Un Gobierno que dimite para volver a ser nombrado. Un póker contra el tiempo. Un hombre invisible. Ese es el día de hoy en Austria.
2 de Octubre.- En tiempos de incertidumbre los austriacos son muy partidarios de mantener las tradiciones.
Una que se cumple después de todas las elecciones es que el Gobierno cesante acude al Hofburg a ofrecer al “Bundespresi” su dimisión. El presidente, por supuesto, no se la acepta y les vuelve a confirmar en sus cargos hasta que haya un nuevo ejecutivo que salga de las mayorías parlamentarias correspondientes.
Así ha sido hoy, y el desgastado gabinete que nos ha gobernado desde 2019 ha acudido al Hofburg para dimitir y ser vuelto a confirmar en sus cargos.
En el discurso posterior, Alexander van der Bellen ha agradecido a los ministros y a las ministras presentes que hayan estado cinco años en el cargo, y ha añadido, con un poco de retranca, que “no es una cosa frecuente en Austria”.
También ha dicho que ahora es el momento de encontrar las mayorías necesarias siempre con la vista puesta en la defensa de los derechos humanos, de las minorías y de la pertenencia de Austria a la Unión Europea.
Ha sido este, por supuesto, un claro aviso para navegantes. Para navegantes de extrema derecha, más en concreto.
Nada nuevo.
Por último, ha animado a los presentes a que “vayan conversando” entre ellos.
Él va a hacer lo propio a partir del viernes próximo. A medio día, se reunirá, siguiendo un riguroso orden de votos obtenidos en los últimos comicios, con todos los cabezas de los partidos con representación parlamentaria. Empezará con Kickl, claro. Una oportunidad que a los dos implicados, a buen seguro, les apetece un montón. Lo mismo que el que les hagan una colonoscopia. Pero así es la democracia.
El lunes le tocará a Nehammer, martes y miércoles, al resto.
Todo indica que el Presidente intentará evitar neutralizar el victimismo de los ultras encargando a Herbert Kickl que intente formar Gobierno. Una vez fracase (Dios lo haga) pedirá al resto de los partidos que busquen una mayoría y entonces empezará la negociación de verdad.
Tanto la primera fase, tan teatral como la dimisión fingida del Gobierno actual para pasar a ser “en funciones”, como la segunda, llevarán tiempo, probablemente. Es bastante probable que lleguemos a 2025 con este ejecutivo en funciones.
De momento, los ultras se han reunido esta tarde para saborear la euforia que da ser el partido más votado.
ANDREAS BABLER: EL HOMBRE INVISIBLE
Ayer dejé para hoy hablar de los socialdemócratas, el partido al que las últimas elecciones ha dejado más en la perplejidad.
El SPÖ es, en estos momentos, un motor averiado. En parte por su propia culpa y en parte también porque la socialdemocracia que tuvo su momento de gloria con Kreisky, se ha ido vaciando de contenido.
Babler, de momento, seguirá siendo el líder de los rojos probablemente durante bastante tiempo. Aunque quisieran, aquellos que piensan que es un peso muerto no podrían librarse tan fácilmente de él, porque Babler llegó a la cúspide del partido socialdemócrata hace poco más de un año con todas las bendiciones -las accidentadas bendiciones, es cierto- de la militancia.
Cualquier candidato que quisiera postularse para sustituirle debería seguir el mismo proceso que llevó a Babler al puesto.
El procedimiento está regulado: para convocar nuevas primarias un diez por ciento de los militantes deberían presentar una petición (15.000), militantes que deberían proceder de, por lo menos, cuatro Bundesländer.
Se abriría entonces un plazo de cuatro semanas para presentar las candidaturas, avaladas por lo menos por 1500 militantes, y luego se convocarían las primarias propiamente dichas, ocho semanas después.
El candidato o la candidata debería ganar por mayoría simple, por lo menos.
En cualquier caso, el problema principal que tienen los socialdemócratas es el mismo que tenía en su momento el Partido Popular austriaco: sus masa de votantes está muy envejecida. La edad media de los militantes es de más de sesenta años. Con todo lo que eso implica.
Los ultras, por no irnos muy lejos de donde empezamos, arrasan entre los jóvenes y lo hacen porque conocen los recovecos y los trucos de internet. Los socialdemócratas han hecho, a todos los efectos, una campaña maravillosa para 1995.
Eso ha llevado a los socialdemócratas a la irrelevancia en la que se encuentran ahora. Para la mayoría de la población son, sencillamente, invisibles.
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