Herbert Kickl, líder de la extrema derecha austriaca, está reunido con el Presidente de la República, Alexander van der Bellen.
6 de Enero.- Espero que los reyes magos les hayan traido a mis lectores muchas cosas. A nosotros, en Austria, por lo que parece, nos han traido carbón. Algo habremos hecho.
Fuera de bromas, la última hora de la crisis política austriaca que no nos suelta desde hace cuatro días es que hace algo más de media, Herbert Kickl está conversando con el Presidente de la República. Será, probablemente, una conversación árida, ingrata para ambas partes, porque es notorio que, personalmente, son como el agua y el aceite.
Quizá por eso, la conversación no se va a desarrollar a solas, sino que para evitar los incómodos silencios que siempre acaecen entre personas que se odian cordialmente, las dos partes se han traído personas de su confianza.
El Presidente van der Bellen está acompañado por la jefa de la cancillería de la presidencia y Herbert Kickl por un hombre de confianza que lleva de apellido -imposible sustraerse a los símbolos- Teufel, o sea, diablo.
Cómo suele decirse ¿Qué puede salir mal?
Kickl, acompañado de su séquito, ha llegado al Hofburg triunfante y sonriente, ignorando los gritos de los manifestantes que se estaban acordando de la falta de virtud de su madre a pocos metros. Para ser justos, también hay que decir que, codo a codo con los manifestantes que se dejaban las laringes gritando contra el líder ultra, también había manifestantes que chillaban a favor.
Ninguna de las dos manifestaciones había sido comunicada a la policía y las dos eran toleradas por las fuerzas del orden, entre las que, como es bien sabido, abundan los partidarios de la extrema derecha.
Herbert Kickl cuenta, es justo señalarlo, con el mejor equipo de comunicación política de Esta Pequeña República, para demostrarlo, un pequeño gran detalle: mientras Herbert Kickl hacía su entrada en la que es la habitación más famosa de Austria, la antesala del Presidente, antiguo dormitorio de la emperatriz Maria Teresa, había un propio que lo grababa todo con un teléfono móvil.
El Presidente ha recibido a Kickl con un apretón de manos (las formas lo son todo) y también se ha acercado a saludar a sus esbirr…Digooo a sus acompañantes. Luego, todos han desaparecido tras la puerta entelada.
Se espera que, en algún momento de esta mañana, Van der Bellen se dirija a las personas que viven en este país. La duda por supuesto es si su voluntad será suficiente para detener las fuerzas desatadas en Austria y que pueden verse como la culminación de una mezcla de Zeitgeist económico, desinformación, propaganda y agitación que el FPÖ puso en marcha a partir del año 2020 con el objetivo claro de reconquistar el poder.
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