Austria amanece hoy tratando de digerir la noticia de ayer: el resultado de las elecciones. Este es un balance de situación.
30 de Septiembre.- En Viena la mañana ha amanecido fresca y nublada, como corresponde a estos primeros días del otoño. El país se encuentra en este momento tratando de digerir lo sucedido ayer por la tarde-noche y, sobre todo, haciendo cábalas para intentar encontrar la salida de una situación que solo resolverá el tiempo.
Por eso he pensado que lo mejor sería quizá hacer una recapitulación de los acontecimientos y de las posibles perspectivas que se abren. Aquellos de mis lectores que quieran escuchármelo decir con mi propia voz, y no con la suya, que suena en sus cabezas mientras leen este texto, pueden hacerlo viendo el directo de ayer, que dejé también en este sitio, en la entrada anterior a esta.
El titular está claro: el FPÖ (más propiamente la FPÖ) el partido de extrema derecha austriaca, encabezado por Jörg Haider, ha ganado las elecciones generales que se celebraron ayer.
Dado el peso de Austria en la Unión Europea y en el contexto internacional, se trata de una victoria que tiene mucho de simbólico. Todos sabemos que Austria fue la patria de Adolf Hitler y que el FPÖ (más propiamente la FPÖ) fue fundado por nazis rebotados que consiguieron pasar la aduana del final de la guerra sin mayores magulladuras.
¿Cuáles han sido los resultados?
Los resultados, por formaciones son los que siguen (entre paréntesis, el número de escaños asignados en el parlamento):
FPÖ, 29,21% (58), ÖVP 26,48% (52), SPÖ 21,05%(41), Neos 8,96%(17) y verdes 8,03% (15)
¿Qué coaliciones son posibles?
Aquí hay que distinguir entre lo que matemáticamente es posible y lo que políticamente es posible. Al lado de cada coalición posible, pondré una evaluación.
ÖVP+SPÖ: una mayoría absoluta exacta (93 escaños). No es probable que se dé porque las posiciones políticas de los dos partidos están muy alejadas.
ÖVP+FPÖ (110 escaños): en principio la mayoría más holgada. Los programas de la ultraderecha y de la derecha tradicional tienen muchos parecidos. Esta coalición tiene un problema: el ÖVP insiste en no querer coaligarse con Kickl y mucho menos en hacerle canciller. En tanto que los ultras se aferran a que o bien se hace canciller a Kickl o nada. Hay que tener en cuenta que Herbert Kickl está vetado tanto como para ministro como para canciller por el Presidente de la República, que es el que tiene la última palabra (en estas cosas, el Presidente tiene mucho más poder que el Rey Felipe VI, por ejemplo).
En el FPÖ no quieren ni oír hablar de eliminar a Kickl de la ecuación (al fin y al cabo les ha llevado hasta donde están).
Esta coalición solo podría darse en el caso improbable de que Kickl se apartase.
ÖVP+SPÖ+Neos (o +verdes) 110 o 108 escaños respectivamente, esta es la coalición del “cordón sanitario” siguiendo el modelo alemán. Tiene la dificultad de que serían tres fuerzas las que se tendrían que poner de acuerdo, con todo lo que ello implica. Mandaría al FPÖ a la oposición. En mi modesta opinión, sería pan para hoy y hambre para mañana, ya que un ejecutivo débil terminaría hipotecando el resultado de las próximas elecciones.
FPÖ+SPÖ 99 escaños. Matemáticamente posible, políticamente tan improbable como que yo me convierta en un as del atletismo.
¿Qué va a suceder ahora?
Alexander van der Bellen es nuestro hombre para responder esto. Es en el Presidente de la República en quien recae la responsabilidad de encargar la formación de Gobierno.
El uso, hasta el momento, era encargárselo al cabeza de la lista más votada. Dado el veto que pesa sobre Herbert Kickl, lo previsible es que Alexander van der Bellen, después de reunirse con las cinco personas al frente de los partidos con representación parlamentaria (cuatro hombres y una mujer) les encargue que hablen entre ellos, que se “sondeen” y que busquen mayorías.
Del eventual fruto de estas conversaciones y dada la condición sine qua non de que Herbert Kickl no entre en ningún Gobierno, saldrá el nuevo Gobierno de Austria.
A día de hoy, todas las quinielas dicen que Karl Nehammer seguirá siendo canciller de este Gobierno. En cualquier caso, el tiempo medio de formación de un nuevo ejecutivo, en Austria, es de tres meses. Dada la situación, es poco probable que el nuevo canciller vaya a escuchar el Concierto de Año Nuevo en la sala del Musikverein. O sea, que hasta enero, muy posiblemente, nada.
Aunque también cabe otra posibilidad: hace algunas semanas, se habló de que había habido conversaciones “secretas” entre el SPÖ (sin Babler) y el ÖVP, al objeto de formar una coalición en el caso de que se diera la situación que al final se dio ayer. Parece que Andreas Babler, el jefe de los socialdemócratas, es el obstáculo mayor para que esas conversaciones lleguen a buen término. A pesar de, o quizá por, haber logrado el mismo (mediocre) resultado de Pamela Rendi-Wagner, su antecesora, Babler tiene muchos enemigos dentro de su partido, así que puede ser que dentro de poco la socialdemocracia tenga otra cara. Veremos a ver.
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