Historia de un debate imposible

Esta es la historia de un debate que nunca llegó a suceder. Y fue mejor que así fuera.

 

LTeD 16.03.2025: 5 años del primer confinamiento en Austria

19 de marzo.- Hace algunos días, coincidiendo con el quinto aniversario del primer confinamiento, la emisora regional de la ORF en Austria la Baja decidió organizar un entretenido debate.

La idea no carecía de audacia, porque hay que decir que Baja Austria fue (es) una de las zonas de Austria en donde los antivacunas y otras gentes similares sin nada entre las orejas campaban a sus anchas. En Baja Austria, por mor de las necesidades consuetudinarias de la gobernanza, el ÖVP pactó con la extrema derecha, la cual extrema derecha puso entre sus exigencias para la “pactación” que el Gobierno de Austria la Baja “indemnizara” a las “víctimas del coronavirus” esto es, a personas que se opusieron en su momento a acatar las medidas sanitarias y, con ello, en muchos casos, pusieron en peligro las vidas de sus semejantes.

Si no estoy mal informado el Gobierno ya ha tirado a la basu…Digooo ya ha repartido más de cuatro millones de Euros en estas “indemnizaciones”.

El debate no se llegó a realizar porque la ORF invitó a varios expertos, gente seria y de competencia científica probada, pero también invitó a un espécimen bípedo y asnal que atiende por Martin Rutter, ultraderechista y activista antivacunas (era una de las presencias infaltables de las llamadas “corona Demos” cuyo recuerdo sigue sonrojando a las gentes de bien).

Los científicos de verdad, al saber que la ORF había invitado al conspiranoico Rutter cancelaron su asistencia, hasta dejar al ultra solo. La razón de su negativa a asistir es muy comprensible. Todos los que, en su momento, informamos con imparcialidad y criterio científico de los avatares de la pandemia recibimos todo tipo de amenazas por parte de personas maliciosas y/o indocumentadas como Rutter.

Invitar a Rutter al debate fue como invitar a un terraplanista a un programa sobre el sistema solar o a Leticia Sabater a un programa sobre las glosas emilianenses (o silenses). O sea, que si hay que ir se va, pero ir pa ná es tontería.

El argumento de la ORF para defender su decisión fue que se quería tener en la misma mesa “todos los puntos de vista”, poniendo así en pie de igualdad cosas que, en ningún caso, son iguales, como son las recomendaciones de un médico intensivista con estudios o un virólogo y las de este saltatapias de Rutter, que recomendaba a las personas que padecen enfermedades autoinmunes que tomaran pina y agua de coco y a las personas con cáncer uvas y manzanas.

El asunto levantó una cierta polvareda en los medios austriacos, porque Rutter es una persona cuya reputación huele peor que el meado de gato.

Hoy, el ultra ha vuelto a perder. Ante los tribunales, esta vez. Hace algún tiempo el semanario Profil informó de que Rutter había fundado sendas asociaciones más que opacas para dizque “víctimas de la pandemia” por las cuales había cobrado varias decenas de miles de jEur del Estado (de Austria la Baja, más concretamente). Concesión de fondos que el Tribunal de Cuentas austriaco criticó por su carencia de mecanismos de control.

En el curso de la información Profil describía a Rutter como ultraderechista y como difundidor de teorías de la conspiración. Rutter, ofendidito, interpuso una demanda, que el tribunal ha desestimado. Curiosamente. Y digo curiosamente porque hace días otro juez (probablemente más de la cuerda de Rutter) condenó al director del semanario Falter por haber llamado ultraderechista a Rutter en Facebook.

El director de Falter ha recurrido ya la sentencia.

 

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