Los científicos lo tienen cada vez más crudo en USA. Por menos de nada, te echan de tu trabajo. Austria quiere aprovechar este hecho.
18 de abril.- Las asociaciones de ideas son una cosa curiosa. Estos días leyendo la siniestra labor destructora que Donald Trump y sus secuaces están perpetrando en el mismo corazón del poderío de los Estados Unidos, o sea, su puntero sistema científico, me acordaba yo de un compañero de mi padre.
SI ES QUE NO HACÉIS “NÁ”
Mi padre trabajaba en el departamento de mantenimiento del edificio de una gran empresa y tenía un compañero (no es criticar, es referir) que era más bestia que un saco de ladrillos, como dijo Elon Musk certeramente del que aconsejó a Donald Trump que elevara los aranceles. Este compañero de mi padre, lo dicho, era muy noblote, pero muy bocachanclas y un poco marmolillo.
Una de las misiones de mi padre y de sus compañeros era mantener las oficinas a una temperatura confortable para trabajar (esos teóricos veintidós grados que son una temperatura tropical para los hombres y un frío siberiano para las mujeres). En invierno, vaya que vaya, porque la calefacción parece que le gusta a todo el mundo. Pero en verano, las señoras llamaban a mi padre y a su compañero cada cinco minutos diciendo que tenían frío.
Mi padre, diplomático y afable como es, enseñaba el termómetro y si las mujeres seguían quejándose, les subía un grado o dos el termostato y andando. El compañero, sin embargo, siempre hacía lo mismo. Se presentaba ante las ateridas oficinistas y si las mujeres se le quejaban de que iban a pillar una cistitis, miraba despectivamente los teclados y las mesas llenas de papeles y les decía:
-!Cómo no váis a tener frío! !Si es que no hacéis ná, joé!
Porque para este compañero (que en paz descanse) de mi padre, si no estabas abriendo agujeros en las calles o paleando cemento no estabas trabajando. Menear las células grises no era curro según él, por lo visto.
El equipo de racionalización está en las mismas. Uno se imagina a los cafres aquellos pasando por los laboratorios de las universidades y las oficinas y preguntando:
-Y tú, a ver, el de la bata blanca ¿Qué coño haces que no sudas?
-Estoy investigando la fusión nuclear.
-¿Y eso, para qué cojones sirve?
-Oiga usted, caballero, es una fuente de energía infinita y renov…
-!Y una mierda pa ti! Hala, a la calle. Por vago.
UNA DESGRACIA PARA USA, UNA OPORTUNIDAD PARA EUROPA
De estas, se están quedando sin trabajo muchas mentes privilegiadas, lo cual representa una oportunidad de oro para Europa. Porque, señora, si de algo está necesitado el mundo es de talento. O sea, de esas personas que trabajan detrás de una mesa con un ordenador y que luego se quejan de que tienen frío.
Hoy, la ministra austriaca de educación Eva-Maria Holzleitner, ha anunciado que el Gobierno se va a apresurar a hacer cambios legales para que las Universidades austriacas puedan “pescar” científicos de los USA y también habrá becas para aquellos estudiantes que estén amenazados (en los tiempos que corren, los animales del equipo de Trump te pueden hacer la vida imposible por marica, por bollera, por “guouk” o por decir que Donald Trump tiene el culo blanco porque su mujer se lo laba con Ariel).
El Gobierno ya se ha puesto en contacto con todas las instituciones potencialmente implicadas, desde la Cámara de Comercio hasta las Universidades y ha abierto una plataforma para centralizar las peticiones de los científicos que pudieran querer venirse a trabajar a Esta Pequeña República (con lo bien que se vive aquí, mecachis en la mar, venirse).
Hasta ahora, las universidades tenían limitado el llamado “Oportunity Hiring” o sea, el número de profesores que podían captar del extranjero por la vía rápida, a un cinco por ciento. Los cambios en las leyes serán para ampliar este porcentaje y hacer más fácil, ya digo, la captación de talento.
Además, los estudiantes amenazados podrán optar a un programa que se llama “students at risk” por el cual podrán recibir cantidades de dinero de hasta 1200 euros mensuales hasta el final de sus estudios. El programa tiene sitio para cincuenta estudiantes, y no está restringido a los Estados Unidos. O sea, que también podrán acogerse personas de otros lugares amenazados.
También se va a impulsar un pacto para la tecnología y la innovación para que los científicos no solo se vengan a vivir a Austria, sino para que se queden.
También la ciudad de Viena va a intentar crear las condiciones necesarias para servir de refugio a la ciencia que los Estados Unidos expulsen. El el antiguo hospital Otto Wagner se había creado un campus para la universidad de Soros que, al final, se instaló en otro sitio de la ciudad. Esas instalaciones están esperando a gente inteligente de la que ayuda a que nuestra vida sea mejor.
Austria la está esperando con los campus abiertos.
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