Europa mira hacia Budapest

Hoy es uno de los días más importantes de la historia de la Unión Europea. Las personas decentes de todo el mundo miran hacia Budapest.

 

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28 de Junio.- Hoy es, sin duda, uno de los días más importantes en la Historia de la Unión Europea. Están en juego la credibilidad por la apuesta por las libertades de todos los ciudadanos europeos pero sobre todo, la razón de ser de la misma Unión: un espacio que nació del humanismo que quería terminar con todas las guerras, singularmente las que han marcado la historia del continente. Esas guerras han sido mayoritariamente por cuestiones nacionalistas y territoriales, así como religiosas.

De ambas fuentes del mal participa la prohibición que el Gobierno húngaro ha hecho caer sobre la manifestación del orgullo LGTBIQ+, motivada por una infame „ley de propaganda“ espejo y copia de la norma que está en vigor en un país al que la Unión Europea no debería querer parecerse: la Rusia de Vladímir Putin.

La convocatoria primera del orgullo en Budapest fue suspendida por el Gobierno amparándose en esta norma, que ya ha provocado que la Unión Europea emprenda acciones legales contra el Gobierno húngaro. La motivación es una supuesta „protección a la infancia“. El alcalde de Budapest convocó una segunda marcha, cuyo recorrido se mantuvo en secreto para evitar boicots.

La policía húngara ha autorizado, sin embargo, manifestaciones ultraderechistas a la misma hora y con el mismo recorrido, de manera que es probable que los ultras y los manifestantes del orgullo terminen encontrándose. La situación es muy tensa y se teme que pueda haber incidentes.

Desde que Orbán llegó al poder, el colectivo LGTBIQ+ ha sido uno de los instrumentos para erosionar las libertades en Hungría y para tapar las vergüenzas de un Gobierno basado en la corrupción y en una maraña de redes clientelares que han convertido a Hungría en el país más pobre de Europa. La agenda del partido que sustenta a Orbán en el poder ha sido draconiana, más draconiana cuanto más bajaba la calidad de vida de las clases medias del país y cuanto más patente era la corrupción.

Siguiendo la estrategia de otros populistas de extrema derecha, como el propio Trump, o Herbert Kickl en Austria, Orbán no ha dudado en buscar la confrontación con unas supuestas élites de Bruselas, a las que acusa de injerencia en los asuntos nacionales de Hungría.

La narrativa es que las reivindicaciones del colectivo LGTBIQ+ así como el feminismo, serían “cuerpos extraños” en la cultura húngara, que estarían siendo impuestos desde fuera con el objetivo de corromper al supuestamente sano pueblo húngaro formado alrededor del partido mayoritario y de la religión.

Ayer, el alcalde de Budapest convocó una rueda de prensa en la que dijo unas palabras históricas: “Mañana -por hoy- o somos libres todos o no será libre nadie”. Porque hoy son las personas del colectivo LGTBIQ+ pero mañana podría ser cualquiera.

Políticos y representantes de toda la Unión Europea han acudido hoy a Budapest para participar en una marcha que, aunque está oficialmente prohibida, se espera que sea una de las más multitudinarias de la historia de Hungría.

Por España, entre otros, estarán Yolanda Díaz y el ministro de cultura Ernest Urtasun, así como el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni. También estará presente la comisaria de Igualdad, Hadja Lahbib, y 74 eurodiputados, mayoritariamente de formaciones de izquierda, pero también del Partido Popular Europeo (dos, pero menos es nada) la formación de Ursula von der Leyen, que ayer pidió oficialmente al Gobierno húngaro que permita que se desarrolle la marcha sin obstrucciones.

Por parte austriaca, la consejera de cultura del ayuntamiento de Viena va a estar presente en la marcha, así como varios diputados socialdemócratas, de Los Verdes y de los Neos, como su secretario general, Yannick Shetty.

Como era de esperar, la única formación austriaca que ha apoyado la inmunda prohibición ha sido el FPÖ, por boca de su portavoz en el parlamento europeo, el indescriptible Harald Vilimsky.

Por su parte, el Gobierno húngaro ha anunciado “consecuencias económicas y legales” para los asistentes, en forma de multas de 500 euros por participar y condenas de hasta un año de cárcel por llamar a la participación en la marcha de hoy.

 


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