La selección ganó y se mereció ganar, pero a mí, desde que leí una noticia, no hay quien me quite una estadística de la cabeza.
15 de Julio.- Hoy es el día siguiente a la victoria ayer (merecida) de la selección española masculina de fútbol. No solo fue muy guay que ganaran, sino también estaba a la vista que nuestros jugadores son más simpáticos y majos que los paisanos de Victoria Beckham.
Todos los ingleses (igual por el rebote de no ganar) tenían pinta de presidiarios.
Como es lógico, tras una hazaña semejante, los ojos de la atención pública se han posado sobre los jugadores, sobre esos 26 hombres que ayer se comían los codos de los nervios en Berlín. Singularmente sobre la mascota de la selección, Yamine Lamal, del que, por supuesto, oiremos hablar mucho en los próximos años.
A cuento de lo que ahora pasaré a explicar, yo he pensado que, de esos veintiséis hombres, por lo menos dos habrán sentido cierto miedo al notar sobre sí la atención pública. Me explico.
Prácticamente al mismo tiempo de que la selección se proclamase como el mejor equipo de Europa, Ralf Schumacher, 49 años, ex piloto de fórmula uno, ha salido del armario vía Instagram. Para hacerlo, ha publicado una fotografía con su pareja que es otro hombre francés. Schumacher (su hermano sigue postrado debido a las consecuencias de un accidente de esquí) estuvo casado con una señora durante catorce años, y tiene con ella hijos. Sin embargo, debido probablemente a la presión que la cultura patriarcal impone sobre el mundo del deporte, ha tenido que esperar a retirarse de la competición activa para dar a conocer esta faceta tan personal de su vida.
Por supuesto, Schumacher ha tenido al suerte de que ha recibido muchos mensajes de apoyo (hombre, habrá cabestros que hayan dejado de seguirle en Instagram, pero esos, los homófobos, no escriben -entre otras cosas porque no son criaturas alfabetizadas) pero a mí me ha dado por pensar cuántas veces, Schumacher, mientras corría con los coches y la masa le animaba por ser un piloto tan bueno, por exhibir y dominar los atributos tradicionales del macho o sea, valentía, dominio de la máquina y una sexualidad agresiva exhibida junto a mujeres florero, no se habría sentido un impostor. Cuántas veces no habrá tenido miedo de que algún periodista, algún fotógrafo inoportuno, captase un gesto hecho sin pensar, una mano puesta en un sitio del cuerpo de otra persona que denotase una intimidad, un lapsus en una conversación o, peor, en una rueda de prensa.
Seguramente Schumacher habrá envidiado mucho a otros colegas que podían hablar sin miedo, con una naturalidad que a él le estaba vedada, y seguramente muchas veces se habrá preguntado el porqué de esta injusticia. Hasta ahora.
Y pensaba yo que, seguramente, y si se cumplen las estadísticas, de esos veintiséis hombres que ayer posaron con el Rey Felipe, nuestro señor, por lo menos dos (o más) tienen en estos momentos el mismo miedo que Schumacher ha tenido durante muchos años. Y es probable que cuando lean en Forocoches y lodazales semejantes elogios a su buen hacer futbolístico y a sus cojones, no puedan evitar sentir el escalofrío de pensar “si esta gente supiese…”. Son dos, o más, que tendrán que esconder a sus parejas en las celebraciones, por ejemplo. No podrán compartir en público la alegría del esfuerzo recompensado. Quizá les digan a sus novios “no, esta vez es mejor que no, ya llegará el momento”.
Una de las ventajas con las que ha contado la selección femenina de fútbol desde el principio es que todos hemos sabido que varias de sus jugadoras tienen novia. Y no ha pasado nada. Aunque también quizá esto último sea una manifestación, menos evidente, más sutil, del machismo. Porque al fin y al cabo, dicen los machistas como el tonto de Rafael Nadal, ellas son menos importantes, no tienen el impacto económico de, qué sé yo, un Cristiano Ronaldo (Es más: sería Ronaldo quien es si se fuera homosexual?).
En Austria, que yo sepa, no hay deportistas en activo abiertamente homosexuales. Y si la extrema derecha se ha metido con los dos o tres jugadores de fútbol racializados de la selección austriaca, supongo que es fácil saber el porqué.
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