Pasen y vean. Las aduanas austriacas han decomisado en seis meses artículos super curiosos. Además de droga, claro.
23 de Julio.- Cuando yo estudiaba, allá por los noventa, vivíamos en plena globalización. Un estado feliz que pensábamos que no se iba a terminar nunca. Mis compañeros de estudios llevaban el pelo como si se lo hubiera lamido una vaca, siguiendo el ejemplo de Mario Conde. Alguno, especialmente opusino, iba en traje a la universidad. Teníamos varios profesores de economía de talante decididamente neoliberal, que echaban pestes de todo lo que fueran aranceles y proteccionismo. Durante mis años de estudiante, día sí y día no, escuché hablar de lo terribles que eran el proteccionismo y las aduanas, que lo único que hacían era debilitar la industria local y que todo fuera más caro y “más peor”. Tan insistente fue la matraca, que ahora oigo “aduana” y todavía siento una cierta incomodidad.
Lo cierto y verdad es que las aduanas también hacen un servicio a la comunidad. Por ejemplo, sirviendo de filtro para la introducción en los territorios de sustancias peligrosas para la salud y desincentivando que se cometan desafueros contra la naturaleza.
Como sucede con periodicidad semestral, las aduanas de Schwechat han presentado su informe semestral en el que, además de explicar que en esta primera mitad de 2024 el aeropuerto de Viena tuvo un día de récord absoluto de viajeros (113.000 en 24 horas, date cuenta, amiga) o que el número de paquetes de chismes baratos procedentes de China ha aumentado un veinte por ciento (TEMU) también se han decomisado muchos artículos que viajeros inconscientes o malvados o inconscientes y malvados estaban intentando introducir en Esta Pequeña República.
Entre los objetos y seres vivos decomisados, la policía se incautó de pastillas para ayudar a que el miembro viril cumpla su función, seis cachorros de gato, sanguijuelas (vivas), multitud de chismes hechos con marfil de pobres proboscidios, 120 kilos de pastillas de la risa, polvos de la madre celestina y demás drogas y 1,2 millones de euros contantes (y sonantes) que los viajeros trataban de introducir en el país para darse la vida padre.
En general, la dirección de las aduanas austriacas se muestra contenta de cómo va el asunto, aunque dicen que, si el Gobierno abriera un poco la mano en el asunto de la protección de datos, podría cazarse a más personas con malas intenciones (claro, es imposible ver las maletas de tantos miles de viajeros una por una).
Sin embargo, las leyes de protección de datos son muy estrictas y solo en el caso de que el personal de aduanas sospeche que se podrían estar cometiendo delitos que impliquen condenas de varios años de cárcel, puede acceder a los registros de la policía.
El Ministro de Finanzas (Magnus Brunner, ÖVP) del que dependen las aduanas (los aranceles son impuestos) también ha declarado que funcionan muy bien los puestos de control fronterizos del sur y del este de Austria pero que lógicamente, Schewchat es el punto por donde más personas tratan de introducir artículos prohibidos en Austria.
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