El secretario general del FPÖ, Hafenecker, ha sido condenado por haber falsificado certificados de la CoVid en 2021. Cabe recurso.
17 de Julio.- Para la mayoría de las personas, los tiempos de la pandemia se han convertido en un recuerdo lejano, una región de la memoria que a nadie (o casi) le apetece volver a visitar.
Con el tiempo, es probable que nos ocurra a nosotros como le sucedió a la generación de nuestros bisabuelos con los aciagos tiempos de la mal llamada “gripe española”. Un periodo de oscuridad que desapareció del registro público como si nunca hubiera sucedido.
En nuestros días, solo los más acérrimos conspiranoicos siguen aferrados a lo que sucedió en aquellos días, dándole vueltas a aquello con un rencor a todas luces neurótico.
Lejos quedan los confinamientos (en el caso español más estrictos, en el caso austriaco más ligeros), los maratones de compra de papel higiénico, la masa de panaderos a la fuerza (valga la metáfora) y los espacios de separación en los teatros y en los cines (cuando se podía ir al teatro y al cine), lejana queda la mascarilla y lejanos aquellos certificados de estar limpios de enfermedad que todos teníamos que enseñar cuando íbamos a determinados sitios concurridos o para viajar.
Lejos quedan, pero no para la justicia.
En 2022, una investigación en el teléfono móvil de un antiguo funcionario del FPÖ, un pieza de cuidado llamado Jenewein, puso a la policía sobre la pista de un jugoso asunto.
Presuntamente -ya no, porque la sentencia ha salido hoy- un grupo de personas vinculadas al FPÖ, entre ellos el notorio ultra Christian Hafenecker, secretario general de ese partido, se habían servido de certificados falsificados al objeto de poder ir al fútbol.
Concretamente, para poder asistir a un partido del campeonato europeo que se disputó en Budapest el 23 de Junio de 2021.
Los acusados, Jenewein, Hafenecker y otros listos vinculados a ellos, se habían hecho tests (PCRs) en una empresa llamada Lead Horizon (test que, por cierto, resultaron ser negativos). Sin embargo, como no llegaron a tiempo, decidieron fabricarse unos cuantos certificados magufos para poder ir al partido.
Este fue el principal argumento de la defensa, o sea, que los acusados habían cumplido por su parte al dejarse testar y que, al fin y al cabo, no habían mentido, porque los tests habían dado negativo. La fiscalía (y el juez) no han sido de la misma opinión.
Su postura resulta bastante lógica: mutatis mutandis, es como si alguien pierde el carné de conducir y, en vez de pedir uno nuevo coge una cartulina, le pega una foto y se lanza a la carretera a devorar kilómetros.
Yo me atrevo a añadir que quien es corrupto en lo pequeño, como esto, también es perfectamente capaz de ser corrupto en lo grande.
Un argumento más para no votar a la extrema derecha (por si faltara alguno).
Los acusados, Jenewein, que ya no pertenece al FPÖ (por lo menos oficialmente) y Hafenecker han sido condenados a multas de 2000 y 5700 respectivamente.
Una particularidad de este caso es que el juez se ha tenido que enfrentar a una sala vacía de acusados.
La explicación la ha dado la defensa de Hafenecker. En un año electoral como es este, el secretario general de la ultraderecha no quería una foto suya sentado en el banquillo de los acusados, por lo cual su defensa se ha acogido al derecho de actuar por delegación y que el acusado no estuviese presente.
En cualquier caso, las sentencias no son firmes, porque por lo menos uno de los acusados (Hafenecker) ha anunciado que impodrá un recurso.
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