El vinagre y la hiel

En la ORF parece que escucharon una conversación que yo tuve ayer y, como si quisieran hacerme quedar mal, hoy han hecho un anuncio.

27 de Octubre.- Ayer, con motivo de las elecciones del domingo, estuve grabando una pequeña pieza que se emitirá en el telediario de la primera cadena de Televisión Española. La corresponsal de la corporación pública que ha venido a cubrir los comicios resultó ser una persona muy maja y muy inteligente de modo que, después de grabar, estuvimos charlando un poquito.

Salió la conversación, naturalmente, del auge de la extrema derecha. Le expliqué mi sincera opinión, fruto de la observación de muchos casos. Ese auge nefasto tiene una correlación con el nivel cultural (no lo digo yo, por suerte, lo dicen los estudios). Hay una relación inversamente proporcional entre el nivel educativo de una persona y su propensión a votar a Kickl y los suyos. A menos nivel educativo, más propensión.

También le dije que, sobre todo a partir del primer año de la pandemia, el predicamento que tienen los malos pueda deberse a que hay mucha gente que ha dejado de ver la tele pública -por ahorrar- y terminan abrevando lo que ellos creen información en fuentes averiadas que no son fiables, como por ejemplo ese albañal que es Telegram o cualquier otro tipo de sitio de esos, en donde no hay el más mínimo control de calidad.

¿ES BUENA LA TELE PÚBLICA AUSTRIACA?

La periodista de TVE me preguntó se la tele pública austriaca es buena y yo, en esta ocasión también, le expliqué mi honrado parecer. Esto es: que pienso que sí, que es buena en líneas generales. También, le dije, porque la ORF tiene un corsé legal que, afortunadamente, limita mucho lo que puede y lo que no puede hacer, y que tiene el mandato, por parte del legislador de actuar como un servicio público y contribuir a la educación de los habitantes de Esta Pequeña República.

Pues bien: como si alguien estuviera oyéndome y quisiera que yo quedara como el mismísimo culo, la cadena pública austriaca ha anunciado un programa mensual llamado “Astro Show” en el que se le van a explicar a la audiencia (Dios mío) las cosas del horóscopo.

Que si a Piscis y a Acuario les toca el vinagre y la hiel, vaya.

La pregunta evidente es ¿Qué puñetas pinta un programa de horóscopos, o sea, de supersticiones y zarandajas, en una cadena de televisión seria?

Sobre todo, en un país en el que las tasas de vacunación son las que son y en el que hay todavía mucha gente, entre desinformada y pirada, que cree, por ejemplo, que la “medicina tradicional” es peor que la homeopatía o que confusos remedios naturales y piensan que cualquier medicamento es un veneno.

REMEDIOS “NATURALES”

El otro día, por ejemplo, escuchaba yo en el metro a dos mujeres que iban hablando de que a una le habían hecho la cesárea. La operada decía que el médico le había echado la bronca porque había decidido por su cuenta y riesgo que los analgésicos eran una sustancia química intrusa en su cuerpo y que, aunque viera las estrellas, mejor dejarlos.

Ejemplos de esto tengo, por cierto, a porrillo.

Muchísimos austriacos, cuanto menos cultos, naturalmente, más, pero también gente con estudios, creen en todo tipo de mierdas y poco les falta para curar los dolores de muelas yendo al chamán de la tribu.

Aparte de la ya mencionada homeopatía, también están los de los “remedios naturales” (quizá ignoran que la cicuta o la ayahuasca, por ejemplo, son unas sustancias que se da en la naturaleza, y a nadie se le ocurriría tomarlas), o los que piensan que el cuerpo, si se le deja solo, recupera su equilibrio; también están los de la “alimentación alcalina” (lo que quiera que eso signifique), los que hacen confusos sahumerios quemando yerbas para ahuyentar de sus domicilios las “malas vibraciones” o los que quieren curar enfermedades graves, como lo fue en su momento el coronavirus o aún lo es, a base de mejunjes hechos de ajo y de zumo de limón.

Muchos austriacos se gastan miles de euros en batidos “detox” solo porque los venden en las farmacias (y muchas veces, los propios médicos, que ya es aberración, se sacan un sobresueldo vendiéndolos a los incautos), terminaré esta enumeración de paparruchas que no pretende, ni mucho menos, ser exhaustiva, mencionando esa gilipollez medio fascista que son las constelaciones familiares, y no me detendré, por sabidas, en las idioteces de las limpiezas de auras, los pedruscos de todo tipo que absorben los malos rollos, fantasmas y demás.

Un espacio de televisión en la cadena pública que hable de algo tan carente de pies ni cabeza como son las cartas astrales, protagonizado por una “influencer” a la que se llama “experta” para darle autoridad, “experta” que se gana la vida timando a la gente con semejantes cuentos de viejas, en un mundo normal debería ser fulminado de la programación y sustituido por un programa bueno de verdad. Por ejemplo sobre astronomía, sobre los planetas, pero no como causantes de descalabros o alegrías en el devenir humano (cosa imposible, salvo que caiga ese asteroide que ya nos vamos mereciendo y nos extingamos de una vez) sino como cuerpos del Universo, de los que sabemos tantas cosas interesantes y a la vez demasiado pocas.


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