Los Soles del Sur cumplen su promesa

Los Soles del Sur estrenan un nuevo (y despepitante) espectáculo, sobre textos de Dario Fo. La risa está asegurada.

«Te vas a reir» estará en el Theater-Center-Forum de la Porzellangasse 50, de Viena, todos los días hasta el domingo (inclusive)

25 de Julio.- Llevada por un instinto atávico, la gente piensa que montar una comedia es lo más fácil del mundo. Sin duda porque creyendo, como creen los niños, que todo lo que sucede en un escenario es tan improvisado como sus juegos, se malician que las cosas que suceden en una obra “de risa” se les están ocurriendo a los actores en el momento en el que pasan. Con gran desprecio para el autor, al que adjudican poco mérito, por cierto. Naturalmente, si uno pudiese parar la representación y dejar caer la pregunta, o sea:

-Queridos actores ¿Todo este juego se os está ocurriendo a vosotros en este momento?

Sin duda los actores, recuperados de su pasmo, contestarían con mucho desparpajo:

-!Ojalá!

Y luego seguirían con la representación, como Antón Pirulero con su juego.

Y sin embargo, la comedia, tratar de causar la risa del espectador, ha sido y es uno de los objetivos del teatro por antonomasia. No en vano, a los actores, de toda la vida, se les ha llamado cómicos. Y últimamente, de forma despectiva por gente que no sabe de qué va la vida, incluso “titiriteros”.

Entrando en materia.

REQUISITOS PARA UNA BUENA COMEDIA

Montar una buena comedia lleva consigo, primero, tener un buen texto (un mal texto no hay cómico que lo levante) y después, tener unos actores que tengan mucho oido y mucho sentido del ritmo.

Porque interpretar una comedia no es “hablar muy deprisa”, sino hablar a la velocidad adecuada en cada momento.

Si estas son las condiciones sine qua non, tengo que decir que ayer pudimos asistir a un recital de los Soles del Sur, que estrenaron el espectáculo, basado en dos piezas de Dario Fo, “Te vas a reir”.

Efectivamente, cumplieron su promesa: nos reímos muchísimo.

De todos los montajes que he visto de los Soles del Sur este, teniendo dos piezas separadas, es el más compacto y sin duda uno de los que más nivel tiene, en todos los aspectos. Porque a nivel actoral, es el más homogéneo (homogeneidad que es el objetivo más difícil de lograr en una compañía de no profesionales) pero es que técnicamente también es un espectáculo muy límpio y muy eficaz.

Antes de seguir, me gustaría mencionar aquí el trabajo de caracterización de Martina Reitinger, encargada según el programa de mano del vestuario y el maquillaje. En este caso, ayudó muchísimo a los actores a que, al primer golpe de vista, el público pudiera hacerse una composición de lugar de quiénes eran los personajes.

NO HAY LADRÓN QUE POR BIEN NO VENGA

El primer tramo del espectáculo se llama “No hay ladrón que por bien no venga”. Desde el punto de vista de la risa, el texto es simplemente un milagro.

Es como un mecanismo de relojería que va girando y girando y girando y, a cada vuelta, va desplegando situaciones que encajan perfectamente no solo en las anteriores, sino en las que están por venir. Los actores disfrutan mucho, y se nota y, sin embargo, gran parte del éxito del juego (sea dicha aquí la palabra en el sentido más noble y admirativo del término) es que todo el rato los actores están dentro de su personaje y en ningún momento caen en la caricatura, incluso cuando Fo, de suyo, escribe personajes que están un poquito pasados de vueltas, en la tradición bufonesca de Fellini, por ejemplo.

Nos enseñan así los Soles otra verdad muy importante y es que el cómico no es, de ninguna manera, un caricato. Y es que, como dijo aquel “una cosa es pa´una cosa y otra cosa es pa´otra cosa”.

Todos los actores sin excepción están prácticamente perfectos (yo, personalmente, me reí mucho con Eduardo Hernández San Deogracias y Sonia Maffei -!Esa peluca rubia de tirabuzones!-) y me sorprendió mucho la estentórea voz y dicción culta de Alejandro Pimentel.

Supieron por cierto, hacer una cosa que es gran parte del intríngulis del teatro humorístico, y es encajar perfectamente sus réplicas con las risas del público para que las risas no tapasen en ningún momento el diálogo y el juego de gag sobre gag en el que se basa el texto de Darío Fo.

EL HOMBRE DESNUDO Y EL HOMBRE DE FRAC

La segunda pieza, “El hombre desnudo y el hombre de frac” en cierto sentido tiene una mecánica más refinada que la primera, aunque solo sea porque la risa de la primera pieza se transforma en muchas ocasiones en sonrisa en la segunda. Y, además, por debajo, hay un cierto sabor chaplinesco.

Hay un tramo en el que solo están en escena Eduardo Herández San Deogracias y Aina Vivó que es canela en rama. Especialmente Aitana hace una composición de su personaje preciosa.

Alejandro Pimentel hace en este segundo tramo una cosa muy difícil y es interpretar dos personajes muy diferenciados. Sale con bien del asunto, y aprueba con nota.

También porque aborda una tarea que, más estando los tiempos como están, puede ser muy peligrosa: los acentos. Fingir un acento determinado en escena es bailar la yenka en un campo de minas. En primer lugar, porque el espectador no tiene que darse cuenta del artificio y, para eso, uno no se puede salir del acento bajo ningún concepto. En segundo lugar porque, al haber sido utilizado el acento como arma “política”, por ejemplo para denigrar a determinados grupos de inmigrantes, hay que tener muchísimo cuidado para no hacer sangre, o sea para poner un cariño balsámico en la composición del personaje que lo aleje, por así decirlo, de la maldad.

En este segundo tramo, Jose Luis Asensio, el hombre desnudo, también sale con mucho bien del reto de actuar todo el tiempo metido dentro de un cubo (cosa, por otra parte, perfectamente lógica dentro de la obra). Sergio Jácome Mora hace también muy bien la transición de un lado a otro de la legalidad entre la primera y la segunda parte del espectáculo y es un policía tan eficaz después como fue ladrón primero.

Para terminar, me gustaría explicar que, normalmente, estas críticas van ilustradas con alguna foto de los actores saludando pero que ayer estaba tan ocupado aplaudiendo y gritando bravo a todo pulmón que, la verdad, se me olvidó.

Espero que los lectores sabrán disculparme y, si van a ver la obra (vayan, vayan) me entenderán perfectamente.


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Comentarios

Una respuesta a «Los Soles del Sur cumplen su promesa»

  1. Avatar de Alfonso VII
    Alfonso VII

    Soberbia crítica. En el buen sentido de la palabra.

    Enhorabuena a los actores y a todo el equipo!

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