
El ganador de Eurovisión puso en aprietos hace algunos días al Gobierno austriaco, después de una entrevista a El País.
29 de mayo.- Después de unos días de vacaciones, vuelvo a comentar hoy las noticias de Esta Pequeña República.
Mientras estaba fuera, JJ el flamante ganador de Eurovisión, le concedió al diario español El País una entrevista en la que dijo varias cosas que pusieron en algunos aprietos al Gobierno austriaco.
JJ es joven, la fama le ha venido en cuestión de horas y, quizá por eso, por inexperiencia, habló más de la cuenta. Pero habló como hablan los niños. O sea, diciendo lo que muchas personas piensan. Y es que las votaciones del público en Eurovisión, son fácilmente controlables. Que, en estos momentos, el Gobierno israelí (atención: el Gobierno de Israel, aquí no se habla nada en contra de los judíos en general) está haciendo el mal a dos manos en Gaza, comentiendo inhumanidades sin cuento y que, si se aplica una vara de medir a Rusia (y muy bien aplicada que está, claro que sí) parece un poco raro no aplicar la misma vara de medir a Israel.
Y que a él le gustaría que Eurovisión 2026 se celebre sin la participación de ningún cantante (o cantanta) israelí.
Por supuesto, JJ, como niño que es, como joven que es y como idealista que es, pasa por alto lo que todos sabemos, esto es que antes se congelará el infierno que la participación de Israel resulte vetada de Eurovisión.
En primer lugar porque en la actualidad quien paga gran parte del cotarro, la empresa Maroccan Oil, es una empresa de capital israelí.
En segundo lugar porque, aunque eso esté cambiando rápidamente, todo el mundo se lo piensa dos veces antes de criticar al Gobierno israelí para no correr el riesgo (absurdo en este caso, como es evidente) de ser acusado de “antisemita”.
En cuando a las votaciones del público, otro caballo de batalla, el Gobierno israelí, por supuestísimo, hace como si se tratasen de unas votaciones tan democráticas como las de urna y por lo tanto, expresión de la voluntad del “pueblo soberano”.
Naturalmente, todos sabemos que no es así.
En primer lugar, porque cada voto cuesta dinero.
De hecho, las votaciones financian el festival (si no, de qué).
En el momento en el que hay que pagar por votar, se terminó la democracia y la expresión de la voluntad del pueblo soberano. Aunque solo sea porque solo votan los que pueden (o quieren) permitírselo. Y así, claro, como decía un amigo mío “con buena p*lla bien se j*de”.
Por otro lado, todos sabemos que el Gobierno de Israel ha utilizado enormes cantidades de dinero público para manipular, deformar, distorsionar, esas votaciones. Vamos, no lo ha negado tampoco. Por supuesto, por motivos de imagen (para evitar el ridi de un “zero points”) pero también por motivos políticos.
Una victoria en Eurovisión (que, afortunadamente, no se produjo) hubiera sido un triunfo propagandístico enorme. Aunque la guerra tenga que ver con la cación lo mismo que el culo con las cuatro témporas.
De todos es sabido que el Gobierno de Israel es un complejísimo conglomerado de fundamentalismo religioso, nacionalismo violento y partidos de extrema derecha. Y la extrema derecha tiene los tentáculos muy largos. Por ejemplo, durante la última cumbre de partidos de extrema derecha en Madrid, el FPÖ firmó un convenio de colaboración con el Likud israelí, muy parecido, por cierto, al que tenía ya firmado con el partido (o así) que sostiene a Putin en el poder en la Federación Rusa.
Contrato que, para sorpresa de nadie, caducó, mira tú por dónde, en vísperas de la invasión de la guerra de Ucrania.
Las declaraciones de JJ han soliviantado y no poco al Gobierno austriaco, cuya postura frente a lo que está sucediendo en Gaza es la que es (muy tibia). Es explicable, lo sucedido durante el holocausto es una mancha permanente sobre la historia de este país. Nadie cuestiona el derecho de Israel a defenderse. Lo que se cuestiona (y con razón) es la proporcionalidad de esa defensa.
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