Hoy se ha presentado el informe anual sobre integración y sus conclusiones no dejan lugar a dudas. Algunas verdades incómodas, también.
8 de Julio.- Todos los años, el Ministerio de Integración austriaco publica un informe a propósito de la vida de los extranjeros en Austria.
Se trata de un recorrido muy documentado y profesional sobre los retos a los que se enfrenta esta pequeña república en lo que concierne a la emigración.
AUSTRIA Y EL INVIERNO DEMOGRÁFICO
Como conclusiones preliminares se puede decir que la sociedad austriaca se enfrenta a la misma situación que la mayoría de las sociedades europeas. Por un lado, necesita de nosotros, los trabajadores migrantes, para seguir manteniendo su nivel de vida, sus servicios y su mercado laboral. Por otro, los trabajadores migrantes tenemos por fuerza que poder integrarnos en una sociedad funcionante. Para que esto sea así, es inevitable que tanto las personas que ponemos pie en esta tierra que nos acoge como la sociedad en la que aterrizamos, cambie. Se trata de una influencia mútua hacia la que los austriacos siempre han sido muy reacios. De hecho, se podría decir que las fuerzas políticas del arco parlamentario se podrían clasificar según lo reacias que son a que la sociedad austriaca sea permeable a la influencia de los inmigrantes.
Entrando en materia, o sea, yendo a lo mollar del asunto, hay un hecho incontrovertible: según Statistik Austria, de aquí al principio de la segunda mitad de este siglo, Austria alcanzará los diez millones de habitantes (ahora andamos por los nueve). Será, ante todo y sobre todo, gracias a la inmigración. Sin trabajadores extranjeros, esta república estará perdida. Por un tema de demografía, sobre todo. La población austriaca autóctona está cada vez más envejecida y tiene unos índices de natalidad cada vez más bajos. Pronto, nacerán menos niños que personas que fallecerán (también, claro, porque las cohortes de la posguerra mundial fueron extraordinariamente prolíficas). Si Austria no importa talento y trabajadores, no podrá mantener su economía en funcionamiento.
AUSTRIA NECESITA TRABAJADORES
¿Qué pasa en la actualidad? Pues según el informe que se ha publicado hoy, Austria necesita, en este momento, de toda la mano de obra de la que se pueda disponer. Los partidos xenófobos reniegan de esto y aquellos cuya xenofobia está más o menos velada (el Partido Popular austriaco, por ejemplo) abogan por una inmigración compuesta en su mayoría por trabajadores cualificados. En realidad, Austria necesita también trabajadores de una cualificación baja, para aquellos puestos de trabajo que no exijan un conocimiento profundo del alemán. Los candidatos a estos puestos vienen sobre todo de la emigración de Oriente medio (sirios, afganos, etc). El principal obstáculo para estas personas es la alfabetización. Un setenta y cinco por ciento de las personas que vienen de esa zona del mundo, básicamente expulsadas por las guerras, saben leer y escribir solo en caracteres arábigos. Tienen que ser alfabetizados en la escritura latina. Un 23% de ellos (sobre todo, de ellas) no saben ni leer ni escribir. La alfabetización es un elemento clave para lograr la integración de estas personas, para que puedan encontrar un trabajo.
Paradójicamente, los inmigrantes ucranianos o procedentes de otros lugares de Europa, a pesar de estar mejor cualificados, se enfrentan a un obstáculo grande: el idioma. Fue mi caso, por ejemplo. Hasta que yo pude vender mi trabajo y obtener un sueldo de acuerdo a mi cualificación académica, tuvo que pasar un tiempo en el que me dediqué a aprender el alemán suficiente para poder decir todas las cosas que ya sabía en español.
Parece una perogrullada, pero no lo es de ninguna manera.
¿QUÉ DECISIÓN ES LA CORRECTA?
Naturalmente, si todo lo anterior es cierto, la pregunta es evidente ¿Qué tiene que hacer la sociedad con los migrantes que vienen a estas tierras mientras están en condiciones de trabajar? Aquí, la Ministra de Integración ha aprovechado para meter una cuña publicitaria de esas que les gustan a las viejas (viejas mujeres y viejas hombres) que leen el Kronen Zeitung. Junto con la extrema derecha, la Ministra, Susanne Raab, ha abogado por que, siguiendo el modelo danés, los migrantes tengan que estar residiendo legalmente y cotizando en Austria por lo menos cinco años para poder acceder a ayudas sociales.
Esta pretensión es abonar un poquito más el mito del extranjero que viene a Austria a vivir “de la paguita”.
Sin embargo, basta acudir a la mentalidad empresarial más ortodoxa para darse cuenta de que, para la sociedad austriaca, esos setecientos euros que permiten al extranjero mantenerse mientras encuentra un trabajo no son en realidad un gasto, sino una inversión que el estado recupera más tarde con creces. De la misma manera que el Estado recupera multiplicado todos y cada uno de los euros que se invierten en el subsidio de desempleo.
Y los recupera de dos maneras: por un lado, en forma de actividad económica y, por otro, en forma de paz social. En otras palabras y aunque esta opinión pueda resultar impopular o chocante: a la sociedad le sale muy rentable mantener a un 0,01% de vagos (si los hubiere) antes de que esa gente se dedique a la delincuencia o a la violencia.
Por último: hoy estaba leyendo en internet esa basura digital que es la prensa sensacionalista austriaca y el artículo que hablaba de este informe tenía puesto, con toda la mala leche posible y alguna más, el título siguiente “Casi la mitad de las personas que viven en Viena han nacido en el extranjero”.
ESTOS SON LOS EXTRANJEROS MÁS NUMEROSOS
Como diría el castizo !No te jiba! Claro que sí, porque probablemente han nacido en Alemania. Algunas cifras: de los nueve millones que vivimos en Austria, 2,45 millones tienen lo que aquí se llama “migrations hintergrund” o sea, procedencia extranjera de algún tipo. 1,829 millones son extranjeros de primera generación y el resto de segunda.
Los grupos nacionales más representados son, en primer lugar, los alemanes, que son los extranjeros más numerosos, con más de 232.000 efectivos, les siguen a mucha distancia los rumanos y los turcos. Los sirios son 95000 y los ucranianos 8000. Españoles, según mis cálculos, andamos por los cuatromil y pico (censados).
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