ÚLTIMA HORA: los Neos se retiran de la coalición

A las diez y media de la mañana, Beate Meinl-Reisinger anunciaba la retirada de los Neos de las conversaciones de Gobierno. Se abre un periodo incierto.

 

Capítulo 3: Ensayo general del apocalipsis
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3 de enero.- A las diez y media de la mañana de hoy estallaba “la bomba informativa”. Beate Meinl-Reisinger, la que es, con pocas dudas, una de las cabezas más competentes de Esta República (y, a la vez, cabeza de los Neos) comparecía ante la prensa para anunciar que se retiraba de las conversaciones que, desde hace tres meses, se habían llevado para una coalición a tres.

A mí me ha pillado la noticia en un tren, y no he podido ver la comparecencia hasta hace un momento. Me ha llamado la atención lo enfadada que ha estado casi todo el tiempo en que ha estado hablando. Ha sido un cabreo monumental, del tipo que suelen tener las personas que tienen que enfrentarse a la incompetencia ajena.

Meinl-Reisinger, repito, de muy mala leche, ha contado que, en opinión de los Neos, las otras dos fuerzas políticas implicadas no han demostrado la valentía necesaria a la hora de afrontar las reformas que, a su juicio, Austria necesita. Reformas que garanticen el bienestar de los austriacos y de las austriacas no solamente durante los próximos cuatro años, sino en la próxima generación. Textualmente, “cuando las personas de mi generación nos jubilemos”.

Después de desahogar su amargura ante los representantes de los medios, Meinl-Reisinger ha agradecido al canciller Nehammer sus intentos de llegar a compromisos -está claro que Meinl-Reisinger, que es una señora muy de derechas en lo económico, poco tenía que hablar con Andreas Babbler-; se ha notado también cierto sarcasmo a la hora de hablar del camino que le queda “a la socialdemocracia” para llegar en donde están los Neos y, por último, se ha ofrecido a apoyar en el Parlamento aquellos acuerdos que ya se han alcanzado.

Tras conocerse la renuncia de los Neos a pactar con socialdemócratas y populares, Nehammer, Babbler y la misma Beate Meinl-Reisinger han acudido a explicarle la nueva situación al Presidente de la República, Alexander van der Bellen, principal valedor de esta solución y, diría yo, principal perdedor en estos momentos.

Mientras escribo esto, por cierto, las seis y vientisiete minutos, Andreas Babbler aún no se ha presentado ante los medios para explicar su versión de lo sucedido.

Naturalmente, rápida como el rayo ha llegado la reacción de la extrema derecha, en donde no han faltado las acuñaciones que han poblado su argumentario durante los últimos meses, desde la “coalición de perdedores” a los “antiguos grandes partidos”.

Se abre ahora un período muy incierto en el que todo puede suceder y casi nada bueno para Austria. Sobre todo en un momento en el que la situación económica es tan frágil.

En primer lugar, los populares y los socialdemócratas podrían formar una coalición con una mayoría pendiente de un hilo. Coalición que sería como gobernar en minoría, y que estaría al albur de todo el ruido que la oposición provocaría.

En segundo lugar, podría intentarse un arreglo con Los Verdes austriacos. Es una solución muy poco probable, dada la tensión que existe entre los conservadores y verdes después de cuatro años gobernando en una coalición que no ha estado exenta de desencuentros.

En tercer lugar, los conservadores de Nehammer podrían (aunque no es probable que lo hagan) dirigirse a la ultraderecha para formar una mayoría fuerte. Si en las actuales circunstancias los presupuestos han sido el principal escollo, en esta variante serían las personas. Los ultras, que se sienten fuertes, han anunciado que sin Kickl como canciller no habrá gobierno. Los conservadores no quieren trabajar con Kickl. Hay voces incluso que hablan (y sería un horror) de la vuelta de un Sebastian Kurz que este año afrontará los juicios que tiene pendientes por corrupción. Sería un pobre sustituto de Nehammer que dejaría al país a merced de Herbert Kickl y al Presidente de la República muy minado en su autoridad.

Por último, quedaría la alternativa que todos menos los ultras quieren: nuevas elecciones. En estos momentos, la extrema derecha lidera las encuestas, con un 35-37% de los votos. Quizá el cálculo de los Neos es parecido al que impulsó al partido español Ciudadanos a su desaparición. En política, los ciento volando no siempre se materializan y a veces hay que pensar en el pájaro que se tiene en la mano.


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