Gente que vive sola

Desde que yo llegué a Austria, en 2005, el número de gente que vive sola ha aumentado (una cosa, claro, no tiene que ver con la otra).

 

LTeD 16.03.2025: 5 años del primer confinamiento en Austria

17 de Marzo.- Cuando yo llegué a Austria, en 2005, Esta Pequeña República tenía, si mal no recuerdo, algo más de siete millones de habitantes. Hoy, gracias en gran parte a nosotros, los migrantes, tiene algo más de nueve.

También Viena, esta bonita capital, ha recuperado la población de algo más de dos millones de almas (y de cuerpos) que tenía cuando terminó esa carnicería a la que, por conveniencia, llamamos primera guerra mundial.

Resulta siempre muy curioso saber más a propósito de cómo vivimos los habitantes de este trocillo del planeta con forma de pipa. Hoy, Statistik Austria ha publicado las conclusiones de un estudio sobre el censo que se realizó con datos de 2024.

La conclusión es que cada vez hay más hogares en los que vive una sola persona. En concreto, en Austria, 1,6 millones de personas viven solas. Son 430.000 más de las personas en esta situación que había cuando yo llegué, y es probable que la proporción siga aumentando porque la gente tiene menos críos y la población envejece. El grupo mayor es el de las mujeres de más de sesenta y cinco años. En proporción de dos a uno con respecto a los hombres de ese mismo grupo de edad.

Otro dato que se desprende de este estudio del censo es que el matrimonio ha ido perdiendo en significación y que cada vez hay más parejas que unen sábanas y manteles sin pasar por la vicaría o el juzgado.

Un poquitín menos de la mitad de la población austriaca vive emparejada. La proporción de personas que están con sus churris tan ricamente bajo el mismo techo se ha mantenido constante a lo largo de las últimas dos décadas, aunque, como decía más arriba, cada vez hay más personas que pasan de casarse. Ha subido el número de personas que viven “amancebadas” (qué bonito sería que la palabra significa que se quieren y que, al mismo tiempo, comen opíparamente). O sea, sin darle cuenta al Estado de su unión.

La mayoría de las personas que viven emparejadas están en el tramo de edad entre los 35 a los 54.

Por los tramos inferiores de este rango de edad suelen ser más frecuentes los “matrimonios salvajes” (así se llaman aquí a las parejas sin papeles) mientras que, cuando la gente va sentando la cabeza y empieza a pensar en las pensiones de viudedad y cosas así, van aumentando las bodas.

En cualquier caso, entre estos datos se transparenta que Austria se enfrenta, como otras economías desarrolladas, a lo que uno de sus altos responsables económicos ha llamado este fin de semana “una bomba demográfica”. O sea, que la población envejece y no hay relevo y, sin ese relevo, habrá que encontrar la manera de mantener (y de financiar) determinados servicios.

Hay una cosa que está clarísima y, aunque sea arrimar el ascua a nuestra sardina, es más que evidente que Austria necesita personas y que esas personas han sido hasta ahora y seremos todavía por mucho tiempo, inmigrantes.

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