Los incendios y los bosques

¿Dejar en evidencia las mentiras y las barbaridades sirve para algo? ¿Se puede desintoxicar a una persona “embrutesía”?

27 de Junio.- Estoy escribiendo sentado en un banco en el jardín de mi casa. A lo lejos se oye el ruido de los coches que pasan por la calle principal. Es como un oleaje lejano, al que uno se acostumbra. Los pájaros trinan en una arboleda cercana. Timi, mi gato, está sentado a mi lado, tranquilo porque yo también lo estoy. Los mosquitos (capullos de ellos) me pican en las piernas. Las llevo desnudas, porque voy con unos pantalones cortos. Casi es de noche.

En este lugar fresco, a salvo de las tribulaciones del mundo (o, mejor, en donde las únicas tribulaciones son las que trae el mundo de fuera) parece que la realidad fuera una balsa de aceite. Seguramente lo sea mucho más de lo que parece. Y sin embargo parece que el ruido triunfa. El ruido del populismo, en particular.

Tengo que confesar que le he dado muchísimas vueltas al asunto. Como ciudadano, en la modestísima medida de mis posibilidades, me siento en la obligación de luchar contra esa lacra. Sin embargo, tengo que reconocer que mi problema principal es el cómo hacerlo.

No es un problema nuevo. Cuando se quiere luchar contra un fenómeno de las ideas, es muy difícil hacerlo sin hacerle propaganda, involuntariamente, a esas ideas que uno considera perversas.

Hasta el punto de que conocemos bastante detalladamente el pensamiento de los herejes de la edad media gracias a los escritos apologéticos de los que lucharon contra el error.

Un ejemplo claro de esto, de este conflicto del que es muy difícil no salir pringado, fue la entrevista que se desarrolló ayer en el plató del telediario de máxima audiencia en Austria, el ZIB. Estaba invitado Herbert Kickl, pero en su lugar mandó a uno de sus mamporreros favoritos, el secretario general del FPÖ Christian Haffenecker.

Los políticos del FPÖ se han tomado mucho trabajo para no tener que acudir a los medios que no controlan. Para ellos, someterse al escrutinio de periodistas de verdad no suele ser una tarea agradable. Se ponen nerviosos, faltones, tratan de colar su mensaje y sus teorías de la conspiración.

Haffenecker no fue una excepción ayer. Con maneras untuosas, acusó al presentador, Armin Wolf, de lo que suelen acusarle en los pseudomedios que son el sucedáneo que consumen los menos dotados intelectualmente de entre nuestros conciudadanos. Manipulación, servidumbre a las élites, simpatía por la extrema izquierda o, mejor, doble rasero a la hora de tratar a la extrema izquierda y a la extrema derecha.

Armin Wolf no se arredró ni un instante (no sería Armin Wolf si lo hubiera hecho). Cuando Haffenecker le mentó la supuesta manipulación, Wolf le recordó que ya le había ganado mil euros por haberle acusado de manipulador.

Faltón, Haffenecker le acusó de estarle amenazando en directo. Wolf, sin perder la amabilidad (la profesión iría, sin duda, por dentro) le dijo que no, que solamente le estaba advirtiendo, porque ya le había ganado en los tribunales mil euros.

Haffenecker, sin querer acusar el golpe, se hizo el chulito (como solían hacer los matones en el recreo, cuando íbamos al colegio) y le dijo a Wolf que el abogado se lo había pagado la ORF y, por lo tanto, los contribuyentes con su „contribución forzada“ al sostenimiento de la tele pública (uno de los caballos de batalla de la extrema derecha en todas partes).

Perro viejo, Wolf no se inmutó tampoco esta vez y repuso que los mil euros se los había pagado el FPÖ de la subvención que recibe, como todos los partidos, las arcas públicas.

Le quiso decir, naturalmente, que el FPÖ y sus cuadros, incluyendo al pringoso Haffenecker, van por ahí diciendo que son representantes del ciudadano y que están ajenos al sistema (mutatis mutandis, es también lo que decía Podemos cuando se oponía a „la casta“ famosa) cuando todavía ningún partido de extrema derecha ha renunciado a las jugosas subvenciones que recibe de los impuestos.

Armin Wolf también le preguntó a Haffenecker por algo muy evidente y es que en las elecciones europeas la gran victoria del FPÖ se quedó en una victoria pírrica, de menos de un punto y en Innsbruck y en Salzburgo la extrema derecha tampoco tuvo un resultado brillante.

Haffenecker sacó pechito y, herido en su pundonor, acusó a Wolf de querer minimizar los “exitos” del FPÖ.

En una conversación que por momentos se hizo bronca, también Haffenecker dejó otro titular, que sin Kickl en el Gobierno no habría coalición con el FPÖ.

Volviendo al principio de este artículo ¿Hizo bien Armin Wolf? ¿Tienen algún resultado, en las mentes de personas “embrutesías” por años de propaganda, las honradas explicaciones que tratan de desmotar las barbaridades de la extrema derecha o sus charlatanerías antivacunas o contra científicas? A pesar de que yo intento hacer el esfuerzo también todos los días, tengo que reconocer que tengo mis dudas. Aunque también pienso que si los bomberos se dejaran intimidar por la magnitud de los incendios forestales ya no quedarían bosques.

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Foto Bernal Vienna presenta a Danial en “Song of the Forest”


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