El Bundespresidente y la Bundespresidenta

El Bundespresidente también es un ser humano. Hoy, como nos pasa a todos de vez en cuando, no ha debido de tener un día bueno en el trabajo.

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6 de febrero.- Hoy el día no ha debido de amanecer risueño para Alexander van der Bellen. Se habrá levantado y, después del primer pis mañanero, se habrá echado un cigarrito pensativo, mirando por la ventana de la cocina de su residencia. Luego, habrá puesto la cafetera moka y, tras toser un poquito, habrá suspirado. Su perro se le habrá acercado y le habrá puesto el morro en el muslo.

-Tranquilo, hombre, tranquilo, que no me pasa nada.

Llegados a este punto, habrá aparecido la señora Van der Bellen.

Guten Morgen, churri -le habrá dicho, algo soñolienta.

Morgen, cari -le habrá dicho él.

La subida del café habrá tapado el silencio sepulcral. La “Bundespresidenta” se habrá dado cuenta de que a su santo le sucedía alguna cosilla y, como hacen todas nuestras parejas o parejos cuando nos ven preocupadas o preocupados, habrá intentado hacer que su santo desembuche.

-Te noto “tacitunno”, Sascha.

El Bundespresidente habrá suspirado (ay, Señor, habrá dicho) y ella:

-¿Qué te pasa, cari, alegría de la Verfassung? ¿Qué te sucede, que no estás tú como siempre, que no canturreas los grandes éxitos de Reinhard Fendrich, que no se te nota en la mirada que vives enamorado?

-Ay, lindurri, es que tengo una pesadumbre…

-Habla, caro, ya sabes que te idolatro y que tú y yo somos más que dos.

-Es que…Es que…

-Qué, mi amor, mi circunflejo.

-Pues que hoy tengo que verle el jeto otra vez, y cada vez que le tengo que ver el jeto…

Aquí la “Bundespresidenta” habrá querido quitarle hierro a la conjoja y al somormujo de su marido o esposo:

-Sascha, son gajes del oficio. Piensa que eres el Bundespresidente de todos nosotros. De los que te caen bien y también de los que te caen…Bueno, como te cae él.

-Pero es que, pichurrita mía, si pudiera…Vamos, no me cojas equivocadamente. A mí me gusta ser Bundespresidente de los ocho millones de austriacos y austriacas y de las personas que viven en este país nuestro. Pero si pudiera…Vamos, que si pudiera sería muy feliz siendo solamente el Bundespresidente de siete millones novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve austriacos, tú ya me entiendes. Y a él…Que le dieran. Es que no le puedo soportar.

 

Washington Square, HD Primera parte

-Comprenderás que a él le pasa lo mismo con tus carnes morenas. Anda, pásame el azúcar.

-Ya, querida. Pero hay una diferencia fundamental.

-¿Y es?

Aquí el Bundespresidente se ha impacientado un pelín:

-Pues está clara, cariño: que los que le detestamos tenemos mucha más razón que él, que nos desteta. Digoooo, que nos detesta.

-Claro, eso sí. No es por nada, pero no me gustaría estar hoy en ese despacho tuyo, detrás de la puerta roja, a solas con él.

-No, si es que esa es otra, que nunca viene solo.

-!Qué abusón!

-Trae con él a unos tipos muy bordes con móvil que, cuando digo algo, no hacen más que ñiñiñí.

-Eres un santo, Sascha.

-No, soy el Bundespresidente y cumplo con mi obligación. Pero ya me gustaría a mí no tener que cumplirla.

-Te entiendo, vida mía. Pero ya se sabe… !Échale guindas al pavo!

-Y eso, cari ¿A qué viene?

-Es que no se me ocurría nada bueno que decirte.

-Gracias, cari – habrá dicho el Bundespresidente, y le habrá depositado un bundesbeso de amor a su esposa en el frontispicio.

En fin: a las tres de la tarde, Herbert Kickl ha estado visitando al Bundespresidente VdB para explicarle cómo iban sus negociaciones con el Partido Popular austriaco. La reunión ha durado una hora.

No se sabe la cara que tenía Van der Bellen después del encuentro, pero la cara de Kickl, aún teniendo en cuenta de que es ya desagradable de por sí, era más avinagrada incluso que de costumbre. Al salir del Hofburg, no ha dicho esta boca es mía.

(Y un suspiro de alivio que ha llegado hasta Baja Austria ha recorrido Viena y todo su término municipal).

Poco después Kickl ha emitido un escueto comunicado, diciendo que las negociaciones con el ÖVP se reanudarían “lo más pronto posible”.

De momento, el Bundespresidente ha cancelado su visita al mundial de esquí. Por lo que pueda pasar.

Parece que le estoy viendo, echándose un cigarrito en el Hofburg.


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