El misterio de la campana

No todos los días ve uno en la tele a una persona conocida y sin duda, pocas veces se le escucha decir una cosa conmovedora.

 

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21 de Junio.- Hace unos meses, coincidiendo con el „bautismo“ del vino joven, que aquí en Austria se celebra bastante, fui con unos amigos a visitar la bodega de un conocido común, en la bonita localidad, marco incomparable de belleza sin igual, de Gols, en Burgenland.

Fue una experiencia muy interesante, porque el bodeguero nos estuvo enseñando los entresijos de la fabricación del vino y estuvimos probando las diferentes variedades, en diferentes estados de maduración.

Al volver al local en donde se podían comprar los caldos ya hechos y embotellados, saludó a una señora de unos sesenta años. Ma mujer llevaba el pelo muy corto, iba muy bien maquillada y tenía los ojos muy azules. Se daba un aire a mi madre, que también tiene los ojos como ella. Quizá por eso me sentí muy a gusto. La señora estuvo conversando un rato con nosotros, de una manera muy cariñosa, pero se notaba inmediatamente que tenía mucho carisma. Una autoridad natural.

Explicó que había venido con su hermano -el hermano andaba curioseando en un puesto de mermeladas caseras-. Cuando se marchó, me enteré de que era la pastora protestante de la iglesia comarcana.

Mira tú, qué mujer tan maja”, me dije.

Hete aquí que hace un mes, falleció la ancianísima madre de unos vecinos. Recibimos la carta que, según la costumbre, anuncia aquí la hora y el lugar del funeral y luego del entierro. Era un sábado por la mañana.

Hacía un día radiante de finales de primavera. El cementerio de Weiden am See estaba hecho un primor y el lugar en donde se iba a oficiar el responso estaba lleno de gente endomingada, vestida de oscuro. Los asistentes austriacos alabaron esta elegancia y esta uniformidad que, por lo visto, se ha perdido en Viena.

(Por suerte, no puedo afirmar que sea verdad, pues hace muchísimo que no voy a ningún funeral en Viena).

El caso: es que la difunta era protestante y ofició el funeral la señora del pelo corto y los ojos azules. Fue mi primer funeral protestante y, la verdad, me gustó mucho. Me pareció, quizá porque ella lo oficiaba, bastante diferente de los funerales católicos, mucho más compasivo para con la señora que había fallecido (es costumbre parece ser hacer una alabanza del difunto). Fue, en todo caso, bastante más largo que el de mi abuela María y la pastora estuvo correcta, contenida pero muy inspirada.

Al terminar, casi tenía uno la tentación de acercarse y, como hace la gente en las películas americanas, decirle que el discurso había sido muy conmovedor y que había estado muy bien.

Hoy, después de un largo sábado de trabajos, he encendido la tele y !Ostras! Allí estaba la pastora, contestando a las preguntas de un reportero. He tardado todavía unos segundos en averiguar qué sucedía. O sea, la razón de que la señora estuviese en la televisión. Y es que frente a la iglesia protestante de Gols había expuesta una campana antigua que había estado en uso hasta hace unos años, cuando había tenido que ser sustituida por otra, debido a un desperfecto en el metal de la antigua.

Pues resulta que esta noche pasada la campana jubilada ha sido robada y nadie sabe dónde pueda estar.

La pastora explicaba que, en su opinión, la sustracción había tenido que ser complicada y haber armado algo de jaleo. La campana pesa unos doscientos o doscientos cincuenta kilos, de manera que, para moverla, hacen falta varias personas y posiblemente algún dispositivo (polea o similar).

La pastora y el alcalde de Gols quieren creer que se trate de una broma pesada (¿Para qué puede querer nadie una campana, si el valor material del metal es bastante exiguo?) y esperan que alguien la devuelva.

El reportero le ha preguntado a la pastora si tenía alguna esperanza de que la campana volviera a aparecer. Y ella ha dicho una cosa preciosa:

-¿Esperanza? Naturalmente que tengo esperanza. Mire usted, la esperanza es mi oficio. Pero viéndolo de una manera realista…

La esperanza es mi oficio, “Hoffnung ist mein Beruf”. Es muy bonito que alguien vea su trabajo como esta señora. Casi ha estado tentado uno de hacerse protestante.


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