El ex presidente Fischer habla sobre Gaza

El expresidente Heinz Fischer ha hecho unas declaraciones a la agencia APA al respecto del horror que se abate sobre la franja de Gaza.

 

Paco haciendo cosas (trabaja conmigo)- episodio 1

8 de mayo.- Hace tres años se reavivó, por enésima vez, el conflicto entre palestinos e israelíes. La chispa que provocó esta nueva llamarada fue terrible. Miembros de la organización terrorista Hamas secuestraron y asesinaron a varios cientos de personas, de las cuales solo algunas han vuelto con sus familias, otras siguen presas y otras no volverán nunca. Por desgracia.

Este hecho provocó una repulsa general (como, por otra parte, no podía ser de otra manera) e inclinó la balanza de las simpatías de la opinión pública hacia el lado de Israel. Duró poco esta inclinación, porque el Gobierno israelí empezó a acumular pronto salvajada sobre salvajada, muerte sobre muerte, abuso sobre abuso, desproporción sobre desproporción, de manera que, incluso siendo el crimen original espantoso, en estos momentos no se ve el final de ese horror mudo que ha dejado la franja de Gaza prácticamente inhabitable para los seres humanos.

Desde el principio, cualquier crítica a este estado de cosas o a las sucesivas etapas del exterminio de la población de Gaza por parte de Israel, ha sido calificada, grosera, sistemáticamente, como “antisemitismo”.

Una cosa absolutamente absurda para cualquier persona con dos ojos en la cara. El argumento se desmonta rápidamente.

Si, Dios no lo quiera, el Gobierno austriaco decidiera invadir Hungría (un suponer) y cometer un uno por ciento de los desmanes que los israelíes están cometiendo en Gaza, todo el mundo se reiría si se calificasen las críticas al Gobierno de Viena como “anticatolicismo” o “antiprotestantismo”.

La confusión, por supuesto, es interesada, por parte del Gobierno de Israel.

Como pasa en todas partes, en Israel habrá gente mejor y peor, gente religiosa y no religiosa. Hay, por supuesto, israelíes, personas que viven en el territorio del Estado de Israel, tan israelíes como el que más, que profesan la religión musulmana o que so n budistas o que sean cristianos, los habrá ateos, los habrá más o menos practicantes, como los hay ortodoxos. Y, naturalmente, hay muchas personas en Israel, de todas las religiones posibles, incluso la judía, que no han votado a su primer ministro actual y que no tienen por qué estar de acuerdo con sus decisiones.

Por lo tanto, la crítica al Gobierno de Israel es, cae por su peso, nada más y nada menos que eso: la crítica al Gobierno de Israel y, hasta que se demuestre lo contrario, no es de ninguna forma estar en contra de los judíos en general (pobre gente, qué habrán hecho ellos, para merecer tener al frente del Gobierno de Israel a un bicho como Netanyahu).

La actitud del Gobierno austriaco al respecto de lo que sucede en Gaza ha sido, hasta el momento, por decirlo suavemente, muy diplomática. Las razones son varias. En primer lugar, las secuelas de la responsabilidad austriaca en el holocausto y la especial relación con el pueblo judío que se forjó (y aún dura) debido a esa circunstancia histórica. En segundo lugar, menos confesable, la relación económica de grandes inversores israelíes con empresas austriacas (por ejemplo, la que, pián pianito, ha convertido al excanciller Sebastian Kurz en un hombre con el riñón bien cubierto).

Ninguna crítica a Netanyahu y sus salvajadas con la población civil de Gaza se espera de ningún servidor público austriaco en activo. Y sin embargo, es obvio, esa crítica existe, aunque no se exprese públicamente.

Lo demuestran las recientes declaraciones del expresidente Fischer a la agencia ausriaca de noticias APA en el curso de las cuales afirmó que no se puede “mirar para otro lado” en relación a lo que está sucediendo en Gaza y las que tuvo palabras muy duras para Netanyahu y su Gobierno, el cual, no es un secreto, está sostenido por la extrema derecha fundamentalista.

Como por un resorte, Benjamin Nägele, jefe de la comunidad judía en Austria (IKG) ha reaccionado y le ha reprochado a Fischer “ignorancia” y doble moral, acusándole, para sorpresa de nadie, de utilizar “las fórmulas más viejas del antisemitismo” .

El embajador de Israel en Austria también ha utlizado los clichés propagandísticos de su vademecum, acusando a Fischer de “animar a los extremistas” y abundando en otro argumento torticero, el supuesto derecho de un país (en este caso Israel) a defenders a como dé lugar de según qué cosas, como los crímenes de Hamas que motivaron la guerra.

Entretanto, miles de niños inocentes pasan hambre en Gaza y las tropas israelíes (no judías, sino israelíes, tropas del Gobierno de Israel) no dejan que pase la ayuda humanitaria, mientras el Ministro de Defensa israelí (el cual es, primero, ministro, y después, si acaso, judío, lo cual es respetabilísimo, por supuesto) califica a los pobres habitantes de la franja de “animales con forma de persona”.

El Gobierno austriaco, a preguntas de los medios, se ha remitido a declaraciones anteriores y el gabinete del Presidente actual, Van der Bellen, no ha querido pronunciarse al respecto, diciendo que, en asuntos exteriores, el Presidente no puede tener otra opinión que la de su Gobierno.

 

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