El pseudoperiodismo de extrema derecha ha hackeado las opiniones públicas occidentales, hoy examinaremos mediante qué medios en concreto
11 de Marzo.- La primera parte de este artículo está aquí
HAY UNA BANDA QUE SECUESTRA
Antes de entrar en materia para analizar los “recursos estilísticos” que utilizan estos medios de comunicación afines a la extrema derecha tenemos que dejar claro el objetivo que persiguen. Es el siguiente: se trata en un primer paso de crear en lo posible una sensación de miedo difuso e inconcreto, aprovechando que los receptores potenciales de los mensajes son personas de un nivel cultural medio o medio bajo, que no cuentan, por tanto con los instrumentos necesarios para poder analizar de una forma crítica los mensajes que reciben.
(No parece coincidencia que uno de los altavoces ultras en el internet español se llame “estado de alarma”)
Como veremos más tarde, en este tipo de seudoperiodismo se evitan cuidadosamente todas las concreciones que pueden relativizar el impacto emocional de una noticia, como puedan ser por ejemplo los relativos a la ubicación geográfica de un determinado suceso o la frecuencia o la magnitud de determinados eventos.
En principio, el titular típico de un medio de extrema derecha está cortado sobre el patrón del que se muestra en el vídeo musical del grupo español “Ojete calor”, el de la canción “Opino de que”.
Al principio del clip, utilizando el logo del pionero de esta prensa basura en España, el periódico “La Razón”, se pone un titular a cuatro columnas con el titular “Hay una banda que secuestra”.
La intención es humorística, pero el uso es perfectamente identificable. Se trata de que el lector tenga miedo de salir de su casa porque “Hay (en alguna parte) una banda que secuestra”.
Evitando la concreción (¿Dónde opera esa banda que secuestra? ¿A cuántas personas ha secuestrado? ¿Han sido detenidos sus integrantes? Etc) se pretende crear ese estado de miedo y de desazón difuso, que aprovecha los miedos atávicos del ser humano y más en concreto aquel de estar a merced de poderes sobre los que uno no tiene influencia. Se trata de crear la misma desazón que lleva al ser humano a buscar alivio en explicaciones mágicas y religiosas o, lo que es lo mismo, a una figura paternal, omnipotente, que defiende al ser humano-niño de las amenazas.
Porque evidentemente este estado de miedo difuso, despegado en lo posible de la racionalidad, se crea con un objetivo: en una segunda fase, la desazón creada se compensa mediante la aparición de una “solución autoritaria” que promete, de manera más o menos explícita, la “vuelta” a un mundo libre de preocupaciones. A una arcadia ficticia que, a lo largo de la historia, ha ido adoptando diferentes caracterizaciones pero que, en el caso que nos ocupa, el de la extrema derecha europea, viene a ser una versión simplificada del mundo, situada en un pasado lo suficientemente remoto para que quede impregnada de ese resplandor desdibujado que asociamos a la nostalgia. Un mundo ficticio y abarcable de un vistazo, en el que vivir no cuesta ningún esfuerzo, porque no existen desafíos ni preguntas y, de aparecer, encuentran una rápida respuesta en la omnisciencia del líder.
La falta de cultura, de lo que podríamos llamar “pericia en el uso” del mundo, crea en el receptor de estos mensajes una sensación de indefensión constante, de desazón. Evidentemente mensajes como los expuestos anteriormente resuenan en este receptor, el cual teme, pero al mismo tiempo se complace en, recibir este tipo de mensajes alarmistas.
Recientemente alguien ha llamado a esta dinámica “sadopopulismo” y no es muy arriesgado afirmar que haya un componente turbio, sexual y masoquista en la masa receptora.
LA VIDA ES UN MEME
Este estado de alerta y miedo continuos se ha creado optimizando al máximo los mecanismos de transmisión de la información, de manera que su asimilación sea lo más rápida posible y eluda los mecanismos de control crítico, si es que estos aparecen. La unidad mínima de envío de información cultural es el meme.
A pesar de lo que pudiera parecer, los memes más compartidos no son tantos, alrededor de veinte, según un estudio de la Universidad Hebrea de Jerusalem (Linord Shifman y otros) y su capacidad de volverse virales es inversamente proporcional a su originalidad.
Son piezas mínimas de información, fácilmente compartibles que presentan en general a una élite que se cree ilustrada pero que es inepta, contrapuesta con el receptor (o el grupo al que el receptor pertenece) que posee una sabiduría basada en el consenso y, sobre todo, en “el sentido común” (rastro, ver párrafo anterior, de ese mundo idílico en el que el miedo aún no tenía cabida).
Generalmente, los memes se apoyan en el humor y tienen una estructura con lo que, en español, se llama coloquialmente “un zasca”. Es ese sentimiento de orgullo infantil del que zanja una disputa con una réplica cortante.
Dada la velocidad con la que se propaga y la forma acrítica en la que se comparte, el meme ha sido y es uno de los instrumentos privilegiados para sembrar la desinformación. Sin embargo, el pseudoperiodismo afín a la extrema derecha utiliza otros, que paso a enumerar.
La lista, por supuesto, no pretende ser exhaustiva
EL LENGUAJE ES UN ARMA CARGADA
Aprovecho para comentar también que muchas veces se utilizan dos procedimientos conjuntos.Por ejemplo, a la hora de desinformar sobre la “okupación” se utiliza la acumulación y la emocionalización. Por ejemplo, hablando de los problemas emocionales que atraviesa un propietario que “se ve” en la obligación de vivir en la calle a pesar de tener un piso de su propiedad (alquilado a un inquilino que no le paga).
-El uso de lenguaje hiperbólico. Entre los verbos, “explotar” en el sentido de dejarse llevar por la ira hasta provocar una reacción irracional, en titulares de la forma “el colectivo X explota ante las exigencias del wokismo”, “recibir un varapalo”, “asfixiar”, “ahogar”. Entre los adjetivos, “demoledor”. Llamar “traidores” a los adversarios políticos.
-El maximalismo del “todo o nada”, por ejemplo a la hora de tratar cualquier propuesta progresista o de izquierda como si estuviese en un espectro ideológico extremista,.
-El uso de “amenaza” en todas sus formas posibles, como verbo, sustantivo o adjetivo.
“Miles de austriacos amenazados por los cortes de luz eléctrica” (oe24.com)
-Utilizar la palabra “secreto” (geheim) o “desvelar” (enthühlt) incluso (o sobre todo) para cosas que no son en absoluto secretas. Naturalmente, el “secreto” implica que hay alguien interesado en que determinadas cosas no trasciendan, poniendo así en peligro al receptor de la noticia y a su grupo, “el pueblo” en titulares de la forma
“El plan secreto para…”
“El truco secreto para…”
“Desvelado el plan secreto para…”
“las actas secretas de…”
“Te lo han estado ocultando todo el tiempo…”
“Esto es lo que no quieren que sepas”
-Eliminar la precisión para desdibujar los límites de un suceso y, así, magnificarlo y aumentar la sensación constante del mundo como lugar peligroso e imprevisible.
“Una profesora mata a una niña en un jardín de infancia” (oe24.com, la noticia no había pasado en Austria, sino que el crimen se había cometido en Corea del Norte.
“Hallan a dos niños viviendo solos y entre heces años después de que su madre los abandonara” (Libertad Digital, la noticia no es de España, sino de Oakland, en los Estados Unidos”).
-Funcionar por acumulación, o sea, aumentar la importancia de una noticia haciendo ver que pasa todo el tiempo.
Por ejemplo, tras un atentado islamista, un titular que diga “otro ataque con cuchillo” aunque el ataque no tenga nada que ver con el islamismo radical y se trate, por ejemplo, de un robo asociado a la delincuencia común.
-El uso de clichés y estructuras lingüísticas que funcionan como comodines o como categorizaciones que, en realidad, no quieren decir nada lo “woke”, el “socialismo”, en alemán los “links linken”, en general este pseudoperiodismo utiliza formas gramaticales y de expresión muy sencillas que funcionan como un lego léxico.
LA EMOCIÓN Y LA COMPLACENCIA EN LA DEGRADACIÓN
-Constante presencia de una gama emocional muy primaria y, en general, sobreactuada (en alemán se adjunta la palabra *drama a cualquier cosa o se utiliza el drama a secas). También se intenta vincular emocionalmente al lector con el protagonista de cualquier noticia, de una manera que intenta aumentar el valor de lo que, en el fondo, son baratijas informativas. A cualquier cantante de un solo éxito se le trata de “figura de culto” (kult). En general se trata de emociones que no son auténticas, sino sucedáneos que no alcanzan más allá de la epidermis.
-Los sucedáneos también alcanzan a los hacedores de este tipo de pseudoinformación. Personajes que no son más que agitadores, y que no merecen ese nombre, son elevados a la categoría de “periodistas” (por ejemplo, en España personajes como Vito Quiles). Su misión es, claramente, obstaculizar el trabajo de los auténticos informadores. La labor de este tipo de personajes se desarrolla en dos frentes: por un lado, como hace la propia extrema derecha con las instituciones políticas en las que está presente, estos pseudoperiodistas tratan de degradar lo más posible la calidad del sistema en el que se integran para dejar patente delante de su público su futilidad. Por otro lado, tratan por todos los medios de beneficiarse de las medidas de protección y de blindaje que el sistema proporciona al auténtico periodismo, como las acreditaciones periodísticas para estar en ruedas de prensa o para estar presentes en determinados espacios (el Congreso de los Diputados español, por ejemplo).
-Todo mal. El pseudoperiodismo de extrema derecha sigue el lema de “cuanto peor, mejor”. En general, el tono es siempre pesimista, magnificando el lado negativo de las cosas y minimizando los aspectos positivos de cualquier cuestión. Sobre todo si está relacionada con cualquier realidad que invada su programa ferozmente nacionalista y reaccionario, como es la Unión Europea y sus instituciones. En general, su intención es promover un constante miedo al futuro (“El sector del aceite de Oliva, amenazado por los aranceles de Trump, contiene el aliento”) miedo en el que está incluida la presunción de que el futuro será peor que el presente. Más sucio, más desordenado, más incontrolable, más complejo. Y que, por lo tanto, hará falta, como decíamos antes, “una solución autoritaria” que lo limpie, que lo ordene, que lo simplifique.
CONCLUSIÓN
Las corrientes autoritarias utilizan para sus fines armas simples pero asombrosamente efectivas.
Su objetivo es minar nuestras democracias desde dentro, impulsando una percepción de decadencia y de ruina que facilite la toma del poder por parte de opciones políticas reaccionarias que basan su ideario en el recorte de las libertades en aras de un supuesto “estado de alarma” que no existe.
Deja una respuesta