En Wiener Neustadt se ha fundado un nuevo partido. A nadie (o casi) les ha parecido bien por ser, sobre todo, una ocurrencia bizarra.
24 de Junio.- Este fin de semana, mientras la gente se preparaba para saltar por encima de las hogueras o planeaba la pestaña que se iba a poner el día del Orgullo (según ciudades) ha sucedido en Austria un hecho bizarro, o más bien una acumulación de hechos bizarros. Se ha fundado el IPÖ. O sea, el Partido Islámico de Austria. La nueva agrupación política se ha fundado en Wiener Neustadt y lo curioso del caso es que por lo menos dos de los altos cargos del partido no saben ni que son miembros.
Pero vayamos por partes: el Partido Islámico de Austria ha sido fundado por un señor llamado Gustav Jobstmann.
El fundador del IPÖ tiene 69 años, fue capitán de barco y parece que tuvo algunos problemas con la justicia por asuntos de dinero. En concreto, atención, la justicia suiza le condenó en 2018 por haber pedido a un banco una millonada de francos en nombre del dictador indonesio Achmed Sukarno. Para obtener estos dineros parece ser que falsificó documentación y tal.
Jobstmann no es ajeno a la política. O sea, que no es el primer asalto a los cielos que emprende.
El buen hombre se ha presentado nada menos que dos veces a Presidente de la República pero, por lo que sea, no ha tenido mucho éxito. Ni van der Bellen ni Hofer se enteraron de que este señor les hacía la competencia en 2016 ni tampoco VdB se dió por aludido en 2022. El tal Jobstmann, según informan los medios austriacos, obtuvo 6000 votos.
Como decía más arriba, Jobstmann parece ser el único miembro activo de la formación que acaba de fundar (mira, mucho mejor, que luego la gente empieza a clavarse puñales por la espalda y la cosa termina como la UCD o como Unidas Podemos y Sumar). Otras dos personas que salían en los papeles de fundación del Partido ya han declinado cualquier relación con el IPÖ (vaya por Alá) y se han distanciado del proyecto.
¿Y qué le ha llevado a fundar este nuevo partido?
A falta de declaraciones de Jobstmann -que terminarán surgiendo, porque este tipo de personas se mueren por captar algo de atención- existe la suposición de que, en algún momento después de sus pleitos, Jobstmann se convirtió al Islam -cosa, por otra parte, muy respetable;no sería el primero ni el último, mira Mohamed Alí-; con las ganas de hacer méritos a toda velocidad típicas de todos los conversos, Jobstmann se ha lanzado a fundar el partido y ahora…Pues pico y pala, pico y pala.
No se puede decir sin embargo que nadie haya recibido al IPÖ como una buena idea.
Los partidos establecidos a izquierda y derecha del arco parlamentario austriaco, han dicho que una formación así es un flaco favor para los musulmanes y las musulmanas que viven en esta nueva tierra.
Aquí me gustaría abrir un paréntesis: la religión y la política deberían estar rigurosamente separadas. Sin embargo, en Austria el ÖVP es un partido demócrata cristiano de toda la vida de Dios, con una notoria querencia por las sacristías y las sotanas, y a nadie le parece mal. Un partido que fuera, pongamos, demócrata mahometano no debería tener tampoco ningún problema.
Por cierto, que la reacción del ÖVP, quizá temiendo la competencia, ha sido un poco excesiva para tratarse de un partido con un solo miembro. Ha recomendado a los musulmanes que estén detrás de la nueva formación dejarse “de sociedades paralelas” y les ha animado a adscribirse a los partidos establecidos (“y si es al nuestro, mejor”, les ha faltado decir).
Tampoco los turcos de Austria han recibido bien la idea de la fundación del IPÖ y la han rechazado vehementemente.
O sea, que es muy probable que Jobstmann, en las próximas elecciones, obtenga todavía menos votos que antes.
Por lo que sea.
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