Hoy, seis de diciembre, es el día de San Nicolás, uno de los más tradicionales del calendario austriaco. También para otras cosas.
6 de Diciembre.- El último mes del año es, sin duda, el más cargado de tradiciones en un país como es este, en el que la tradición es una religión más.
De entre todos los días tradicionales, hoy es uno de los más “tradicionosos”. Hoy se celebra la fiesta de San Nicolás, obispo que fue, según parece de una ciudad de Turquía (Mira) y que hoy está enterrado en la paradisiaca ciudad italiana de Bari. San Nicolás suele representarse en forma de un venerable anciano de barba blanca y vestido de rojo. En los países protestantes y en algunos católicos, la figura de San Nicolas derivó en Santa Claus (Sankt (Ni)Klaus) y también se le llama Papá Noel.
Todos los que leemos un poquito sabemos que no hay nada más dúctil que las tradiciones. A todos nos podría parecer que Santa Claus, Papá Noel o San Nicolás son tan inmutables como el metro de platino iridiado que sirve para fijar las medidas del sistema métrico decimal, pero lo cierto es que hay pruebas contundentes de que las tradiciones cambian muchísimo más rápidamente de lo que pensamos. Casi al ritmo que cambia la moda de trajes de flamenca para la Feria de Abril de Sevilla.
Por poner un ejemplo del propio San Nicolás: si se le representa hoy vestido de rojo (y, además, de un tono de rojo muy particular) es porque, en los años veinte del siglo pasado los ejecutivos de la Coca-Cola decidieron utilizar a San Nicolás en sus campañas publicitarias navideñas. Hasta entonces Santa Claus iba vestido de verde (cosa lógica, al ser, según la fábula, un hombre que vive en la naturaleza, en el bosque y también estar emparentado con la tradición germánica del abeto que, como la fe, siempre permanece verde incluso en lo más crudo del invierno); pero claro, el color corporativo de la chispa de la vida es ese color escarlata que se ha convertido en uno de los signos de marca más conocidos del mundo, así que, por obra y gracia de los dólares, Santa Claus guardó su traje verde en el fondo del armario y ahí sigue, un siglo después, cogiendo polilla.
Alrededor del seis de diciembre hay otra tradición en Austria y es la de los bulos de la extrema derecha siempre relacionados con los niños.
Se trata de obligar a los jardines de infancia a celebrar por cojones la fiesta de San Nicolás, incluso cuando se trate de un centro laico o cuando haya un cierto número de criaturas para las cuales, una fiesta de la religión católica, como es San Nicolás, no tiene ningún sentido (o va incluso en contra de las convicciones de sus padres, como si a nosotros nos obligaran a celebrar el Ramadán).
En este sentido, por ejemplo, el Gobierno de Baja Austria anunciaba estos días atrás una “Aktion Scharf” o sea, una vigilancia extrema, para que la fiesta de San Nicolás se celebrase en todos y cada uno de los jardines de infancia de este Bundesland. El objetivo de este mandato a la felicidad forzosa es evitar que en Austria “se pierdan los valores” porque, en el mundo distorsionado, ultrasensible, histérico, de la extrema derecha, no hay un término medio: o todos católicos o todos musulmanes (de nuevo y a riesgo de repetirme “por cojones”).
Por supuesto, detrás de todo esto hay una intención clarísima y es la definir quiénes son los buenos austriacos, los que pertenecen a la “Volk”.
Diferenciar claramente entre los “nosotros” y los “ellos”.
Aquellos que celebran San Nicolás están educando a sus hijos para ser en el futuro miembros de la comunidad que preserven la identidad, los valores de la Europa cristiana y todas esas cosas, en tanto que los que dicen (decimos) que habría que dejar a cada escuela decidir si en su comunidad educativa una fiesta así (u otras, como el mes del Ramadán) tienen sentido, somos unas personas desalmadas, afines a la extrema izquierda y a la Kale Borroka (!Si supieran algunos lo que fue la Kale Borroka!) y que estamos porque la torre de la catedral de San Esteban se convierta en un minarete desde el cual el muhecín llame a la oración.
Todavía queda mucho mes, pero es previsible que aparezcan pronto los tradicionales bulos sobre comida Halal en los colegios (casualmente siempre es igual “un amigo me ha contado que en un colegio de Favoriten…”) o sobre castigos a pobres infantes que quieran celebrar la navidad y no les dejen.
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