Salvo problemas de última hora, yo sé perfectamente dónde voy a estar el domingo que viene.
22 de Septiembre.- Salvo problemas de última hora, yo ya sé dónde estaré el próximo domingo exactamente a estas horas: informando en directo a los lectores de Viena Directo a propósito del resultado de las elecciones.
Nos queda por delante el tramo final de la campaña en donde los políticos al frente de los grandes partidos (una sola política, la de los Neos, al frente de uno) intentarán convencer a los austriacos y a las austriacas que son los más adecuados para dirigir los destinos de este país.
Las encuestas dan por ganadores a los ultraderechistas. Aunque por un estrechísimo margen y es bastante probable, en mi opinión, que se repita la situación de las europeas. O sea, que el FPÖ pueda poner en las portadas el titular de la vergüenza (“Hemos ganao”) pero que sea solo por el pelo de un calvo, para que, quien quiera, pueda consolarse pensando que no es nada lo del ojo aunque lo lleve colgando.
Yo he hecho una pequeña encuesta a pie de campo entre mis amistades y la verdad es que los austriacos, según he percibido, van a ir a votar en general con la sensación de estar eligiendo entre la peste y el cólera. O entre la peste, la cólera y el tifus.
La extrema derecha ha conseguido, eso sí, que votarles no sea ya un acto vergonzante. Esto tiene una parte mala, o sea, que ser ultra se ha convertido en algo de lo que no hace falta esconderse si el interesado no quiere.
Ponga aquí el lector todas las excusas que se le ocurran y que abarcan la gama que va del “es que ¿A quién vas a votar si no?” hasta los que tienen sueños húmedos con Herbert Kickl (que ya les vale).
La parte buena de esto es que, en anteriores citas electorales, esta necesidad de esconder la propia opinión política se convertía en un elemento distorsionador de las encuestas.
Pongamos que, a pie de urna, la señora Hannelore decía, para despistar, que había votado a otro, los encuestadores daban un resultado determinado y luego, cuando salían los resultados de verdad !Pumba! Los ultras daban un subidón que ni los de Chimo Bayo. Ahora, por las razones que explicaba yo más arriba, no se da este fenómeno.
En general, se tiene la sensación (resignada, creo) de que el partido se va a jugar en las opciones de derechas.
La tercera opción, la del socialdemócrata Babler, no considera nadie que vaya a ser ni siquiera importante para formar Gobierno -pobre Babler-, los Neos sueñan con ser la clave para la formación de una coalición que evite que los malos lleguen al poder, y con ello poder imponer algo de racionalidad reformista en la política austriaca. Los Neos representan como nadie dos cosas: en primer lugar, el problema que aqueja a cualquier forma cultural cuando se trata de elegir entre ser selecto pero minoritario, o bajar el suelo de la exigencia y convertirse en masivo.
De momento, los Neos no consiguen ser masivos porque su discurso huele a kilómetros a rigor, a cifras y al sentido común que desprende su jefa.
Son un partido además qe, desde que lleva gobernando en Viena junto a los socialdemócratas, no ha dado ni un ruido ni para bien ni para mal, o sea, que no han conseguido demostrarle al electorado que son un factor influyente (para bien) sobre la política vienesa.
Quiero terminar este panorama general con el Partido de la Cerveza (Bierpartei). Su candidato fue la revelación de las últimas elecciones a la presidencia de Esta Pequeña República. Las encuestas les vaticinan la entrada en el Parlamento y, en general, su campaña electoral parece consistir en aparentar que les importa una mierda (con perdón) tanto si les votan como si no.
Su candidato ha dicho hoy en la ORF que consideran la cartelería un gasto inútil porque, al fin y al cabo, los simpatizantes de los partidos rivales la dejan hecha un cristo a la menor ocasión. Así pues el partido de la cerveza (Bierpartei) se las apaña con las redes sociales y el boca oreja. El problema es que, en general, el programa del Bierpartei es una incógnita.
Y así estamos en general, el domingo que viene, a las ocho, veremos qué ha pasado.
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