El presidente van der Bellen ha roto hoy una tradición de la democracia austriaca y lo ha hecho con un discurso modélico.
22 de octubre.- El Presidente van der Bellen ha comparecido hoy ante los medios, es decir, ante toda la Nación, con gesto grave, al objeto de hacer saber su postura después de que ayer los líderes de los principales partidos le informasen a propósito de las conversaciones que habían mantenido.
Ha sido un discurso largo y muy bien fundamentado, escrito, sin duda, con el concurso de alguno de los juristas de prestigio que se han incorporado al equipo del Presidente en los últimos meses. Ha sido una pieza oratoria didáctica y perfecta de construcción, a la que no le ha faltado un perejil. Leida con muchísima mesura, sin levantar la voz ni un momento, Van der Bellen no ha mencionado casi nunca a personas concretas, logrando así un efecto máximo cuando sí lo ha hecho. Y esa persona a la que ha mencionado varias veces a lo largo de su discurso ha sido Herbert Kickl.
Van der Bellen ha desmontado todos los argumentos del líder ultra. Sobre todo, su insistente, su machacona, su lloriqueante, pretensión de encarnar “al pueblo” y de ser “su voz”. Van der Bellen le ha recordado a Kickl que en una democracia todos los votos valen lo mismo y que nadie puede arrogarse la pretensión de ser “el pueblo”. Que tan pueblo son los votantes del FPÖ, como los votantes socialdemócratas, como los conservadores o los que han votado a los Neos o a los verdes o, incluso, los que decidieron el día 29 de septiembre que no les merecía la pena ir a votar. Le ha recordado también que Austria es una democracia parlamentaria en la que todos los votos valen lo mismo y que la suma de los votos se traduce en escaños y que esos escaños se convierten en mayorías y que esas mayorías, o sea, el 51% del parlamento, son las que permiten votar.
Y que, mientras no se obtenga ese 51% de los escaños, no hay reclamación que valga.
Cuando un partido no tiene más del cincuenta por ciento de los votos, el partido más votado tiene que forjar consensos y pactos.
Después de recalcar esto, a uno le ha parecido notar cierto placer cuando Van der Bellen ha dicho esta frase:
“Niemand will mit Kickl koalieren” o sea “Nadie quiere formar coalición con Kickl”.
El Presidente ha pasado también revista a las razones. Y cada punto ha sido como un clavo en el ataud de las esperanzas de Herbert Kickl.
Merece la pena recordar las palabras del Presidente, porque son un reflejo del sentir de las personas decentes de este país:
“Sorgen um die liberale Demokratie, mangelnde proeuropäische Haltung, Schädigung des Wirtschaftsstandorts, Putin-Nähe, mangelnder Respekt, spaltende Sprache, rückwärtsgewandtes Frauenbild und fehlende Abgrenzung zu Rechtsextremen.”
O sea:
Preocupación por la democracia liberal, falta de una postura proeuropea, dañando así las perspectivas económicas de Austria, cercanía a Putin, falta de respeto, lenguaje polarizador, un concepto reaccionario del papel de la mujer y falta de exclusión de la extrema derecha”.
Por fin, ha anunciado que había encargado la formación de Gobierno Karl Nehammer, encareciéndole que intente una coalición con los socialdemócratas.
Van a ser unas negociaciones difíciles y todos sabemos que lo que ha hecho el Presidente, sobre todo, es ganar tiempo. Utilizando su autoridad, el Presidente ha parado el golpe, la pregunta es, naturalmente, hasta cuándo.
REACCIONES
Como era esperable, nada más conocerse la postura de Van der Bellen y su encargo a Karl Nehammer, han empezado a surgir las reacciones de las filas del FPÖ, en el estilo cervecero y matonesco que es habitual en la formación. Udo Landbauer, vicegobernador de Baja Austria; Dominik Tepp…digo Nepp, jefe de los ultras en el parlamento de Viena (en el de la ciudad), Mario Kunasek, desde Estiria…Las reacciones han sido reediciones del viejo tópico de “la puñalada por la espalda” o sea los pactos arteros que las demás fuerzas, lo que el FPÖ llama “el partido de la unidad”, habrían mantenido para robarle a los ultras lo que es suyo, o sea, el Gobierno.
El último en hablar (hasta ahora) ha sido Herbert Kickl, a través de Facebook. Se ha dirigido a sus mesnadas diciendo que “la última palabra no está dicha todavía”. Naturalmente, Kickl piensa (desea) que las conversaciones para formar Gobierno fracasarán y entonces…Será su oportunidad.
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