El papel de la mujer en la nueva Austria

El nuevo Gobierno tiene unas ideas muy definidas a propósito de cuál debe ser el papel de la mujer en la sociedad.

Anton Bruckner: más raro que un perro verde

20 de Enero.- Hace algunos meses, me topé con un conocido austriaco (Baja Austria) con el que, por suerte, no tengo más contacto del estrictamente necesario (ocasiones sociales y cosas así).

Estoy casi seguro de que es un votante entusiasta de la extrema derecha. Da todo el perfil. Alrededor de los treinta y cinco, criado y socializado en la Austria profunda, no costaría nada imaginárselo como una de esas criaturas serviles que escoltan a Kickl en sus apariciones públicas. Cultura justita, inicios de barriga cervecera. Corbata que nunca pega con la americana. Para que el lector se haga una idea, es ese tipo de persona que piensa que son algo importante porque la empresa les ha dado un teléfono móvil.

Poco antes de nuestro último encuentro me enteré de que había sido padre. Así pues, cuando nos vimos, y con la intención de ser amable, le salí al encuentro para felicitarle.

-Hombre, Fulanito -llamémosle Ferdinand- ¡Hombre, Ferdinand! Que me he enterado de que has sido padre. Enhorabuena.

Ferdinand, sacó pecho y, con falsa modestia, repuso obviamente ufano:

-No tienes que felicitarme, hombre ¡Si solo he trabajado diez minutos!

A nuestro alrededor, algunos (todos hombres) se rieron del chiste. Yo seguí sonriendo, aunque mi mirada debió de telegrafiar lo que me pasaba por la cabeza en aquellos momentos. Sin embargo, para que no pareciera que le había felicitado por cumplir, seguí con la conversación:

– ¿Y es buenecita la criatura? ¿Os deja dormir?

Ferdinand volvió a sacar pecho palomo. Y, orgulloso, me dijo:

-No, si yo de eso no me ocupo. La que le da de mamar es mi mujer, y lo hace tan bien, que ni me despierta. Yo me paso la noche durmiendo a pierna suelta.

Dando el asunto por perdido y compadeciendo a la pobre pareja de llamémosle Ferdinand, me las arreglé para buscar pastos conversacionales más frescos.

Me ha venido la anécdota a la cabeza leyendo que la derecha y sus “derechers” o sea, el Partido Popular austriaco y la extrema derecha, están negociando incentivos para convencer a las mujeres de que su vida vuelva a ser la que el nazismo tenía previsto para ellas. O sea, las tres kas famosas, Kinder (críos), Kirche (iglesia) y Küche (cocina).

Ambas formaciones quieren dar dinero (alrededor de los 900 Euros) a aquellas familias que no lleven a sus hijos al Kindergarten antes del principio de la escolarización obligatoria. Dado que solo un uno por ciento de los hombres austriacos se coge la excedencia por paternidad, es indudable que esta medida golpeará sobre todo a las mujeres, que pasarán más tiempo en su casa del que ya lo hacen y sobre las que recaerán, como ya sucede, sobre todo en las áreas rurales de Austria, los Kinder y la Küche, esta vez con todas las bendiciones del Estado.

Naturalmente, el objetivo oficial de esta medida, que ya existe en algunas regiones en donde gobierna la extrema derecha, es aumentar la natalidad, pero la consecuencia indirecta es que, a medio y largo plazo, las mujeres van a cotizar menos y, cuando lleguen a la jubilación, van a tener más dificultades para ser independientes financieramente.

Por no hablar de que, después de cuatro años fuera del mundo laboral, habrá muchas que encuentren grandes dificultades para volver a reincorporarse al trabajo y se verán atrapadas en la eterna media jornada que obstaculiza tantas carreras laborales y que evita que las mujeres y los hombres en Austria seamos iguales. Por no hablar de la perpetuación de unos roles de género rancios, apolillados y basados en la discriminación.

Por supuesto todos los Ferdinands de Austria estarán contentos. Sus mujeres…Bueno, a lo mejor no tanto.


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.