La Iglesia tiene un nuevo Papa y el minúsculo estado vaticano un nuevo rey. Pero ¿Hubo alguna vez un papa austriaco?
9 de mayo.- A mí me gusta mucho ir al peluquero porque en las peluquerías siempre me pasan cosas curiosas. Ayer, sin ir más lejos, mientras me estaban pelando, entró en el establecimiento un señor con dos criaturas. Las dichas criaturas se sentaron en un sofá a esperar a que adecentaran a su padre, y mientras tanto, le hablaron en español.
Cuando el peluquero terminó conmigo, levanteme y aproximeme al otro cliente, y pregúntele si era de la piel de toro, como parecía. Lo cual el hombre admitió con la simpatía que caracteriza a nuestros paisanos (por cierto, tenía pelazo, lo digo con envidia de calvo). Me contó que vivía en Suiza, cerca de Lausanne, y que estaba de vacaciones por Centroeuropa. Echamos un parrafito muy curioso.
Al salir, recogí mi vehículo de tracción animal (bicicleta) y llamé a mi madre por teléfono.
-¡Habemus papam! -dijo la autora de mis días. Yo, por supuesto, no tenía ni idea. Pedaleando deprisa, adelantando inclusive a los vehículos con motor de explosión, llegué a mi domicilio habitual, puse la tele y estuve toda una santa hora chafardeando con mi madre de lo que estaba pasando en Roma -tanto la ORF como TVE tenían pinchada la señal institucional de la RAI, la cual, curiosamente, llegaba con retraso a España.
El nuevo sumo pontífice salió al balcón -carita de azucena- y la verdad, parece majo. Esta vez sus eminencias han votado a un hombre más jovencito -dentro del grupo de riesgo para las afecciones de próstata, naturalmente- se conoce que para que nos dure un poquito. A los sesenta y nueve se espera una vida útil de, por lo menos, década y media. Al ritmo que va el mundo, en ese tiempo puede pasar de todo. Que Dios nos proteja.
Mientras estaba viendo al nuevo obispo de Roma dirigirse a la grey cristiana, pensé, “en dos mil años, ¿Habrá habido alguna vez un papa austriaco?” Porque mi mente “vienadirecta” no descansa. Largo y activo, o sea, ni corto ni perezoso, me puse a buscar la respuesta. Y esa respuesta no es concluyente. O sea, que puede ser que sí, pero que también puede ser que no.
Me explico.
Entre los años 996 y 999 se calzó las sandalias del pescador Gregorio V, que fue el nombre artístico que adoptó Bruno de Carintia para su pontificado. En la Wikipedia pone que Bruno nació en Sajonia (patria de las chuletas) pero según una leyenda popular su mamá le puso en este planeta en la bonita localidad -marco incomparable de belleza sin igual- de Stainach im Ennstal. El señor que puso la semillita, Otto von Wormsgau, fue desde el 978 Archiduque de Carintia. En aquella época bastante tenía la gente con no sucumbir a la peste, las guerras y demás calamidades, así que como para apuntar en dónde habían nacido los críos.
Lo que sí está probado es que el futuro Gregorio V estudió para cura en Worms, Alemania, y que fue el papa más joven de la historia. Obtuvo el puesto a los 24, y muy poquito después, coronó al emperador que tenía, entonces, dieciséis.
Los tres años de pontificado le dieron mucho de sí, entre antipapas, guerras, decapitaciones y demás. El pobrecito (bueno, o no) no llegó a ver el alba del nuevo milenio. Gregorio V palmó con menos de treinta años. En su época dijeron que envenenado (debía de ser un pieza de cuidado) pero es más que probable, según nuevas investigaciones, que doblase la servilleta debido a la malaria. Roma era entonces una ciudad muy poco sana.
No semos náiden.
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