Hoy el Gobierno ha presentado su nuevo programa. Ha dicho que se avecinan “tiempos duros”.
27 de Febrero.- Interrumpimos por un momento la programación para dar cuenta de la presentación del programa del nuevo Gobierno de Esta Pequeña República. Como ha apuntado Herbert Kickl con bastante mala leche (la suya propia y la que le entra al no formar parte) es raro que se presente un programa de Gobierno cuando no hay todavía Gobierno. No le falta razón, pero parece que, después de cinco meses de deliberaciones e hipótesis, los nuevos mandatarios se despepitan por aparentar que están muriéndose de ganas por gobernar, por reformar y por dejar la proverbial “Nave del Estado” como una patena.
Doscientas y pico páginas de programa que los periodistas se han tenido que leer a toda prisa (aunque es posible que alguien, apiadándose de ellos, les haya entregado unos resúmenes, para que puedan tejer los artículos con los que le han contado a la ciudadanía los puntos más importantes del nuevo gobierno). En el preámbulo, por cierto, los abajo firmantes (Babler, Stoker y Meinl-Reisinger, aunque no por ese orden) le han mandado sendos recaditos a Herbert Kickl, diciéndole que son un Gobierno en el que la colaboración, la buena educación y la eficacia van a ser la norma (cuando empecemos a tocar intereses y a pisar juanetes, ya veremos, pero abordar cualquier cuestión con buenos propósitos “es bien”).
También le han repetido, por supuesto sin mencionarle, que si no es canciller de las cancillerías es por no haber sabido granjearse la voluntad de las personas cuya colaboración necesitaba.
En cuanto al contenido de los papeles, la verdad es que uno, como todo el mundo, ha tenido tiempo de echar un vistazo por encima, y a uno le parece, en general, que la influencia de los Neos ha sido benéfica para engrasar un poco la vieja maquinaria de la “Gran Coalición” (que hace muchísimo tiempo que no es tan grande).
A pesar de que se anuncian “Años duros” se tiene la sensación de que serán blandos en comparación con lo que hubiera sido si la extrema derecha hubiera gobernado. Habrá recortes, pero no se tiene la sensación de que vayan a ser arbitrarios.
Eso sí: el Gobierno tiene ante sí una tarea titánica. La de reconquistar a un treinta por ciento de personas que creen todavía que el país distópico y autoritario que pinta la extrema derecha es su país y su proyecto de país. No es asunto menor, porque frente a él, el Gobierno va a tener una fuerza que se siente, en primer lugar, ayudada por la Historia y, en segundo lugar, que se olvida fácilmente de algunas reglas elementales de urbanidad y aún de limpieza ética.
Solo un ejemplito. Ayer la ORF entrevistó a Dagmar Belakowitz, la que hubiera sido la Ministra de Sanidad en un Gobierno ultra. El asunto de la entrevista era el quinto aniversario de la llegada de la pandemia a Austria. Belakowitz fue una de las agitadoras más fanáticas del movimiento antivacunas (cosa todavía más grave si se considera que es médico). Pacientemente, la periodista le hizo una entrevista impecable. Lo que pasa es que Belakowitz no está acostumbrada a hablar con auténticos periodistas. La reportera le recordó que fue Herbert Kickl uno de los primeros políticos que pidió en Austria un confinamiento masivo, acusando al gobierno de entonces de debilidad. Luego, le preguntó qué pensaba de un estudio de la Universidad de Graz que demuestra, sin lugar a dudas, que la vacuna salvó la vida de muchos miles de personas en Austria. Belakowitz, en el vídeo, intenta revolverse, pero cuando se ve acorralada por la evidencia, interrumpe la entrevista, la califica de “mierda” y le reprocha a la reportera estar pagada por las farmacéuticas (cosa, por supuesto, que es mentira).
Este hubiera sido el pan nuestro de cada día si el FPÖ hubiera llegado al poder.
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