En las redes sociales el éxito de los partidos austriacos es muy desigual. Uno de ellos gana, sin embargo, por goleada.
8 de Septiembre.- La agencia de noticias APA (el equivalente a la agencia EFE en Austria) ha publicado un artículo del que diferentes medios austriacos se han apresurado a hacerse eco (“fusilando” directamente amplios párrafos).
El titular: la extrema derecha es imbatible en las diferentes redes sociales.
Durante varios meses, una consultora ha analizado la interacción de los usuarios de internet con las redes sociales de los diferentes partidos. De estos análisis se desprende que la extrema derecha gana, y gana por goleada, en todas las redes sociales más usuales. Todas menos Twitter, curiosamente, la que sería más afín ideológicamente. En todas las demás (Facebook, Instagram, Tiktok y Youtube) los ultras recogen ahora el fruto de un trabajo disciplinado, una estrategia a largo plazo que les ha llevado a independizarse de facto de los medios procedentes del mundo anterior a internet.
De todas las interacciones registradas, los ultras se apuntan 2,4 millones. El segundo en la lista, a una distancia sideral, es Andreas Babbler, con algo más de seiscientasmil y el tercero es el canciller Nehammer, con cuatrocientas y pico mil.
Los ultras dominan el mecanismo que ha hecho de las redes un lugar irrespirable para cualquier persona con sentido común. No solo invierten ingentes cantidades de dinero en publicidad (una publicidad que antes era mucho más rentable que ahora, pero que sigue siendo más barata, en términos de target alcanzado que la publicidad tradicional) sino que también usan los algoritmos a su favor. Y algoritmo lo que quiere son reacciones.
La receta del éxito es fácil pero al mismo tiempo difícil si se tiene un poco de decencia y de ética (cualidades que, por supuesto, están ausentes en la ultraderecha): “Mensajes sencillos, muy polarizadores, la mayoría de las veces sacados de quicio o exagerados. Pero eso es lo que nuestros partidarios quieren”.
El que así hablaba era Heinz Christian Strache, cuando era aún el jefe de los ultras.
Al lado de los mensajes ultras, frecuentemente ayudados por ripios que ayudan a los receptores a fijar el mensaje, las campañas tradicionales de los políticos que ocupan lugares más centrales del espectro resultan apagadas, de manera que tienen muchísimo más difícil llegar a los electores.
Por no hablar de qué, además, hay todo un ecosistema de páginas web que utilizan los mismos métodos y repican estos sistemas.
La propaganda de los ultras es, en este sentido, impecable y profesionalmente inmejorable. Dos o tres veces por semana, con una regularidad digna de mejor causa, algún jerifalte del FPÖ convoca una rueda de prensa con alguna idea descabellada que es inmediatamente trocedada en mensajes aptos para la comprensión de seres unicelulares y luego difundida a la velocidad del rayo por internet. Y cuando no hay ningún asunto de actualidad, por supuesto, se inventa.
Es una maquinaria perfectamente engrasada y programada para crear la sensación de que el fin del mundo está cerca y que adquiere en muchos momentos tonalidades histéricas.
Otro dato curioso es que en esto de la política los austriacos son tradicionales. La red más utilizada es la más vetusta, Facebook, seguida por Instagram y Twitter.
Una diferencia es también la procedencia del contenido. Mientras que todos los partidos repican entrevistas de la ORF y otras cadenas de televisión los ultras tienen su propio canal de YouTube en el que elaboran sus propias entrevistas, de contenido cuidadosamente controlado, para consumo de sus partidarios.
Los nazis también descubrieron muy pronto la enorme eficacia de los nuevos medios de comunicación, singularmente la radio, para la difusión de sus mensajes. Como las redes sociales hoy, la radio y el cine eran entretenimientos baratos, masivos, dirigidos sobre todo a los estratos más bajos de la sociead. Los nazis, como los ultras hoy, también utilizaron la propaganda no solo de manera creativa, sino también sin los más mínimos escrúpulos.
La pregunta es ¿Tendría el mismo éxito la estrategia de propaganda ultra si no hubiera un Zeitgeist favorable? Ahí, creo yo, está la clave de todo este asunto.
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