Ayer fue un día de esos que no se olvidan fácilmente. La pregunta es ¿Sería posible un apagón así en Austria?
29 de abril.- Ayer, día 28, uno de mis mejores amigos cumplió 50 años. Una fecha memorable, porque hace veinticinco, esto es, media vida, que nos conocemos. Por la mañana, bien temprano, le felicité por Whatsapp. Horas más tarde (no muchas) me mandó una foto de su hijo. En Valencia, donde vive mi amigo, era fiesta (San Vicente) de manera que se avecinaba una jornada tranquila (o eso creíamos todos).
Yo trabajé toda la mañana y me fui luego a comer con la puntualidad que acostumbro (a las doce). En la sobremesa, cogí el móvil y me saltó una notificación de El País, que decía que no había luz en España. Sin creérmelo del todo, llamé a mi madre por teléfono. Y efectivamente, no había corriente. La verdad es que la cosa me intranquilizó bastante (!A quién no!) pero traté que no se me notara en la voz.
Cuando llamé a mi madre, nuestra vecina, Benita, estaba en casa de mis padres, porque su cocina es eléctrica y la mujer no tenía manera de calentar la comida, como es natural.
Después de recomendarle a mi madre que quitara el wifi del teléfono (gasta batería a lo tonto, cuando no hay un rúter cerca) le pedí que no hiciera muchas llamadas porque cualquiera sabía cuánto iba a durar aquello y acto seguido llamé a mi hermano.
Daba la llamada, pero no me contestaba.
Traté de tranquilizarme yo también, porque supuse que mi hermano tendría poca batería (va siempre justito, como yo) y no querría gastarla porque igual, qué sé yo, tenía que comunicarse con mi sobrina o con su mujer.
Al fin y al cabo, pensaba yo, un apagón no es el fin del mundo, qué podía pasar. Por los periódicos podía verse que el bochinche era cada vez más grande. Vivimos en una civilización electrificada, con todo lo que eso implica.
Una amiga que vive en Madrid estaba con su madre, y decidieron que no había otra que irse desde Ventas hasta cuatro vientos andando. Son dos mujeres muy deportistas.
Mi hermano fue al supermercado con su mujer. Compró agua, como todo el mundo, y también provisiones. Más preocupado por la capacidad calórica que por lo sano de la dieta, decidió que lo mejor para afrontar el fin del mundo eran sendas latas de callos. A duras penas, mi cuñada le convenció de que comprara también un poco de verdura. La respuesta de mi hermano habla del sano sentido del humor del pueblo español:
-!Verdura, dice! Vas a ser la última a la que se coman los zombis.
Mi padre y mi madre, buscaron velas (tienen en casa) y se pusieron el transistor de pilas con el que mi madre coge el sueño. Se pusieron a leer los dos y así les pilló la noche. Yo les llamé a las nueve pero no funcionaba el teléfono, pero a eso de la medianoche ya funcionaba internet y en el grupo familiar de whatsapp nos comunicó que ya tenían luz.
Mi hermano todavía no.
Mi sobrina (digna hija de sus padres e igual de graciosa que ellos), me mandó una foto de la mesa de su salón, con unas velas, y me dijo:
“Aquí estamos, haciendo una ouija”.
En Austria, los medios han tratado el asunto del apagón. Después de mencionar que, al volver la luz, la gente cantaba a voz en cuello “Que viva España” (están locos estos romanos, ha debido de decir la señora Hannelore, allí en Stinkenbrunn) han tratado de contestar a la pregunta: ¿Sería posible una cosa así en Austria?
El organismo que lleva esto de los enchufes en Austria se llama Austrian Power Grid. Su director Gerhard Christiner, ha comparecido hoy en la radio y ha dicho que un ensayo general del fin de la civilización como el que ha sucedido en España sería también posible en Austria (diga usted que sí, caballero, tranquilizando a la peña) dada la complejidad del tema de los megawatios en este siglo XXI.
En cualquier caso, el Sr. Christiner ha dicho que aún es muy pronto para saber qué es lo que ha causado el apagón en España, que las razones atmosféricas son pura especulación y que, como pasa en los accidentes aéreos (anda, Gerhard, que vaya ejemplito) hay que examinar todos los datos de la caja negra.
Uno, de cualquier forma, se inclina porque no ha sido ciberataque. Si hubieran sido jáquers de esos, habrían ya reivindicado la cosa. Vamos, digo yo.
Por si acaso, yo ya me voy a comprar hoy una batería extraible buena. Por si las moscas. Recuerden los lectores tener siempre en casa agua, provisiones imperecederas, una radio a pilas, dinero en efectivo, una batería extraíble. El que avisa, evita las consecuencias del apagón.
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