
La justicia acusa a altos dirigentes del FPÖ de haber desviado presuntamente dinero para chuches del partido a su ámbito privado.
16 de abril.- El 17 de mayo de 2019 era viernes.
A las cinco de la tarde, en una acción coordinada, varios medios publicaron unos clips de vídeo muy cortos que cambiaron la historia de Austria para siempre. Mostraban a Heinz Christian Strache, vicecanciller a la sazón entonces, a su mano derecha Johann Gudenus y a dos mujeres, de las que en aquel momento no se sabía la identidad.
Los vídeos, todo el mundo lo sabe a estas horas, grabados con cámara oculta, mostraban el momento en el que Strache y Gudenus, hechos unos machos alfa, trataban de venderle a una “fementida” oligarca rusa varios de los activos más preciados de Esta Pequeña República si la oligarca les ayudaba, eso sí, dándoles un empujoncito financiero que les permitiera llegar al poder y tener así las manos libres para hacer y deshacer.
La publicación de los vídeos fue una bomba que estalló en el mismo centro del sistema y cuya onda expansiva no solo se llevó por delante al mismo Strache y a Gudenus, sino también terminó con la destitución de Herbert Kickl y con la huida a Rusia de la, hasta ese momento, ministra de asuntos exteriores austriacas, Karin Kneisl, y principal aliada de Vladímir Putin en Europa.
Los acontecimientos se sucedieron a toda prisa, pero en 2020 se supo que, incluso en aquellos momentos de zozobra, alguien mantuvo la cabeza fría y convocó en la sede del FPÖ en Viena una reunión de crisis. La principal decisión que se tomó, sumamente peculiar por cierto, fue la de destruir lo más rápidamente posible la contabilidad del partido. Solo se salvaron de la quema los papeles que hacían referencia al líder defenestrado, Heinz Christian Strache. Sin embargo, a través de esos documentos, la justicia austriaca ha abierto una ventana a lo que, por lo visto, y siempre presuntamente, fue el modus operandi dentro de la cúpula del FPÖ desde que Haider se hizo cargo del partido. Por lo visto, y siempre presuntamente, los altos jerarcas ultras metían la mano en la caja de la organización cuando les venía bien y financiaban con el dinero del partido gastos tan privados como la vigilancia de la primera mujer de Strache por parte de un detective privado (en la documentación se llama a esto “observar”) o sumas muy llamativas en consumibles como caramelos o cigarrillos, o remuneraciones como la de las personas que limpiaban las casas de los jefes.
Aunque sea su nombre el que más corre por los tribunales, no solo era Strache el que (presuntamente) se dedicaba a darse la vidorra padre con las subvenciones que le pagamos al FPÖ todos los contribuyentes, sino también su hoy rival en las elecciones vienesas, Dominic Tepp digooo Nepp.
Tranto Strache como Nepp, como otros jerarcas ultras, hacen protestas de inocencia y se amparan en la interpretación que el jurista Heinz Mayer hace de la ley que regula el uso de los fondos de los partidos. Según Mayer, el legislador da muchísima manga ancha para que se usen los fondos “para obtener influencia” y deja a discreción de los que toman las decisiones el destino de los fondos y la forma de obtener influencia con ellos. Es la línea de defensa de los ultraderechistas encausados. Sin embargo, esta laxitud se compadece mal con la línea oficial del partido (la de entonces y la de ahora) en la que se predica la austeridad y la honradez frente a una “casta” la de los “políticos tradicionales” (alt Parteien, en la jerga) presuntamente dada a la juerga y a los langostinos a la plancha.
Los daños provocados por este estilo de administración superan, según los investigadores, el millón de euros.
Según estiman, las “mamandurrias” de las que procedían los fondos no solo era la caja del partido, sino la del grupo parlamentario ultra, el grupo del ayuntamiento o la organización del FPÖ en Viena.
Son varios los testigos que han inculpado a Strache, entre ellos varios guardaespaldas (al contrario de lo que suele ser la costumbre entre los políticos austriacos, Strache iba siempre acompañado de varios armarios empotrados; el que esto escribe ha sido testigo presencial de esto, una vez en el Volksgarten). Según parece, el trato de Strache “y sus boys” con el dinero fue siempre un secreto a voces y la gente asumía que, debido a su condición de „estrella política“ (sic) había perdido un pelín el contacto con la realidad.
A preguntas de los medios austriacos, Strache ha reiterado que es inocente en tanto que Dominic Tepp digooo Nepp, no ha dicho esta mund es mía.
La justicia, en todo caso, tendrá la última palabra.
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