El amor ha dejado de ser un negocio

Hay determinados ámbitos en los que la “mano invisible” del mercado produce monstruos. La tele es uno de esos ámbitos.

LTeD 23.03.3035: La “Felichitá”

25 de Marzo.- En Austria, la radiotelevisión pública, la ORF, es una reliquia de la tranquila prosperidad del siglo XX. Es una empresa grande, con muchísimos empleados. Un típico ejemplo de la plasmación de los ideales de esa forma especial de socialdemocracia que cuajó en Austria durante el largo reinado de Bruno Kreisky. O sea, la idea, obvia por lo demás, de que no se puede dejar en manos del mercado cosas tan importantes como son la informaición y la cultura, y que es misión primordial del Estado, para mantener el bien común, corregir los “errores” que el mercado pudiera causar en estos terrenos tan delicados.

La manera de efectuar esta corrección es la ley que rige la ORF y que marca clarísimamente la misión de la empresa: o sea, la de producir entretenimiento e información de calidad, que ayuden a elevar el nivel intelectual de los espectadores.

De esta manera, la cadena pública no llega a ser Arte (la cadena franco-alemana de televisión, esa maravilla del paraje audiovisual europeo) pero se le acerca bastante.

Esto, sin emabrgo, tiene una pega.

DARLE A LA GENTE LO QUE LA ORF NO PUEDE DARLE

Como todo el que se ha interesado por la economía sabe, cuando el sector público tiene una fuerte presencia en un determinado ámbito, la inversión privada en ese ámbito se pone mustia o raquítica, y no crece.

El capitalismo en el que vivimos necesita que la inversión privada crezca. Si es posible, de forma indefinida. Así pues, a finales del siglo pasado, el Estado austriaco, presionado por las normas comunitarias, permitió que se constituyeran emisoras privadas para darle alegría al sector audiovisual. Las nuevas empresas lo tenían difícil para entrar en un mercado en el que la ORF era la costumbre inveterada de los habitantes de este país.Estaba claro que, para intentar arañarle cuota de mercado a la tele pública, la única solución era darle al espectador lo que la tele pública no estaba en condiciones de dar. O sea, sexo y contenidos…Bueno, digamos que contenidos para cuyo consumo no se necesitaba ser un Castelar. Basura, vaya.

TELEBASURA MADE IN AUSTRIA

ATV se convirtió en la versión austriaca del Mediaset de Berlusconi. Aunque, como sucedía con la socialdemocracia, a la que yo aludía más arriba, la telebasura austriaca tomó una forma particular de este país. En cierto modo, los falsos documentales de ATV eran (son) una caricatura brutal de los programas que dieron tanto prestigio a la ORF de antaño. Particularmente los documentales, algo burlescos e irónicos, que produjo Elisabeth T. Spira, en los que la realizadora retrataba con ánimo desmitificador las miserias de Esta Pequeña República, porque en todas partes, como es natural, cuecen habas.

Sin embargo, mientras que la doctora Spira trataba de decir “señores, esta gente, aunque es rara y está un poco averiada, también merece cariño” en ATV el mensaje se daba (se da) la vuelta y se transforma en una ridiculización lacerante y brutal de personas que, en muchos casos, son disminuidos psíquicos que no son conscientes a cabalidad de las situaciones en las que se meten para que engorden las cuentas de ATV.

El mensaje, ultrareaccionario, es que los pobres son pobres básicamente porque son demasiado estúpidos para comportarse como adultos funcionales y, sobre todo, demasiado rijosos para que el sexo (un sexo pajillero y con acné) no controle su vida. Es un panorama de pornografía social en donde los participantes de los “documentales basura” de los que está hecho el prime time de ATV son exprimidos por cuatro perras hasta que quedan inservibles.

EL NEGOCIO DEL AMOR

Uno de esos formatos se llama “Das Geschäft mit der Liebe” (El negocio con el amor). Lleva emitiéndose desde hace diez años por lo menos. Se trata de seguir a tres o cuatro tipos de edad más que mediana que viajan a países deprimidos a buscar “novia”. Aquí no se engaña a nadie. Ellos ponen el dinero y ellas la carne.

Los que hacen el programa (una productora) defienden que se trata de una “sátira brutal” pero estos últimos días las representantes de las mujeres de todos los partidos del arco parlamentario austriaco han pedido al vicecanciller Babbler, Ministro de los Medios de Comunicación, que tome cartas en el asunto y haga lo posible por impedir la emisión de “Das Geschäft mit der Liebe” por ser violento, humillante para las mujeres y fomentar la prostitución y el tráfico de personas.

La extrema derecha, por supuesto, se ha puesto de perfil. En parte por no darle la razón al Gobierno ni siquiera en esto y en parte, seguramente, por no ver nada malo en un formato que está dirigido a un segmento de los espectadores que constituye el “core” de sus votantes.

Si las nueve temporadas anteriores eran hediondas, en esta nueva temporada los hacedores de la emisión se han superado a sí mismos. No se puede ver ni cinco minutos sin sentir arcadas primero e indignación después.

Al hacerse pública la carta, ATV reaccionó quitándole importancia a la cuestión y apelando a la libertad del espectador para decidir lo que quiera ver pero, al ver que la cosa adquiría notoriedad y se corría el riesgo de que Das Geschäft mit der Liebe alcanzara las proporciones de una crisis reputacional para ATV, la cadena ha decidido retirar el programa no solo de la emisión, sino de Joyn, su plataforma de contenidos online. El objetivo, según la empresa, es verificar si el programa se ajusta a los estándares de calidad (!Calidad!) de la ATV.

Vamos, como si en esa santa casa existiera algo así.

El dueño de la productora del formato ve la cosa con mucho más calma (o cinismo, según). En su opinión, la fórmula se ha desgastado y ya no están los tiempos para estos programas “satíricos”.

En fin.

PS: Nada más publicar el artículo he leido que los hombres que trabajan en el programa cobran un dinero, las mujeres no. Me he ido a vomitar y luego he publicado esta actualización.

 

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