Las ausencias de Kickl dan que hablar

El líder de la extrema derecha, Herbert Kickl, está dosificando sus apariciones cuando más deberían menudear. El asunto da que hablar.

23 de Septiembre.- Ayer se retransmitió en la cadena Puls4 el primer gran debate conjunto entre los cabezas de lista de los diferentes partidos austriacos.

Faltó sin embargo uno, él, o sea, Él.

Herbert Kickl, el favorito de todas las encuestas declinó la invitación de la cadena, como ya había declinado una invitación anterior a participar en las “conversaciones de verano” de la misma emisora.

En la primera ocasión, la del verano, Kickl no quiso ir a Puls 4 por considerar que la cadena era “demasiado de izquierdas” (angelico) y esta segunda vez ha pasado total porque no estaba contento con uno de los patrocinadores del evento, el Kronen Zeitung. Cosa rara, porque tanto los editorialistas como los articulistas del KZ y de sus medios “colgandeiros” (el Heute, por ejemplo) se han vuelto boletines oficiosos de los ultras y no dejan pasar ni una ocasión de mencionarlos en tonos más o menos elogiosos.

En este caso, la excusa para la ausencia de Kickl ha sido un fotomontaje en el que aparecía con una medalla en el pecho en la que ponía “Rechtsextrem” (o sea, “extrema derecha”).

Curiosamente, el líder ultra también ha excusado su presencia en un lugar en donde, en teoría, debería de haberse sentido más cómodo: Servus TV, una cadena cuyos presentadores y redactores no dudan en acercar solícitos la lengua al esfínter anal de Kickl a nada que la ocasión se les pone por delante -el telediario de Servus TV es la versión moderna del Völkischer Beobachter-.

De momento, Kickl ha asomado el gepeto solamente en la ORF, en donde aprovechó para llamar a Alexander Babler marxista leninista y qué sé yo cuántas cosas más. Babler, la criatura, hizo lo que pudo, como siempre.

Hoy se enfrenta en prime time a Karl Nehammer.

Los politólogos que están en la pomada afirman que Kickl hace mal en ocultarse y no participar en confrontaciones y debates, pero la estrategia (si es tal) del líder ultra es perfectamente coherente con su concienzudo plan de controlar al milímetro su imagen pública, y más ahora que cree estar cerca de poder convertir Austria en una “democracia iliberal” a la Orban-.

FUERA DEL SISTEMA

Desde hace tiempo el FPÖ ha creado a su alrededor una constelación de altavoces mediáticos a su servicio en internet. Todos tienen vínculos con gente “de la casa” y, por supuesto, Kickl sabe que sus esbirros no le harán nunca preguntas incómodas sobre él o sus compañeros de viaje, los neonazis identitarios.

Estas ausencias también mandan un mensaje a los votantes ultras convencidos. Es una manera de decir “nosotros no somos del sistema” (aunque Herbert Kickl y sus conmilitones lleven toda su vida viviendo de las subvenciones públicas y no hayan tenido nunca un trabajo normal como el de usted o el mío). También envían el mensaje de que la democracia, en su forma actual, en donde todos los representantes públicos tienen que pasar por una serie de formalidades enojosas, como la de confrontar sus ideas con los adversarios, es un sistema caduco y mandado retirar.

A ver si, por lo menos esta vez, se equivoca.

BAJA POR ENFERMEDAD

De cualquier manera, las ausencias de Kickl resultan bastante misteriosas y no del todo explicable. Hace algunos meses, cuando se publicó su biografía, Kickl se indignó mucho cuando los periodistas sugirieron que era un hombre de salud frágil y que sus ausencias por enfermedad eran más frecuentes de lo que el FPÖ estaba dispuesto a admitir.

Kickl se lo tomó como algo personal y no tardó en aparecer con un parte médico que atestiguaba su presunta salud de hierro.

Personalmente, dado el nivel de estrés y de esfuerzo por no aparentarlo que Kickl sufre, no me extrañaría lo más mínimo que estas llamativas ausencias, sumadas a otras que también se han producido estos días, estén motivadas por algún tipo de achaque de salud.


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