cerditos en una granja

Oink oink

cerditos en una granja

Viktor Orbán, el Presindente húngaro, visitó Austria para felicitar a Walter Rosenkranz. Fue una visita muy irregular de la que hoy se ha sabido la verdad.

 

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27 de Diciembre.- Una de las noticias de este 2024 fue la controvertida visita del presidente húngaro, Viktor Orban, al Parlamento austriaco.

El mandatario de nuestro país vecino se dejó caer por Viena al objeto de felicitar al único político ultra que, de momento, ha ocupado un puesto de poder después de las elecciones de octubre: el Presidente del Parlamento austriaco, Walter Rosenkranz. Durante la visita, se sucedieron los gruñidos de satisfacción (oink, oink, Viktor – oink, oink, Walter) y se sucedieron también las polémicas.

Para empezar, la delegación que recibió con alegres oinks oinks al presidente magiar estuvo compuesta solamente por políticos ultraderechistas. Tras una parte pública, la delegación húngara y la delegación austriaca hozó en un salón privado y, tras revolcarse en el lodo como suelen hacer sus colegas de especie, comparecieron ante los periodistas mostrando un documento (oink oink) en el que Austria y Hungría se comprometían a trabajar juntas en las cosas que más interesan a la cabaña porcina (oinks oinks serios, esta vez).

Como se supo pronto, aquel acuerdo no valía ni el papel en el que estaba escrito porque sí, Viktor Orbán es el presidente de Hungría, pero el otro “abajofirmante” Herbert Kickl, el jefe de la extrema derecha austriaca, solo puede hacer oink oink a título personal (o sea, como si dijéramos oink oink y no Oink Oink).

Llamó muchísimo la atención que, durante la comparecencia ante los periodistas, se omitiera la bandera de la Unión Europea (suele ponerse siempre para resaltar que los políticos que se encuentran, aunque tengan distintas nacionalidades, pertenecen a una unidad supranacional mayor).

Todas estas irregularidades motivaron las correspondientes preguntas. En aquel momento, Walter Rosenkranz dio unas explicaciones no oficiales. En cuanto al hecho de que solo hubiera políticos ultras en la delegación que recibió a Orbán en el Parlamento, dijo que “nadie le había dicho que no pudiera ser así”, al tiempo que explicaba que la ausencia de la bandera era un malentendido sin importancia. Por así decirlo un quítame allá esos oinks.

El grupo parlamentario de los Neos y el del ÖVP registraron una pregunta institucional y (¡Ay, amigo!) por escrito y, probablemente, ante la amenaza de consecuencias legales, Walter Rosenkranz tuvo que decir la verdad.

Y la verdad era muy distinta de las explicaciones apresuradas que había dado, claro.

En primer lugar, los funcionarios del Parlamento austriaco sí que le advirtieron de que si Orbán venía a visitar el Parlamento austriaco el protocolo indicaba que debía ser recibido por una delegación que tuviera miembros de las distintas fuerzas políticas representadas en el hemiciclo austriaco. Deliberadamente y temiendo sin duda que políticos normales y decentes le hicieran a Orbán preguntas incómodas o demostraciones de desafecto, Walter Rosenkranz vetó al resto de las fuerzas parlamentarias austriacas.

En cuanto a lo de la bandera, Rosenkranz ha dado una explicación no menos peregrina. Y es que Viktor Orbán no estaba en Austria de visita bilateral (sino, supuestamente, en calidad de jefe de su partido FIDESZ) de manera que no había por qué poner la bandera europea y así evitar confusiones.


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