En estos tiempos que corren, salir a la calle a defender las libertades y el derecho a la disidencia es más importante que nunca.
5 de Junio.- El mes de junio es el mes del orgullo. Naturalmente, del orgullo LGTBIQ+. Una de las marcas con mejor prensa de la historia, con uno de los nombres más feos, aceptémoslo.
En los (malos) tiempos que corren para estas cosas, el cuidado con el que la sociedad trata a la comunidad LGTBIQ+ resulta un termómetro casi infalible de cómo de democrática, abierta y culta es una sociedad. Desafortunadamente, cada vez más, es Europa (y no toda) una de las pocas unidades geopolíticas que pasa el examen con un poco de decoro.
Aún así, hace algunas semanas, el Gobierno húngaro decidió prohibir la marcha (que es una manifestación, recordémoslo) del orgullo en Budapest. Las protestas de los “socios europeos” duraron medio minuto (si acaso) y, que se sepa, no se han traducido en ninguna medida concreta que “permita” al Gobierno de Orbán reconsiderar su decisión. Los asistentes a la manifestación de Budapest serán multados con varios cientos de euros. El asunto es, si cabe, más grave, porque se van a utilizar técnicas de reconocimiento facial (inteligencia artificial) expresamente prohibidas por las leyes europeas. El pretexto para esta animalada es una hipotética protección de la infancia.
En Viena, por suerte, no parece que vaya a suceder nada semejante a corto plazo. Si Dios quiere, la semana para la reivindicación de los derechos de la comunidad LGTBIQ+ empezará el lunes que viene y tendrá su punto culminante con la Regenbogenparade, que tendrá lugar el sábado 14. Esta ciudad, que el Danubio riega con sus cantarinas linfas, pondrá 650.000 Euros para subvencionar los diferentes eventos y una feria que se instalará en la plaza del ayuntamiento como ya es tradicional y que servirá para que lo lúdico se mezcle con lo reivindicativo.
Y es que, queridas lectoras, queridos lectores, mientras haya homofobia, transfobia y lesbofobia en el mundo, mientras haya personas que no puedan mostrarse tal y como son con normalidad, en todos y cada uno de los ámbitos de la vida, el orgullo será necesario. Además todo parece indicar que, en vez de avanzar, vamos cada vez más para atrás, como los cangrejos.
La edición 2025, eso sí, tiene una nota algo triste y es que la Regenbogenparade ha perdido patrocinadores privados. O sea, que este año menos empresas no van a estar presentes en la semana del orgullo y en el desfile propiamente dicho.
Si en 2024 hubo 44 entidades privadas que pusieron dinero, en 2025 solo habrá 37. Los expertos consultados por los medios austriacos afirman que, por un lado, el descenso de patrocinadores (20 empresas causan baja) se debe en algunos casos al Zeitgeist, o sea, al clima ideológico que impera en el mundo con Trump en la Casa Blanca, esforzándose a brazo partido por implantar un neofascismo tecnológico basado en el fundamentalismo religioso y la amputación de libertades públicas que, hasta ahora, dábamos por supuestas. También el descenso de patrocinadores se debería a la contracción de la economía. Y es que, señora, ya se sabe que cuando los negocios empiezan a flojear se recorta de donde no se debe, de marketing. Pero en fin.
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