El Gobierno ha presentado hoy los próximos presupuestos de Austria y las noticias no son buenas. Recortes, recortes y más recortes.
13 de mayo.- Trece y martes tenía que ser el día en el que el Gobierno que nos gobierna ha anunciado uno de los apretones de cinturón más grandes que se recuerdan en Esta Pequeña República. Los recortes (aquí los llaman ahorros, para no asustar) van a afectarnos a todos y cada uno. De hecho, ya llevan un tiempo afectándonos, por ejemplo, en la sanidad. Desde hace unos meses, los médicos de la seguridad social han sido conminados a justificar cada prueba diagnóstica que encargan pagada con dinero público. Eso incluye, por ejemplo, los análisis de sangre, que tienen que circunscribirse sola y exclusivamente a aquellas patologías de las que se sospeche la existencia.
Hoy, el Gobierno tripartito ha practicado la liturgia de las grandes ocasiones. Antes de exponer su programa de ahorro en el Parlamento, ha habido un consejo de ministros previos. Una forma de decirle al Ministro de Economía aquello de “suerte, y al toro”. Y era un Mihura el que le tocaba torear. El Ministro, socialdemócrata el pobre, para más señas, ha augurado días difíciles para Esta Pequeña República, también ha enfatizado que el paquete de medidas de ahorro no tiene vuelta de hoja ni alternativa posible. El presupuesto austriaco está descompensadísimo y el déficit público es un caballo desbocado. Pasarán algunos años todavía hasta que esta que fue una república austera vuelva a la senda del concierto presupuestario de la Unión.
Las causas de la descompensación presupuestaria no son que el Estado gaste mal (hombre, siempre hay prioridades que a Pepe le gustan más y a Juan le gustan menos) sino que el Estado ingresa poco. Los costes de la pandemia, que aún colean pero, sobre todo, el aumento brutal del precio de la energía, han hecho que muchas empresas anden con el agua al cuello. La economía no termina de arrancar y ya se sabe que, sino hay crecimiento, no hay impuestos y si no hay impuestos, no hay ingresos.
Aunque el paquete de medidas de ahorro es, en esencia, el mismo que el Partido Popular acordó con la extrema derecha durante las negociaciones fallidas para el nuevo Gobierno, la extrema derecha va a sacar no poco rendimiento de hacer como que no se acuerda. Herbert Kickl ha bramado diciendo que los recortes son un golpe brutal al bienestar de la clase media austriaca (en cierta medida, es verdad) y ha dado a entender que, si él estuviera en el Gobierno, las cosas serían de otra manera (lo cual es, completamente, mentira).
Yendo a lo mollar, el programa de recortes ha sido acordado por los tres partidos en el Gobierno tratando, en lo posible, de preservar esa forma de actuar tan austriaca que dice que lo mejor en cualquier negociación es que todo el mundo salga un poquito fastidiado para que todo el mundo, en general, optimice su nivel de contento.
Se trata de un programa exhaustivo y los recortes han hincado los colmillos en ámbitos que la señora Hannelore de Unterstinkenbrunn miraba escandalizada porque no se explicaba qué necesidad había de ciertas cosas. Por ejemplo, van a pasar a la historia para mejor ocasión muchas de las políticas verdes destinadas a prevenir el cambio climático. Por ejemplo, el Klimaticket (el maxiabono transportes que buscaba aumentar el uso del transporte público) costará a partir del primero de enero próximo 200 laureles más al año (lo que viene siendo una mensualidad). Aún así, seguirá trayendo cuenta a los viajeros frecuentes.
El Klimaticket gratis para las personas de dieciocho pasa a la historia, lo mismo que las subvenciones para producir energía limpia (placas solares).
En general, la protección del clima pierde la mitad de su presupuesto.
Se va a ahorrar en nuevas infraestructuras ferroviarias, aunque no se va a tocar, aunque se va a seguir invirtiendo en las existentes (algo es algo). El gasto en educación y el presupuesto de defensa va a subir (un ocho por ciento). Aumentarán los impuestos, por ejemplo sobre el tabaco y, en general, todas las tasas de la administración van a ser más caras. Renovarse el pasaporte, el carné de conducir y todo lo demás, costará más caro.
En el capítulo cultura, también se va a ahorrar. Tres de los grandes museos estaales (Kunsthistorisches, Naturhistorisches y Belvedere) van a tener que afrontar reformas en sus edificios de forma más barata o posponerlas. La Casa de la Historia (Haus der Geschichte) también se va a reevaluar. Las subvenciones al cine también se van a recortar.
En fin. La lista de recortes sigue y sigue, y probablemente tendremos todos en los próximos meses algunas sorpresas relacionadas con el dinero.
El Gobierno vende esto como un „ajuste“ de un par de años y luego…Bueno. Aunque tal y como va el mundo…Cualquiera sabe.
Deja una respuesta