popular austriaco, ÖVP. En algún momento de los próximos años se estudiará la llamada “cumbre” del canciller Nehammer con representantes de la industria de la automoción, en la que se promocionó, sin ningún tipo de responsabilidad, la pervivencia de los coches movidos por combustibles derivados del petróleo.
Se trata también de una de las ramificaciones del machismo. La de promocionar la idea del hombre que no está completo si no conduce un coche grande (los famosos SUV) y que haga burrún burrún.
Hace apenas unos minutos, el secretario general Guterres, ha vuelto a hacer una llamada desesperada al sentido común mundial.
Desde 2008 la temperatura media mundial ha subido los 1,5 grados centígrados que los acuerdos de París consideraban como un mal menor. Pero el calentamiento de la atmósfera no se ha detenido y sus efectos se están empezando a notar de una manera salvaje.
En estos momentos, el cauce del Danubio a su paso por Linz corre peligro de desbordarse debido a las lluvias torrenciales que cayeron hace unos días en el sur de Alemania. Lluvias que son imposibles de separar del cambio climático que, entre todos, producimos a base de seguir produciendo dióxido de carbono como si no hubiera mañana. O bien, mejor dicho, a base de seguir produciendo dióxido de carbono como si no quisiéramos que hubiera mañana.
Según los expertos, las lluvias torrenciales, concentradas en muy poco tiempo y circunscritas a una localización muy concreta tienen dos tipos de causas. Por un lado, las que están en la atmósfera.
El aumento de la temperatura media, con valores típicos del verano que aparecen cada vez antes en el año (desde hace treinta años el verano le ha robado treinta días al otoño y a la primavera) hacen que el Mediterráneo esté cada vez más caliente y que sean más frecuentes las nubes de evolución diurna. Esas nubes, por la dinámica natural de la atmósfera, migran hacia el norte, suben para pasar los Alpes, en ese proceso se enfrían y precipitan en forma de trombas muy rápidas.
Por otro lado, el agua, cuando llega a la tierra, se encuentra con que no tiene por dónde tirar, porque los seres humanos hemos llenado los ríos y sus márgenes con estructuras que impiden que el agua siga su curso natural o que empape la tierra.
Hemos desviado el curso natural de los ríos desviando los cauces y cuando el agua cae, como es lógico, rompe por donde solía.
Por eso es tan importante la ley de renaturalización de la Unión Europea, que puede ser la última oportunidad de eliminar de los ríos de la Unión estructuras obsoletas, como presas y diques que han dejado hace muchos años de cumplir su función y que lo único que hacen es fomentar que el agua se concentre.
Asimismo, las zonas húmedas en los márgenes de los ríos, no solo constituyen una reserva para nuestros compañeros de planeta, las otras especies que viven aquí, sino que también son un arma eficaz contra las inundaciones.
Volviendo a Austria, el Partido Popular austriaco (ÖVP) se opone a la aprobación en la Eurocámara de la ley de renaturalización, debido sobre todo a la presión de la poderosa industria de los agricultores latifundistas que forman el núcleo duro de su electorado (es esa misma industria la que está atizando el fuego de las protestas que -!Oh, sorpresa!- están empezando a avivarse justo antes de las elecciones europeas). Uno de los pilares del ÖVP son las poderosas organizaciones de agricultores austriacos.
Quiero terminar con un último dato escalofriante. Los últimos doce meses, hasta mayo, han sido los más cálidos en el planeta desde que se tienen datos. Si no hacemos algo pronto, si seguimos promocionando la industria de los combustibles fósiles, si no cambiamos nuestro estilo de vida y asumimos que los recursos son limitados y que tenemos que vivir sin despilfarrarlos, dentro de treinta años, grandes zonas del planeta serán inhabitables del todo o parcialmente.
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