Van der Bellen

Van der Bellen en Sudáfrica

Van der Bellen

El Presidente Van der Bellen está en Sudáfrica en visita de Estado. Desde allí, ha desmentido un bulo recurrente y estúpido.

4 de Julio.- Uno de los recursos que los partidos de extrema derecha utilizan permanentemente es el de crear una sensación constante de amenaza, de apocalipsis inminente.

Desde el punto de vista de los ultras, esto no tiene más que ventajas. Si están en el poder, como es el caso, por ejemplo, de Viktor Orbán o de Putin, la amenaza exterior actúa como un refuerzo de la cohesión de eso tan inconcreto que suele llamarse „Patria“ o „nación“ y que los nazis sintetizaron en el concepto de la Volk, la unidad racial. Si no están en el poder, la amenaza actúa como incentivo para intentar que la gente les vote. O sea „mientras el mundo se cae en pedazos ante la inacción de „los otros“ nosotros somos a) los que conocemos que existe una amenaza crítica, existencial, inminente y b) los que no estamos quietos y nos ponemos a trabajar“.

Asimismo, la amenaza exterior o interior camuflada y ajena a la Volk, actúa también como una eficaz distracción que permite agitar el victimismo de los ultras de turno. O sea, nosotros quisiéramos devolveros a ese edén primigenio e inocente que vosotros os merecéis, os daríamos pan, os daríamos trabajo, pero desgraciadamente, tenemos que ocuparnos de cosas más urgentes como defenderos de ese enemigo exterior que, cíclicamente, justo cuando estamos al borde de alcanzar la tranquilidad, la paz y la prosperidad, nos ataca.

Hemos tenido en los últimos días un ejemplo clarísimo con la rabieta que ha tenido el ultra que tenemos más cerca, Viktor Orbán, con ocasión del desfile del Orgullo Gay. Así, según la narrativa “orbaniana” no eran húngaros de pata negra, miembros de la Volk, de la sagrada unidad del pueblo húngaro, los que se manifestaban porque, por supuesto, no hay auténticos húngaros que pertenezcan al colectivo LGTB, sino que la manifestación había sido orquestada “como en tiempos de la Unión Soviética” por enemigos de la sagrada nación húngara, o sea, los odiados burócratas de Bruselas, aliados de la judeidad internacional (en la neolengua ultra se llaman “globalistas”) que nos quieren poner la pierna encima.

Por supuesto, no existe tal conspiración, pero la extrema derecha necesita constantemente de problemas que, por definición son irresolubles y son irresolubles porque son absolutamente falsos.

Por ejemplo, cuando Trump llegó al poder y, por lo tanto Elon Musk también, los Estados Unidos sacaron de Sudáfrica a una serie de personas, todas blancas que, según decía Musk, estaban siendo víctimas de un “genocidio” (la extrema derecha se apropia constantemente de conceptos vinculados al holocausto para devaluarlos, porque si todo es genocidio entonces nada es genocidio). Según esta narrativa, desde que terminó el Apartheid en Sudáfrica, los granjeros blancos habían sido perseguidos y exterminados sistemáticamente. Por supuesto, y a pesar de ser Sudáfrica un país con una política interior y una economía complicadas, ese supuesto exterminio sistemático de “los blancos” solo sucede en la mente calenturienta de los grupos neonazis. Las supuestas pruebas se han demostrado también falsas. Por ejemplo, fotos de supuestas fosas comunes que procedían de otros conflictos.

En estos momentos Alexander van der Bellen está en Sudáfrica de visita oficial. Es una visita muy importante por muchos motivos pero quizá el principal es que, como es su misión, Van der Bellen, en tanto que jefe del Estado austriaco está buscando nuevos mercados para las empresas austriacas, las cuales han perdido los otrora suculentos mercados del este de Europa, que tantas alegrías han dado a los balances de las compañías de Esta Pequeña República.

Por supuesto, la extrema derecha austriaca del FPÖ, a través de su portavoz de asuntos exteriores, la reptiliana Susanne Furst, ha querido recordarle a Van der Bellen que se pronunciase a propósito de la precariedad de los “derechos humanos” en Sudáfrica, y que hablase de los supuestos granjeros blancos asesinados.

Van der Bellen, en una rueda de prensa con su homólogo sudafricano, ha despachado pronto la cuestión: “es un sinsentido”, ha dicho. Amén.


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